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lunes, 3 de febrero de 2020

De Saturno al saturnismo: (II) el mito.

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Peter Paul Rubens

Saturno devorando 
a uno de sus hijos
(1636) 

Óleo sobre lienzo 180 x 87 cm
Museo del Prado. Madrid.




Además del cuadro de Goya, que comentamos en otra entrada del blog, el tema de Saturno devorando a sus hijos había sido ya motivo de otras representaciones artísticas previas. Tal vez la más destacada sea la de Rubens, pintada por encargo de Felipe IV para decorar la Torre de la Parada, cuya decoración estaba basada en escenas de la Metamorfosis de Ovidio. 

Más realista que la obra de Goya, en la pintura aparece Saturno, caracterizado como un anciano, de melena canosa y luengas barbas, que está comenzando a devorar a un niño mientras se apoya en un bastón. La escena es muy teatral, con el fondo oscuro que caracteriza a muchas obras barrocas y la cara aterrorizada del niño que se revuelve en una mueca de dolor. En el fondo aparecen tres estrellas que representan al planeta Saturno tal como lo describió Galileo antes de que Rubens pintara el cuadro. La rudimentaria óptica que usó le impidió distinguir con claridad el anillo que circunda este astro, confundiéndolo con dos estrellas menores (a los lados de la de mayor tamaño) y así aparecen representadas en el cuadro. 

Pero ¿que mito clásico representan los cuadros de Rubens y Goya? ¿a qué dios caníbal e infanticida hacían referencia? 

En la noche de los tiempos, la diosa terrestre Gea yacía informemente dormida, hasta que Urano, dios del cielo, la fecundó. De esta unión nacieron mares y ríos, montañas y mares, y unos seres extraños llamados Titanes. 

El colérico y celoso padre Urano regía el mundo despóticamente, y su esposa Gea convenció a sus hijos los Titanes de destronar al tiránico dios. El más pequeño de ellos, Cronos (Saturno, en la mitología romana), le propuso a su madre fabricar una hoz de pedernal, y así lo hicieron. Una vez armado con este instrumento, Cronos empuñó el arma y asiendo con la mano izquierda los testículos del padre Urano los cercenó con su hoz. Por eso a la mano izquierda se la considera de mal agüero y en lo sucesivo se la denominó siniestra.  


Taller de Hendrik de Keyser: Saturno devorando a sus hijos. 

Cronos lanzó los testículos de Urano por encima de su hombro. De la sangre que brotaba de ellos nacieron diversas divinidades: de las primeras gotas de sangre nacieron las Erinias, las terribles divinidades del odio, la venganza y la discordia. Pero el semen de los testículos del dios celeste  cayó sobre la espuma del mar y de ellos brotó la diosa del amor y de la belleza, Afrodita.  

Cronos se casó con Rea (Ops para los romanos) y sustituyó a su padre en el dominio del mundo. Pero antes de morir, Urano había profetizado que Cronos sufriría el mismo destino que él: uno de sus hijos de Cronos lo destronaría. Por eso, celoso de su poder, cada vez que nacía uno de sus hijos, Saturno lo devoraba. 

Rea, furiosa por el caníbal y sanguinario comportamiento de su esposo, consiguió esconder a uno de sus hijos: Zeus, (Júpiter, en su versión romana), entregándolo a los Curetes para que lo criaran. Para que Cronos no echara en falta al niño, le entregó una piedra envuelta en pañales. El voraz Cronos se la zampó de golpe. Cuando pasaba cerca de donde habitaban los Curetes, éstos golpeaban sus escudos con las lanzas para que no pudiera oír el llanto del niño. 

Al llegar a la edad adulta, Rea ayudó a Zeus a ocupar el puesto de copero de Cronos. Un día le sirvió una copa en la que había mezclado el vino con una pócima emética para producirle el vómito. Cronos bebió, y al poco vomitó primero la piedra (la que había creído que era Zeus) y luego a todos los hijos que había ido devorando. 

Zeus y sus hermanos, se unieron para luchar contra su padre. La lucha duró diez años pero al final, liberaron a los cíclopes y a los gigantes de las cien manos que estaban condenados a vivir en el Tártaro y así pudieron vencer al terrible Cronos, destronándolo. 

Zeus y sus hermanos Poseidón (Neptuno) y Hades (Plutón) se repartieron entonces el dominio del universo: Zeus reinaría sobre cielos y tierra, Poseidón sería el señor de los mares y a Hades le correspondería  el dominio del mundo subterráneo. 


Ruinas del Templo de Saturno. Foros imperiales. Roma. 

Así que esta es la terrible historia del dios devorador de niños, que dio lugar a las pinturas de Rubens y Goya. Saturno en Roma disponía de un importante templo en el foro, en donde se custodiaba el tesoro público. Se le identificaba con el dios del tiempo (Cronos Κρόνος significa tiempo, en griego) y el relato mitológico adquiere así su significación más profunda: Cronos, el viejo Tiempo que todo lo devora, aún a sus más preciadas criaturas, armado siempre con su hoz castradora, que más tarde se transformó en la guadaña. Un instrumento que desde entonces es símbolo de lo perecedero, y que ha pasado a formar parte de la iconografía de la Muerte. La Muerte, que espera a todos los seres vivos para escribir el postrer capítulo de su biografía y que hace que finalmente sean olvidados por el Tiempo futuro, voraz  e indiferente.


Bibliografía

Graves R. Los mitos griegos. Ed Ariel, Barcelona 1984


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