Atribuído a la escuela de Sir Godfrey Kneller
Retrato de Daniel Defoe (s.XVII-XVIII) Óleo sobre lienzo 76 x 63,5 cm National Maritime Museum. Londres. |
Daniel Foe (circa 1660-1731), más conocido por su seudónimo Daniel Defoe, fue un escritor y panfletista inglés. De origen humilde, Daniel añadió el "De" a su apellido para parecer más aristocrático.
Se trata de un escritor muy conocido por ser el autor de la novela Robinson Crusoe, que narra las aventuras de un náufrago que logra sobrevivir en una isla desierta. Defoe fue uno de los primeros novelistas, un género literario que se popularizó mucho en Inglaterra, por lo que a veces se le otorga el título de "padre de los novelistas ingleses".
Portada de la primera edición (1722) de
Diario del año de la peste (A Journal
of the Plague Year), de Daniel Defoe |
Pero aparte de Robinson Crusoe, Daniel Defoe nos dejó una obra sobre epidemias, el Diario del año de la peste (A Journal of the Plague Year).
Defoe escribió este libro en 1722. En él, el protagonista vive las vicisitudes de la plaga de peste que sufrió la ciudad de Londres unos años antes, en 1664. El libro comienza así:
“Fue en los comienzos de septiembre de 1664 cuando, mezclado entre los demás vecinos, escuché durante una charla habitual que la peste había vuelto a Holanda…”
El libro es una detallada crónica, con todo lujo de detalles, que muy probablemente está basada en el diario de su tío, Henry Foe, que apuntaba día a día lo que sucedía en la ciudad durante el tiempo que duró la peste.
Por eso, aunque se escribió años después de la epidemia y que se trata de una obra ficticia, es un magnífico y verosímil testimonio, que aporta muchos datos para la reconstrucción histórica de aquel momento. En este sentido es mucho más precisa que el diario de Samuel Pepys, que fue escrito durante la epidemia.
La obra de Defoe aúna las características de un relato periodístico, una obra moralizante y una narración de terror. Aporta también datos analíticos de gran interés, tomando como referencia los tratados médicos de John Quincy y Nathaniel Hodges. Este último fue uno de los pocos médicos que no abandonó la ciudad durante la epidemia.
La obra de Defoe es muy interesante para ver cómo se desarrolla una plaga y sobre todo cómo se comporta la población. Algo que es común a este tipo de situaciones y que, lamentablemente, podemos constatar un claro paralelismo en estos días de pandemia de COVID19.
Efectivamente, hay muchos de los pasajes de la novela que nos evocan claramente situaciones que estamos viviendo, como el recuento diario de los muertos y afectados, tan similar a las noticias que recibimos hoy en televisiones y redes sociales. O los bulos y noticias falsas que circulan indefectiblemente en todas las epidemias.
Otro paralelismo con la actualidad son los numerosos charlatanes que aparecen ofreciendo remedios mágicos y radicalmente efectivos. Una de las características de las epidemias es aumentar mucho la credulidad de la gente. La sensación de peligro hace que se busque refugio en un pensamiento mágico que busca desesperadamente soluciones prodigiosas y generalmente carentes de todo fundamento.
El recurso efectivo para evitar el contagio y la expansión de la enfermedad era, tanto entonces como ahora, el drástico confinamiento doméstico, para propiciar el aislamiento y la distancia social. Aunque en el s. XVII se imponía el confinamiento de forma más radical y decidida que los tristes balbuceos gubernativos a los que hemos asistido. Como ahora, no faltaban personas poco solidarias que intentaban burlar las medidas de confinamiento impuestas por las autoridades, cosa que hemos podido ver recientemente en los actuales vecinos de Madrid abandonando sus casas con destino a Murcia o Andalucía. Pero los castigos entonces eran mucho más expeditivos y eficaces.
La higiene del s. XVII era muy deficiente, por lo que no pasaba de pedir a la gente que barriera la casa y las calles cercanas. No se conocían todavía las bacterias (descubiertas en la segunda mitad del s.XIX) y aunque se tenía una vaga idea del contagio, no se conocía ni la asepsia ni la desinfección.
También aparecen en la novela los aspectos económicos que toda epidemia conlleva. El protagonista, un talabardero, fabricante y vendedor de productos de cuero, teme por su taller y decide en última instancia no abandonarlo. Defoe también da un vistazo a la macroeconomía, comentando el cierre del puerto de Londres y el colapso de las mercaderías y el comercio.
En definitiva una obra escrita hace tres siglos que conserva una plena actualidad por los numerosos paralelismos que plantea con la situación que vivimos en estos días.
“Fue en los comienzos de septiembre de 1664 cuando, mezclado entre los demás vecinos, escuché durante una charla habitual que la peste había vuelto a Holanda…”
El libro es una detallada crónica, con todo lujo de detalles, que muy probablemente está basada en el diario de su tío, Henry Foe, que apuntaba día a día lo que sucedía en la ciudad durante el tiempo que duró la peste.
Por eso, aunque se escribió años después de la epidemia y que se trata de una obra ficticia, es un magnífico y verosímil testimonio, que aporta muchos datos para la reconstrucción histórica de aquel momento. En este sentido es mucho más precisa que el diario de Samuel Pepys, que fue escrito durante la epidemia.
La obra de Defoe aúna las características de un relato periodístico, una obra moralizante y una narración de terror. Aporta también datos analíticos de gran interés, tomando como referencia los tratados médicos de John Quincy y Nathaniel Hodges. Este último fue uno de los pocos médicos que no abandonó la ciudad durante la epidemia.
La obra de Defoe es muy interesante para ver cómo se desarrolla una plaga y sobre todo cómo se comporta la población. Algo que es común a este tipo de situaciones y que, lamentablemente, podemos constatar un claro paralelismo en estos días de pandemia de COVID19.
Peste de 1665. Recogida de los muertos para su entierro durante la gran peste de Londres. |
Otro paralelismo con la actualidad son los numerosos charlatanes que aparecen ofreciendo remedios mágicos y radicalmente efectivos. Una de las características de las epidemias es aumentar mucho la credulidad de la gente. La sensación de peligro hace que se busque refugio en un pensamiento mágico que busca desesperadamente soluciones prodigiosas y generalmente carentes de todo fundamento.
El recurso efectivo para evitar el contagio y la expansión de la enfermedad era, tanto entonces como ahora, el drástico confinamiento doméstico, para propiciar el aislamiento y la distancia social. Aunque en el s. XVII se imponía el confinamiento de forma más radical y decidida que los tristes balbuceos gubernativos a los que hemos asistido. Como ahora, no faltaban personas poco solidarias que intentaban burlar las medidas de confinamiento impuestas por las autoridades, cosa que hemos podido ver recientemente en los actuales vecinos de Madrid abandonando sus casas con destino a Murcia o Andalucía. Pero los castigos entonces eran mucho más expeditivos y eficaces.
Escenas de la Gran Peste de Londres (1665) |
La higiene del s. XVII era muy deficiente, por lo que no pasaba de pedir a la gente que barriera la casa y las calles cercanas. No se conocían todavía las bacterias (descubiertas en la segunda mitad del s.XIX) y aunque se tenía una vaga idea del contagio, no se conocía ni la asepsia ni la desinfección.
También aparecen en la novela los aspectos económicos que toda epidemia conlleva. El protagonista, un talabardero, fabricante y vendedor de productos de cuero, teme por su taller y decide en última instancia no abandonarlo. Defoe también da un vistazo a la macroeconomía, comentando el cierre del puerto de Londres y el colapso de las mercaderías y el comercio.
En definitiva una obra escrita hace tres siglos que conserva una plena actualidad por los numerosos paralelismos que plantea con la situación que vivimos en estos días.
Le felicito porque me parecen muy interesantes las reseñas que hace de esas obras literarias que se refieren a epidemias en la historia.
ResponderEliminarPor si quiere mencionarla, le apunto(aunque supongo que ya la conoce) la epidemia de peste de Sevilla de 1649, y el célebre cuadro del hospital de la Sangre o cinco Llagas,( actual Parlamento de Andalucía), donde se refleja la terrible mortandad que supuso. Le cito, porque es poco conocida, la narración que hizo un religioso de esta epidemia de peste:
" Copiosa relación de lo sucedido en el tiempo que duró la epidemia en la grande y augustissima ciudad de Sevilla, año de 1649 / escrita por un religioso a su Reverendísimo Padre General ; sácala a la luz Pedro López de San Román Ladrón de Guevara.. .Se puede encontrar en Cervantes Virtual.
Un saludo y enhorabuena por su blog.
Andrés