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martes, 6 de agosto de 2019

Asclepios sanador de varices





Exvoto de Epidauros
(s.III a.C.)


Bajorrelieve de piedra
Museo Arqueológico Nacional. Atenas. 



En otras entradas hemos comentado los rituales que tenían lugar en los templos de la salud griegos dirigidos a la curación de enfermedades. Era parte del culto a Asclepios, el dios de la Medicina, aunque podían estar también dirigidos a otras divinidades salutíferas como Higia o Serapis. 


Exvoto de curación de una pierna,
encontrado en Milos y
ofrecido a Asclepios e Higia

(gentleza del Prof. Campillo)
Los enfermos que acudían a estos santuarios tenían la obligación de mostrar su agradecimiento a los dioses por haberles liberado de sus males. Era tradicional llevar un gallo en pago a los sacerdotes encargados de los rituales (asclepíades). El "gallo de Asclepio" aparece citado en diversos textos clásicos. 

Pero  sobre todo era preceptivo llevar un exvoto que testimoniara la gracia obtenida. Los exvotos podían ser una lápida o una estela relatando las dolencias sufridas y el proceso de curación. En las ruinas del Asclepion de Epidauro se encontraron muchos de estos textos. Aportamos algunos ejemplos: 




Gorgias, tenía una herida supurante por una flecha que le había perforado el pecho. Fue a dormir junto al altar y despertó con la piel sana, sosteniendo la punta de la flecha en su mano. 
Agestratus se curó de dolores de cabeza tan intensos que no lo dejaban dormir. 
A Euhippus le habían clavado una punta de lanza en la mandíbula hacía seis años. Mientras dormía en el templo, Asclepio le extrajo la punta de lanza. Cuando llegó el día, Euhippus salió curado, sosteniendo la punta de la lanza con sus manos. 

Exvoto de Epidauros, en agradecimiento
por la curación de una afección de oído 

Otras veces, se ofrecían como los exvotos relieves o pequeñas figuras  representando la parte del cuerpo sanada (ojos, manos, pies, úteros).  Esto es lo que podemos ver en el relieve que aportamos hoy. 


Representa un enfermo, ya curado, que lleva al templo una enorme escultura de una pierna en agradecimiento por la curación. La pierna tiene un claro relieve de una gran variz engrosada de la vena safena externa. Queda claro pues la naturaleza del mal que afligía al devoto paciente. Un testimonio de que las varices ya eran bien conocidas en la antigua Grecia. 


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