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jueves, 26 de julio de 2018

Shakespeare y la patología (VI ): la sífilis




Peter Scheemakers

William Shakespeare
(1874)

Estatua de mármol, en un monumento-fuente
Leicester Square. Londres.  




En esta estatua del monumento londinense de Leicester Square figura una cita  del gran dramaturgo: 
THERE IS NO DARKNESS BUT IGNORANCE 
(No hay oscuridad sino ignorancia) 

Una bella frase del gran literato, que tanto aportó a la cultura occidental. La obra de Shakespeare nos brinda una mágica y completa visión de la sociedad de la Inglaterra del siglo XVI y de los inicios del s. XVII. Ningún aspecto es olvidado. Ya hemos visto como aparecen también muchas referencias de diversas enfermedades (paludismo, peste, rinofima, angiomas, afecciones cutáneas, etc.) 

¿Y la sífilis? Sabemos que la sífilis protagonizó una gran epidemia en toda Europa, en el tiempo del escritor de Stratford-upon-Avon. Las citas en las que aparece directa o indirectamente la sífilis en la obra de William Shakespeare son numerosas y demuestran un buen conocimiento de los síntomas de esta enfermedad. Tanto es así que incluso se ha apuntado la posibilidad que el propio Shakespeare hubiera padecido de este mal. La sífilis era una enfermedad muy extendida y temida. El propio Shakespeare la describe como "the infinity malady" (Timon of Athens). La gran prevalencia de la sífilis se refleja en el diálogo entre Hamlet y el sepulturero (Hamlet V, 1), que le comenta que le llegan muchos muertos ya medio podridos, lo que puede entenderse como podredumbre moral pero también física, como en las formas necrosantes secundarias o en las terciarias fibrosantes de la lúes. 


Eugène Delacroix: Hamlet y Horacio en el cementerio (1839)

Hay que destacar las alusiones al nombre y el origen geográfico de la enfermedad en la obra de Shakespeare. Es sabido que en aquel tiempo existía una auténtica guerra de nombres nacionales, ya que todos atribuían a otros países el mal y que nadie quería ser relacionado con la lúes.  Shakespeare se refiere a la sífilis como mal francés: malady of France (Henry V), Pocky Frenchman (Pericles). También como mal de Nápoles al aludir la afectación ósea de la sífilis secundaria: Neapolitan boneache (Troïlus et Cressida). Menos concreto es aludirla como enfermedad del sur: diseases of the south (Troïlus et Cressida, V, 1); contagions of the south (Coriolan, I, 4) 

La asociación de la sífilis con las prostitutas aparece en la expresión strumpet's plague (strumpet=puta) presente en Othello y en el término goujeers (King Lear) que se aplicaba a las prostitutas del ejército. 

A veces el dramaturgo recurre a alusiones a otras enfermedades mejor conocidas como el sarampión cuando inequívocamente quiere referirse a la sífilis (Corolian III, 1).

La clínica de la sífilis se describe en diversas ocasiones. Cuando Timón de Atenas maldice la ciudad diciendo "que la enfermedad infinita os cubra de dartros" (III, 6) se refiere sin duda a las pápulas escamosas de la sífilis secundaria. Y cuando afirma que "el perfume que haría vomitar un hospital de llagas ulceradas" podemos ver una alusión a los gomas de la sífilis terciaria (Timón de Atenas., IV, 3).

La alopecia sifilítica era considerada ya propia de viejos libertinos "Cuanto más libre es un hombre, más rápidamente pierde su cabello, pero lo pierde con placer" (La comedia de los errores II, 2). Cuando en un albergue Falstaff sufre un robo, la patrona pretende que "nadie ha perdido nunca un pelo en su casa" a lo que Falstaff responde que "su compañero Bartolph ha sido 'afeitado' (robado) y que ha perdido muchos pelos en este albergue" (por el contagio de sífilis contraída con prostitutas) (Henry IV, 2)  

El término "french crown" se refiere a la corona veneris, propia de la sífilis secundaria. Shakespeare hace veladas alusiones a ella en El sueño de una noche de verano, I, 2; o en Henry V IV, 1.

En Timón de Atenas (IV, 3) se exhorta a dos prostitutas, Frinia y Timandra, a contaminar a toda la ciudad: 
"Sembrad la consunción en los huesos huecos de los hombres ; paralizad sus flacas piernas y haced que no tengan vigor para espolear. Enronqueced la voz del hombre de ley a fin de que nunca pueda pleitear con falsos títulos ni gritar sus sutilezas con un tono penetrante; dad a la lepra al flamen que atruena contra las pasiones y no cree en lo que dice. Haced que caiga la nariz, que caiga hasta su base la nariz del que por husmear la pista del que por husmear la pista de su interés particular abandona el rastro del interés general; cortadle todo puente de retirada a ese. Volved calvos a los rufianes de cabeza rizada y que los fanfarrones salidos sin heridas de la guerra sean heridos por vosotras. Apestad el mundo entero. Que vuestra actividad destruya y deseque la fuente de toda erección".
Como puede verse se describen aquí las lesiones óseas , las deformidades tibiales, la afectación de los órganos genitales, la laringitis, la afectación nasal, la alopecia, la afectación benigna cutáneo-mucosa y la impotencia. Las complicaciones neurológicas de la sífilis no fueron descritas hasta el s. XVIII, aunque algunos autores, como H. Woods o T. Hahn sugieren que el personaje de Timón de Atenas, en la tragedia de Shakespeare ya anticipaba la primera descripción de la parálisis general (1608).

Shakespeare presenta la continua degradación del personaje de Timón de Atenas. Progresivamente da muestras de una generosidad patológica, ideas de grandeza, y gran euforia hasta el punto que los que le rodean lo tienen por loco. Al final, sin reconocer su ruina, yerra, vagabundo e iracundo. Su lenguaje se vuelve soez y con continuas alusiones a la sífilis. Su locura culmina cuando en un banquete hace servir no los manjares sino ollas de agua hirviendo con la que rocía a los invitados. Finalmente se retira a una cueva y encuentra un tesoro. La obra acaba con una apología de la misantropía. 

Esta obra desconcertó a muchos especialistas. Algunos, como el Dr. Parrot pensaron que la última parte con pasajes pornográficos y violentos no había sido escrito por Shakespeare. Sin embargo parece ser que el dramaturgo se inspiró en un caso de parálisis general progresiva que describió a la perfección en su personaje. Algo similar ocurre con el personaje de Aquiles en Troilo y Cressida, que muestra una tendencia al aislamiento, con bruscos cambios de humor que recuerda también una parálisis general progresiva sifilítica. 

En cuanto a la terapéutica, en la época eran habituales los tratamientos de baños calientes y diaforéticos. En Troilo y Cressida, Pandora toma "baños calientes y calientes remedios". 

Estas son solamente algunas de las alusiones a la sífilis en la obra de William Shakespeare. Aunque hay muchas más, sirva esta muestra como ejemplo. 

miércoles, 25 de julio de 2018

Shakespeare y la patología (V): paludismo.





El paludismo o malaria es una enfermedad transmitida por mosquitos del género Anopheles, y por lo tanto es un mal que se da en zonas cálidas y húmedas. Actualmente afecta a zonas tropicales y subtropicales, aunque no siempre ha sido así. El paludismo se extendió por Europa en siglos pasados, especialmente en  los períodos en los que las condiciones climáticas fueron idóneas para su propagación. 

La primera mitad del Siglo XVI fue una época bastante cálida. Sin embargo, a mediados de siglo, tuvo lugar un notable cambio. Aproximadamente una década después de estos años particularmente calientes – lo suficiente para que los jóvenes se bañasen en el Rhin en enero – el invierno de 1564–65 fue amargamente frío. Los siguientes 150–200 años fueron conocidos como "La Pequeña Edad de Hielo" ya que constituyeron la que probablemente fue la era más fría desde el fin de la Edad de Hielo, acaecida unos 10.000 años antes. Pero a pesar de este espectacular descenso de la temperatura, la malaria persistió en toda Europa.

William Shakespeare (1564–1616) nació en el primer año de ese período frío, y no obstante, mencionó el paludismo hasta doce veces en sus escritos. También hizo varias alusiones a la asociación entre la tierra pantanosa y la enfermedad. Citaremos algunos ejemplos: 

- En la tragedia Julio César, el protagonista le dice a Caius Ligario: 
“Salud Cayo Ligario, César nunca te tuvo una enemistad tan grande como la fiebre que así te ha postrado”. 
Esta fiebre sería la fiebre de la malaria, y el propio Shakespeare sabría (o intuimos que sabía) que era una enfermedad bastante común en la época romana.
- En La vida y muerte del rey Juan nos encontramos a Constanza, madre de Arturo, lamentando el destino de su hijo diciendo:
"Pero ahora me va a comer el cancro nacido de mi tristeza, y perseguirá la belleza nativa de mi mejilla. Y ella se verá tan hueca como un fantasma, como tenue y magra como en un ajuste de la fiebre intermitente".
- Otras referencias a las fiebres palúdicas también las encontraremos en El mercader de Venecia, Ricardo II, Enrique VIII o Macbeth
Shakespeare también usa el paludismo como metáfora, refiriéndose a todo lo malo que le suceda a un personaje. Se hacen también referencias a los efectos nocivos de un aire envenenado o al hedor de los pantanos podridos. 
No es de extrañar que la malaria esté tan presente en las obras del autor: Aunque hoy está erradicada de Europa, por aquel entonces daba bastantes problemas en Inglaterra, sobre todo en las zonas pantanosas del Támesis o en Essex.



lunes, 23 de julio de 2018

Shakespeare y la patología (IV): la peste




Gustav Klimt

Escena final de Romeo y Julieta 
en el Globe Theater de Londres
(1886-1888)

Fresco en la escalinata del Burgtheater. Viena. 



Entre 1592 y 1603, una plaga de peste asoló la ciudad de Londres dejando un rastro de contagios y muerte. El temor al contagio era tan grande que se designaron unos funcionarios especiales cuyo deber era ir a las casas de las víctimas de la peste e investigar si había muertos en ellas, de modo que si los encontraban, se cerraba la casa aunque hubiese familiares vivos en ella, y se despojaba a los muertos de las ropas para incinerarlos lo más rápido posible. 



Delacroix: En la tumba de los Capuleto

Durante estos hechos, Shakespeare se encontraba escribiendo una de sus obras más reconocidas, La tragedia de Romeo y Julieta (que se publicó en 1597). 



Diebolt: La muerte de Romeo y Julieta (1825)


En esta obra la epidemia de peste juega un papel fundamental. Julieta ingiere una droga que la deja en un estado parecido a la muerte, pero que la conserva viva. La muchacha escribe una carta a  su amado Romeo, con la complicidad de un fraile. Pero el fraile ha estado en una casa sospechosa de peste, y unos funcionarios públicos le mantienen en cuarentena y le impiden pisar la calle. Por eso la carta de Fray Lorenzo nunca llega a Romeo:
Fray Juan: Yendo en busca de un hermano de nuestra orden que se hallaba en esta ciudad visitando los enfermos para que me acompañara, y al dar con él los celadores de la ciudad, por sospechas de que ambos habíamos estado en una casa donde reinaba la peste, sellaron las puertas y no nos dejaron salir". 
Fray Lorenzo: "¿Quién llevó entonces mi carta a Romeo?" 
Fray Juan: "No la pude mandar ni pude hallar mensajero alguno para traerla, tal temor tenían todos a contagiarse". 
Fray Lorenzo: "¡Suerte fatal!".
Ya era demasiado tarde, y la epidemia que había desencadenado Yersinia pestis había sellado para siempre la suerte de los amantes de Verona. La carta con la explicación de Julieta nunca pudo ser leída por Romeo. Y Romeo, viendo el cuierpo de su amada aparentemente sin vida, se suicida a su lado. Lo que puede llegar a hacer una cuarentena!