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jueves, 21 de junio de 2018

Plica polonica (y III): De la superstición al amuleto





Plica polonica

 Cabello humano conservado en formol
Exposición "Mit Haut mit Haar"
Wien Museum. Viena. 



En una interesante exposición a la que tuvimos ocasión de asistir hace pocos días en el Museo de Viena, me encontré con este tarro conteniendo una plica polonica. No es este el único museo en el que pueden encontrarse este tipo de cosas. Una larga y espesa placa polaca de más de 1'5 m. se conserva en el museo de la facultad de Medicina de la Universidad Jagellonne, en Cracovia. En otras entradas del blog nos hemos referido al fenómeno de la plica polonica o Koltun (como se llama en polaco) estado del cabello en el que los cabellos se apelmazan y que generalmente se ve en clases rurales de diversos países bálticos, aunque también fue cultivado en alguna corte real


¿Cuál es el interés en conservar estas muestras de plica polonica, aparte de un cierto interés de testimonio médico? Sin duda una consideración popular que más allá de considerarlo un fenómeno folklórico, lo liga con fenómenos sobrenaturales. Así el origen de la plica se atribuía a magia y encantamientos. Según recoge Diderot, en la Enciclopédie, los espíritus de los niños muertos no bautizados venían por las noches, durante el sueño del interesado, a chupar y a anudar los cabellos. También se atribuían acciones similares a mujeres judías.  (Diderot, 1751, pp. 767–768).


Plica polonica de la Facultad de Medicina, de la Universidad Jagellonne, Cracovia


Probablemente por esta superstición, la placa fue considerada una especie de amuleto, garantía de buena salud. Por esta razón las personas no solo dejaban que se desarrollara, sino que hasta promovían su crecimiento. Por ejemplo era común el embadurnar el pelo con grasa y usar gorros de lana aún en verano.

A principios del siglo XVIII la gente comenzó a creer que las plicas eran la manifestación externa de una enfermedad que afectaba el interior de las personas. La plica permitía conducir la enfermedad hacia "afuera" del cuerpo, y por lo tanto raras veces se cortaba. Las enfermedades salían del ser humano a través del cabello. La plica o trenza se  dejaba crecer creyendo que así se facilitaba que salieran del cuerpo cuando se enfermaba. El problema es que en muchos casos la propia plica se convertía en un foco infeccioso y derivaba en una enfermedad.

En el caso de que se decidiera proceder a  cortar la plica, debía seguirse un complejo ritual. Se elegía un día bueno y soleado, o bien "un día de fiesta de un santo de primera clase o el de un santo de primer orden"


Una vez cortada, se creía que se podía llevar todavía algunos días sobre la cabeza. Luego se envolvía con veneración con un paño, y con la intención de que continuara absorbiendo los miasmas tricomatosos, se dejaba bajo la almohada del supuesto enfermo. Finalmente la placa era depositada en secreto en un lugar poco frecuentado: el tronco de un árbol hueco o en una grieta del tejado. Pero si algún desventurado la arrojaba a un lugar poco adecuado, se podían atraer graves enfermedades. 

Además, se creía que una plica que había sido cortada podía "vengarse" y producir una enfermedad aún más terrible, por lo que desalentaba a algunas personas a "atacarla". Asimismo, se creía que si se lanzaba un conjuro mágico contra alguien, se podía causar que esa persona desarrollara una plica polaca. Por eso en inglés a veces se la denominaba "elflock" (rizos de elfo).

En la segunda mitad del s. XIX, los intelectuales lucharon contra todas estas supersticiones que justificaban y favorecían una higiene deficiente en los campesinos. 



miércoles, 20 de junio de 2018

Plica polonica (II): una moda cortesana





Karel van Mander III

El rey Christian IV de Dinamarca
(1600) 

Óleo sobre lienzo 


Museo de Historia Nacional 
Hillerod (Dinamarca) 



Como hemos comentado en una entrada anterior del blog, la plica polonica era propia de campesinos  y  vagabundos, en los que confluían peinados tradicionales y una deficiente higiene capilar.  Pero no siempre era así. El rey Cristian IV de Dinamarca lucía una trenza polaca, de la que se sentía orgulloso y que solía realzar con una cinta roja. Algo similar a algunas rastas que pueden verse actualmente.

En su caso era una pequeña trenza que colgaba lateralmente, y que nunca cortaba, hasta el punto que pasó a ser un rasgo propio de su fisionomía. Así aparece en algunos retratos y grabados. 


Christian IV (1596-1648) era hijo de Federico II y reinó en Dinamarca y Noruega entre 1588 y 1648. Fue uno de los reyes más populares de la historia danesa. Impulsó el comercio y protegió la cultura y la música. Durante su reinado se erigieron muchos edificios importantes, como el Børsen, la Torre Redonda y el Rosenborg, donde murió. 
Como solía suceder en las cortes del s. XVII, pronto los cortesanos comenzaron a imitar al rey. En la corte de Dinamarca proliferaron las trenzas polacas como una nueva forma de peinado. La plica polonica se cultivaba, favoreciendo que los cabellos se aglutinaran aplicando cera. También se usaban algunos extractos vegetales como musgo y algunas hierbas (Vinca major o Lycopodium clavatum). 

Como veremos en otra entrada, entorno a estas formaciones pilosas se tejió un sinfín de leyendas y mitos, según los cuales se consideraba que las plicas polacas atraían la buena suerte y protegían de las enfermedades, por lo que eran conservadas como amuletos.






martes, 19 de junio de 2018

Plica polonica (I): el pelo aglutinado






Jean-Louis Alibert

Vrai Trichoma

 Litografía del libro: 
Description des maladies de la peau 
observées à l'Hôpital Saint-Louis 
(1806-1814) 

Bibliothèque Henry Feulard. 
Hospital de Saint-Louis. París



Algunos estados del cabello que se veían habitualmente hace 200 años se ven hoy con mucha menos frecuencia. Este es el caso de la plica polonica, que aparece en los tratados de Dermatología de Alibert con el nombre de "Tricoma verdadero".  

Tenemos constancia de este fenómeno desde la Edad Media.  El nombre de  plica polonica o trenza polaca le fue impuesto por ser particularmente frecuente entre los campesinos y clases bajas de Polonia, Lituania y otras zonas bálticas.  En alemán se conocía como Weichselzopf o trenza del Vístula.

La plica polaca consiste en un apelmazado de cabellos que llega a ser impenetrable: El tallo del cabello 
pierde su cutícula y se funde con los pelos adyacentes, formando una masa enmarañada, pegajosa y húmeda. El amasijo se incrementa con restos de sangre, pus y otras secreciones, viejos huevos de piojos y suciedad,  por lo que se acompaña de un mal olor considerable.  El uso continuado de gorros sobre esta formación favorece todavía más la sobreinfección y la eccematización. 

Se trata pues de una condición del cabello  favorecida generalmente por por un gran abandono y falta de higiene, y la negligencia en los lavados y peinados regulares. Frecuentemente se puede observar en algunas enfermedades psiquiátricas. 

La placa polaca se produce básicamente por una destrucción de la cutícula del pelo. Al dañarse esta capa del cabello, desprende proteínas que actúan como un aglutinante produciendo la adhesión de varios cabellos dañados. 

La cutícula puede destruirse por la acción de agentes químicos (colorantes, ondulación permanente, relajantes, geles de fijación del cabello y ciertos detergentes) y factores físicos y térmicos como el habitual estirado o planchado del cabello o el uso de pegamentos para rastas, extensiones, etc.  

Olavide: Plica polaca. Obsérvese que la 
litografía está literalmente copiada del tratado 
de Albert con el que iniciamos esta entrada.
Es habitual que la placa polaca se asocie con una infestación por piojos (Pediculus capitis). También son frecuentes las infecciones bacterianas y fúngicas que contribuyen a la inflamación y a la exudación, lo que aumenta más todavía la destrucción de la cutícula. Flaubert en su Histoire des idees reçues decía que si se cortaban los cabellos de una plica polonica, el cabello podía sangrar. Una alusión sin duda a la gran exudación que acompañaba a estas formaciones. 

La plica polaca fue considerada una enfermedad en el s. XIX y así aparece en muchos tratados de Dermatología (Alibert, Olvide...). Sin embargo en ciertos medios rurales se consideró una forma de peinado, una tradición e incluso un amuleto. Aunque no siempre fue una condición del proletariado agrario. A veces hubo monarcas como Cristian IV de Dinamarca, que lucieron una trenza polaca, como comentaremos en otra entrada del blog. 

Aunque actualmente la incidencia de la plica es mucho  menor, todavía se describen algunos casos, como nos comenta el dermatólogo David Saceda, lector de nuestro blog.


lunes, 18 de junio de 2018

Onicomicosis en un cuadro de Lucien Freud






Lucien Freud

Gran interior W11 
(según Watteau) 
(1981-1983)

Óleo sobre lienzo
Colección privada 



Lucien Freud (1922-2011) fue uno de los artistas más influyentes de su generación. Era nieto de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, y fue conocido principalmente por sus retratos y figuras, realizados de forma descarnada y con una gran profundidad, en los que efectúa un notable estudio psicológico de sus personajes. Autor de muchos autorretratos, también retrató repetidamente a su familia y amigos cercanos, tanto de la clase obrera como aristócratas o mecenas. En todos ellos, parte de una gran influencia expresionista y muestra de forma descarnada sus tragedias interiores, su soledad o su hastío. 


El cuadro de Watteau, Pierrrot contento, que inspìró a Lucien Freud.





























En esta obra, Gran interior W11, Freud realiza un retrato de familia, a partir de un cuadro clásico de la historia del arte, obra de Jean-Antoine Watteau (1684-1721), titulado Pierrot contento, que muestra una escena galante típica del rococó protagonizada por cinco figuras de la Commedia dell'ArteEn él hay diversos personajes alineados y sentados frontalmente ante el espectador, en una escena exterior, campestre. Una de las mujeres está tañendo un instrumento musical. Las figuras del cuadro de Freud están pintadas a tamaño natural, pero el modelo de Watteau en el que está basada esta composición es un cuadrito de treinta y pocos centímetros de ancho. El aspecto modosito de los personajes del cuadrito de Watteau es pura fachada. La estatua del dios Pan que se entrevé al fondo es una referencia a la sexualidad desenfrenada y nos avisa de que no es solamente lo que parece a primera vista. De hecho hay un juego de flirteo disimulado entre los personajes del grupo. 

Cuando Lucien Freud pintó esta obra, el pequeño cuadrito de Watteau ya formaba parte de la colección Thyssen-Bornemisza. De hecho Lucien Freud lo tomó como referente, ya que un fragmento aparece también como fondo al retrato que realizó al Barón von Thyssen (1981-1982). 

Lucien Freud: Retrato del Barón von Thyssen.
Tras la cabeza del barón aparece un fragmento del cuadro de Watteau. 

Freud aprovecha para retratar a algunos de sus familiares. De hecho, con su agitada vida sexual tenía donde escoger: 14 hijos reconocidos de 6 mujeres distintas. Elige para el retrato el estudio que tenía en Notting Hill (de hecho, W11 es el distrito postal de este barrio londinense). 

La mujer de la izquierda es la pintora Celia Paul, discípula y amante de Freud, que está sentada en la misma postura que el hombre de rosa del cuadro de Watteau. A continuación podemos ver a Bella Freud, una de las hijas del artista, tocando una mandolina y vestida con los mismos colores que Colombina. Al igual que sucede en el cuadro de Watteau, es el único personaje que mira directamente al espectador. El chico del centro, vestido de amarillo pálido igual que Pierrot, es Kai Boyt, y la mujer que se sienta a su lado con un abanico negro es su madre Susy Boyt, antigua amante de Freud. Freud tuvo cuatro hijos con Susy Boyt y aunque Kai era hijo de una relación anterior, el pintor siempre le consideró como un hijastro (donde comen catorce, comen quince). La niña tumbada del suelo tendría que haber sido una de las nietas del pintor, pero al final no pudo ser y tuvo que conformarse con una sustituta.


Foto de Lucien Freud haciendo el pino junnto a su hija Bella. La foto fue realizada 
en el estudio que aparece en el cuadro Large interior W11 (after Watteau)

Freud retoma la composición de Watteau, (que es una escena campestre, exterior) y la lleva a este interior, una habitación desolada y triste. La exhuberante vegetación que refleja Watteau en su pintura ha quedado irónicamente reducida a una planta de interior. En la parte posterior un lavabo, descuidado, que deja ver sus cañerías. 


Los personajes están sentados en una composición similar al cuadro rococó. Los personajes miran al frente desorientados, con una mirada vacía, que demuestra su inmensa soledad. El resultado es una pintura que encoge el corazón al comprender la tragedia que encierra. La soledad en compañía, el gran mal de muchas de las grandes urbes del s. XX, y de un grupo familiar que comparte pocas cosas. 

Detalle de uno de los personajes del cuadro de Lucien Freud

Sin embargo, no todos entendieron la intención del artista. Cuando Large Interior W11 (after Watteau) se presentó en Agnew's en 1983, más de un crítico lo consideró un estudio de gente bohemia que vive en la miseria. El crítico Terence Mellaly escribió en The Telegraph: 
"Una habitación sórdida ... paredes peladas, un fregadero desagradable y el tipo de fontanería demasiado visible que los ingleses son propensos a aceptar" (...) 
"Lucian Freud siempre me ha parecido excesivamente sobrevalorado y esta imagen confirma mi opinión ".
Sin embargo, Freud no se dejó influir por esta crítica. Siguió con sus retratos psicológicos crueles y despiadados. Su manera de entender el realismo marcó considerablemente el arte de la segunda mitad del s. XX. 


La uña del dedo gordo muestra signos de micosis.







Además de su indudable maestría artística y de su profundidad psicológica, en Large Interior W11 (after Watteau) encontramos detalles que nos han llamado la atención desde el punto de vista de la observación médica. En una reciente visita al Kunsthistorische Museum de Viena, donde se exhibía esta obra, mi compañera, la dermatóloga Mercedes Cerdeira me llamó la atención sobre un detalle del cuadro. Dos personajes (Celia Paul y Kai Boyt) tienen los pies descalzos y muestran unas uñas con signos de micosis, probablemente una tinea pedis. La uñas de los dedos gordos aparecen deslucidas, deformadas, incluso con una leve descamación en su borde libre. El detalle no es baladí. Forma parte del ambiente sórdido y descuidado que quiere relatar el artista. La falta de higiene y de cuidado médico complementa a la perfección su discurso. 











Aunque menos evidente, la uña del dedo gordo de Celia Paul muestra una clara deformación y deslucimiento, lo que es compatible con una tinea pedis.  

Bibliografía

Feaver W: Lucien Freud: Reflections of the artist. The Guardian 02.02.2012
https://www.theguardian.com/artanddesign/2012/feb/02/lucian-freud-artist

Fernández Villaverde M. Lucian Freud y su remake de Watteau (Gran interior W11). Harte con hache.
 http://www.harteconhache.com/2014/01/lucien-freud-y-su-remake-de-watteau.html