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miércoles, 24 de julio de 2019

Los tatuajes, atracción de circo: (II) Mujeres tatuadas






R. Cooper

La Belle Irène
Veritable femme Tatouée 

(circa 1900)

 Cartel publicitario. Papel impreso. 
Colección particular 



En una entrada anterior hemos visto como los tatuajes fueron exhibidos como rareza en los circos durante el s. XIX y la primera mitad del s. XX, compartiendo espacio con freaks, enfermedades raras y fieras exóticas. Es decir, todo aquello que podía suscitar el asombro del público. Pero  aunque los circos estaban interesados en exhibir personas multitatuadas, casi todos eran varones. El tatuaje parecía ser en todo caso un atributo exclusivamente masculino, y era sumamente infrecuente encontrar mujeres con la piel tatuada. 
Olive Oatman
Olive Oatman fue la primera mujer caucasiana (blanca) tatuada en los Estados Unidos. Después de que su familia fuese asesinada por los indios Yavapai durante un viaje hacia el oeste en la década de 1850, fue adoptada y criada por los nativos a la edad de 13 años, los cuales le realizaron un tatuaje tribal tradicional, que incluía la barbilla, por lo que era bastante evidente. Cuando seis años más tarde se pagó un rescate por ella, Olive apareció tatuada y semidesnuda. Su historia de que había sido tatuada por los indígenas pronto se convirtió en legendaria. Su aspecto y el llamativo tatuaje azul que lucía en la barbilla pronto convirtieron a Olive en una total celebridad entre el pueblo norteamericano; incluso en 1857 Royal B. Stratton escribió un libro acerca de las travesías que esta chica tuvo que afrontar hasta convertirse en ese museo andante de lo que significaba vivir entre aborígenes y estar marcada literalmente por un tiempo en específico.

Olive Oatman 

Nora Hildebrant
Una de las primeras mujeres que exhibió su cuerpo repleto de tatuajes fue Nora Hildebrant, nacida en 1857. En 1879, con 22 años, se mostraba en el circo Bunnell de Nueva York y posteriormente en el curco Barnum & Barley. Su piel estaba decorada con 345 tatuajes. Como muchas otras mujeres tatuadas de aquella época temprana, Nora relataba al público la historia de que los indios de Toro Sentado le habían tatuado a la fuerza cuando fue cautiva por orden del jefe nativo. Contaba que fue tatuada diariamente durante un año mientras la ataban a un árbol. Este relato era totalmente falso, y estaba claramente inspirada en la historia de Olive Oatman, y formaba parte del show. Por aquel entonces, los tatuajes eran una rareza y se solía enriquecer su exhibición con sorprendentes historias que estimulaban la imaginación de los espectadores y añadían atractivo al espectáculo. La realidad es que había sido tatuada por su padre, Martin Hildebrandt, originario de Alemania, fue el primer artista y tatuador profesional de EEUU y que había instalado una tienda de tatuajes en Nueva York en 1846, donde tatuaba a soldados y marineros. 
Poco después, apareció Irene Woodward, de 19 años, con el nombre artístico de La Belle Irene. Se vanagloriaba de ser la única mujer con el cuerpo tatuado. Cuando Hildebrant supo las fanfarronadas de Woodward pidió que se aclarara la situación y pudo demostrar su primacía.
         Fotografía de Irene Woodward, La Belle Irène      
A pesar de todo, los tatuajes de Irene Woodward tuvieron una mayor repercusión. The New York Times publicó un reportaje presentándola como una mujer muy hermosa, de mente abierta, destacando la narrativa que se podía encontrar reflejada entre sus 400 tatuajes. Llevaba tatuada su historia personal: en su piel estaban plasmados sus deseos de libertad y esperanza, con frases como: “I live and die for those I Love” (Vivo y muero por aquellos que amo).
Hacia 1880 Irene Woodward se presentó en diversos circos de Nueva York (Museo Bunnell, Globe Dime y Harlem). Y su fama se incrementó cuando a  inicios de 1890, hizo una gira por Europa en donde la gente se interesó mucho por sus tatuajes. En el escenario reivindicaba haber sido tatuada por su padre, aunque realmente fue tatuada por Samuel O'Reilly y su entonces aprendiz Charles Wagner. A veces, declaraba haber sido inspirada al haber visto al príncipe Constantine 


Olive Oatman 



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