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viernes, 8 de junio de 2018

La cabellera larga (II): A ver quien la tiene más larga




Hanka Keller
(1948) 

Fotografía B&N
Exposición  "Mit Haut mit Haar"
Wien Museum. Viena. 




En otra entrada de este blog comentábamos algunos aspectos de la fisiología del pelo, de su crecimiento yde algunos mitos y simbolismos que han acompañado al cabello. 


Hanka Keller
Aunque el crecimiento del pelo no es en general ilimitado, conservamos el recuerdo de algunas melenas extremadamente largas. Uno de los ejemplos más destacados es el de Hanka Kelter, que en 1948 lucía una cabellera que llegaba hasta el suelo. Hanka era pianista, y estudiaba arte dramático pero su culto al pelo largo (del que decía le conservaba la salud y el atractivo) le llevó a convertirse en un fenómeno de la Naturaleza. Su larga cabellera llegó a medir 2'20 m y la llevaba recogida en trenzas. Acabó siendo exhibida en un espectáculo de circo en el Madison Square Garden como una nueva Lady Godiva e incluso realizó algunas giras por Europa.



La argentina Abril Lorenzatti, récord Guiness 
de adolescente con el pelo más largo


Actualmente el récord Guiness en la categoría de adolescentes lo ostenta la argentina Abril Lorenzatti, llamada “la Rapunzel argentina”, que no se corta el pelo desde hace 11 años y que ha llegado a tener un cabello de 1'52 m. Aunque Abril se siente muy orgullosa de su larga melena confiesa que tiene que sufrir alguna incomodidad, como por ejemplo, recogerlo para subir escaleras sin pisar su propia melena. 

La china Xie Quiping, con su cabellera de
más de cinco metros y medio de longitud.








Pero todavía hay mujeres que han alcanzado una melena más larga. Hay casos de varios metros de longitud. Es el caso de la china Ni Linmei, alcanzó los 2,5 metros. Una compatriota suya, Xie Quiping, natural de la provincia de Guangxi, no se ha cortado el pelo en 13 años, y ha llegó a tener 5'62 m de cabellera en 2004. 

Todavía más largo lo tiene Asha Mandela, récord mundial en 2009. Sus dimensiones superan el largo de un bus de pasajeros, tras haber dejado crecer durante 25 años sus rastas, que sostiene que tienen 17 m de longitud. Asha tarda dos días en lavarse el pelo. El peso de la cabellera le ha producido incluso una deformación de la columna vertebral. Asimismo, sus médicos le han advertido repetidamente del riesgo de infecciones. Pero para Asha la larga melena forma parte de su personalidad. 


En el caso de los varones el pelo en general crece menos, aunque también hay sus récords. Un vietnamita, oriundo de la provincia costera de Kien Giang, al sur del país, llamado Tran Van Hay (1936-2010), llegó a ostentar una cabellera de 6'30 metros de largo. 


En resumen podemos decir que aunque el crecimiento del cabello en general se regula, hay algunos casos excepcionales en los que se consiguen dimensiones sorprendentes y que por lo visto compiten a ver quien tiene la melena más larga.  



Bibliografía


Aleskin A. 
http://mostbeautifulgirlshair.blogspot.com/2009/11/hanka-kelter-polish-born-model-with.html

jueves, 7 de junio de 2018

La cabellera larga (I): fisiología y mito de la melena







August Eisenmenger

Retrato de Ann Eisenmenger
(1906) 

Óleo sobre lienzo
Wien Museum. Viena 




Hoy vamos a comentar la costumbre de llevar el pelo largo, sin cortar, luciendo una larga cabellera. El cabello tiene varias fases: 
- Anágena (de crecimiento),  
- Catágena (de estacionamiento)  
- y Telógena (de caída). 

El cabello sano crece pues en la fase anágena (que dura entre 2-6 años) a un ritmo de unos 0,4 mm/día, es decir algo más de un centímetro al mes. Naturalmente, la duración de la fase anágena viene determinada por diversos factores (genéticos, nutricionales, metabólicos y hormonales). El crecimiento tampoco es igual en todas las zonas, sino que hay áreas en las que el cabello crece más que en otras: en la coronilla por ejemplo, el cabello suele crecer más rápido en la coronilla que en las regiones temporales. También suele  crecer más rápido en la mujer adulta que en el hombre adulto, y con el envejecimiento la velocidad de crecimiento disminuye. Hay enfermedades o transtornos que se manifiestan por una caída anormal de pelo, como  déficits de hierro o zinc, transtornos tiroideos, episodios febriles o después del parto. También puede observarse una caída o estacionamiento del pelo tras las dietas, por el desequilibrio nutricional que puede producirse.  
Si el cabello no se corta puede crecer bastante, aunque llega un momento en el que se detiene de forma natural. Algunas mujeres intentan conseguir una melena lo más larga posible, por la carga simbólica que esto supone. En ciertos casos se puede conseguir la longitud suficiente como para llegarles a los pies. Baste de ejemplo el de Hanka Kelter, que en 1948 lucía una cabellera que llegaba hasta el suelo. 
Michele Desubleo: Berenice II, reina de Egipto
Lo mismo sucede en algunas culturas. En la mayoría de las antiguas civilizaciones el cabello largo era un símbolo de fertilidad, de sensualidad y uno de los principales atributos de la belleza femenina. En muchas culturas, el cabello largo era considerado símbolo de honor y poder, y muchos antiguos guerreros dejaban crecer su cabello y era vergonzoso perderlo. El mito de la reina Berenice, que ofreció el cabello a la divinidad es una buena muestra. 
Los antiguos guerreros Samurai, por ejemplo, mantenían una larga cabellera y tenían una disciplina muy especial para tener un correcto cuidado de su pelo; lo ataban de una manera muy particular para que éste no fuera dañado durante la batalla, pues perderlo significaba la deshonra. Lo mismo sucede entre los sikhs de la India y Pakistán, que cuidan su pelo intonso durante toda la vida, protegiéndolo con sus grandes turbantes. 
Nativo americano, mostrando su trofeo de cabellera
De manera similar, para los indios americanos la cabellera era símbolo de poder, de libertad y de honor. Como demostración de su fuerza, al ganar una batalla muchas tribus solían arrancar el cuero cabelludo de sus oponentes. Se dice que muchos guerreros preferían perder la vida antes que el cabello y es que al perderlo tenían que despedirse de un importante estatus social y eran severamente criticados y ridiculizados.
Para muchas culturas el cabello corto simbolizaba esclavitud y sumisión. Únicamente los más poderosos tenían derecho a mantener en sus cabezas tal distinción, digna de reyes, sabios, guerreros y valientes. Los romanos rapaban a las mujeres de los bárbaros vencidos y se confeccionaban pelucas con ellas. En tiempos más recientes el rapado de la cabeza de las vencidas fue practicado por el franquismo y por las potencias aliadas tras la liberación de París de la ocupación nazi. 
Max Lieberman: Sansón y Dalila
Se pueden encontrar ciertas referencias en el Antiguo Testamento sobre el místico significado que guarda el cabello. Para todos es conocida la historia de aquel ser de increíble fuerza llamado Sansón cuyo supremo poder radicaba precisamente en su cabello. Sansón era un nazir y ese grupo mantenía un voto que les impedía cortar el cabello. La única manera de vencer a ese místico hombre fue cortándole su larga cabellera, sin embargo, ésta volvió cuando su cabello creció nuevamente permitiéndole vencer a sus opresores.
Nos hemos referido en otro lugar de este blog a Rapunzel, la muchacha de uno de los cuentos de los hermanos Grimm. Tenía la cabellera tan larga que por ella podía subir su pretendiente hasta la ventana donde ella estaba. Naturalmente no es posible cabellos tan largos que caigan varios pisos, pero eso da una idea de lo apreciada que era una larga cabellera femenina y como se vinculaba a la idea de la belleza.
Especial fama alcanzaron en Estados Unidos, las siete hermanas Sutherland, pero esto será motivo de un próximo comentario. 


Bibliografía

El poder del pelo largo 
https://miradentrodetidespierta.wordpress.com/2016/05/12/el-poder-del-pelo-largo/


miércoles, 6 de junio de 2018

Los signos de vejez








Jörg Syrlin "el Viejo" 
o Michel Erhart

Grupo Vanitas
(1470-1480) 

Talla de madera policromada 46x19 cm
Procedente de Ulm
Kunsthistorische Museum. Viena 




En el Kunsthistorische Museum de Viena encontramos esta curiosa talla de madera de tilo policromada, del s. XV. Se trata de un grupo escultórico en el que aparecen tres cuerpos desnudos. Dos de ellos, un hombre y una mujer, en plenitud de la belleza y lozanía de la juventud. El tercero representa una mujer anciana, en la que el escultor se recrea en señalar las señales que en el cuerpo deja el implacable paso del tiempo. Se trata pues de una obra que se encuadra en las Vanitas, ya que la reflexión que el artista plantea es la de la fugacidad de la vida humana y la ineluctable caducidad de la belleza juvenil.  


Un detalle de la obra, mostrando la
figura femenina de la juventud


La obra procede de Ulm y se atribuye a Jörg Syrlin "el Viejo" (1425-1491), un escultor de madera activo en Ulm y autor entre otras cosas de la sillería de la catedral de esta ciudad alemana. No obstante hay ciertas dudas sobre esta autoría. Hay quien piensa que podría ser obra de Michel Erhart (1425-1522), escultor formado en el taller de los Syrlin y que posteriormente, con su propio taller realizó el altar mayor de la catedral de Ulm en 1474, una fecha cercana a la de la realización del grupo escultórico que nos ocupa.

Llamaron nuestra atención los signos de vejez que el escultor plasma en la anciana. Para articular su discurso, el escultor se fija en las alteraciones que tienen lugar en el cuerpo con el paso del tiempo. La vieja aparece con arrugas en cara y cuello y una marcada alopecia androgénica que le deja despoblada de cabello toda la zona frontoparietal. En medio de la frente aparece una tumoración cutánea, que recuerda un nevus intracelular (aunque también pudiera interpretarse como una queratosis seborreica incipiente o un carcinoma basocelular en pastilla). 

Otro detalle es la marcada asimetría facial. La boca entreabierta deja ver la lengua, que se tuerce hacia la derecha del personaje. El aspecto es el de un ictus, un accidente vascular cerebral, o el de una parálisis facial. Los ojos aparecen hundidos en las órbitas y abiertos desmesuradamente, como en un intento infructuoso de hablar (¿tal vez una afasia?).



La figura de la anciana pone de manifiesto los cambios
que se observan en el cuerpo con el paso del tiempo

El cuerpo de la figura pone de manifiesto una notoria emanciación, con pérdida de tejido muscular en tronco y extremidades. Las mamas aparecen fláccidas y colgantes, como corresponde a una mujer añosa. La piel, especialmente en el abdomen, aparece arrugada, con el aspecto de la típica sequedad cutánea senil. 

Para terminar su observación, el artista no olvida las varices, que surcan las piernas y otras zonas del cuerpo. La policromía pone de relieve esta circulación colateral, plasmando el color azulado de la red venosa, con una gran precisión. 



Las varices y la circulación venosa colateral se refleja con precisión


A la vista de esta obra, cabe destacar la correcta y precisa observación del artista, que se traduce en una perfecta descripción de los cambios que acontecen en el cuerpo con el paso del tiempo. Una visión descarnada de la realidad que sirve de base a la reflexión filosófica sobre la efímera belleza de juventud.   

 




martes, 5 de junio de 2018

El miedo al agua en el s. XVII y XVIII






François Elsen

La toilette

Óleo sobre lienzo 
Museo Boucher. Perthes, Abbeville.




En el siglo XVIII, la gente se lavaba poco. En las escasas ocasiones que se aseaba, lo hacían en seco, recurriendo a un paño blanco y seco, con el que eliminaban parcialmente el sudor y las impurezas de la piel. 

El agua era cuidadosamente evitada, por la creencia popular -muy extendida- de que la salud del cuerpo dependía del equilibrio entre los cuatro humores que se suponía que integraban el cuerpo: sangre, pituita, bilis amarilla y atrabilis o bilis negra. Los lavados con agua y mucho más los baños, representaba la introducción de un quinto elemento extraño, que podía desequilibrar el equilibrio humoral. 

Anónimo. Mujer lavándose los pies (1766)

El temor al agua culminó en el siglo XVII, y se extendió incluso entre la aristocracia y las clases más altas de la sociedad. Sabemos que Luis XIV no tenía problemas para nadar, pero evitaba usar demasiada agua para lavarse. En el interior de las casas nobles existían bañeras, pero se aconsejaba utilizarlas solo ocasionalmente, y sobre todo no permanecer en ellas durante mucho tiempo. El rechazo al agua era generalizado: antes de la Revolución Francesa sólo había nueve casas de baños en París, es decir, tres veces menos que a finales del siglo XIII. En la monarquía hispánica, Felipe V y Fernando VI fueron ejemplos de una higiene muy deficiente, con auténtica fobia al agua. 

El miedo a los miasmas se convirtió en una auténtica obsesión. Los malos humores se evacuaban mediante procesos naturales como las hemorragias, los vómitos o la transpiración, y cuando éstos no funcionaban se recurría a purgas o sangrías efectuadas por los médicos. Para garantizar la salud había que hacer circular el aire.

La ventilación de los habitáculos era realmente imprescindible, ya que esta concepción restrictiva de la higiene debía producir ambientes malolientes y hediondos. Como se consideraba que los malos olores eran indicativos de la presencia de aire viciado, una norma básica de higiene consistía en perfumar el aire. Como en el caso de las sangrías, se creía que los olores agradables limpiaban de los miasmas los órganos y la sangre. En cambio, la suciedad no suponía un riesgo para la salud; al contrario, se consideraba que servía para proteger la piel. 


La desconfianza hacia el agua no era nueva. Desde la segunda mitad del siglo XIV, los médicos habían empezado a desaconsejar los baños calientes por considerar que el agua podía facilitar el contagio de la peste. Los poros podían abrirse y facilitar la introducción de miasmas en el organismo que desequilibraban su funcionamiento. Según las concepciones de la época, los miasmas eran efluvios malignos producidos por cuerpos corruptos o aguas estancadas.



Cuarto de Baño del palacio de Valençay.
De izquierda a derecha vemos un bidé, una bañera y el tocador.
Primer tercio del s. XIX.
Aunque no todo eran argumentos médicos. También se aducían argumentos de orden moral. A partir de la Contrarreforma de los siglos XVI y XVII, la Iglesia ejerció una influencia creciente no sólo sobre la moral, sino también sobre las prácticas corporales cotidianas de la población. El clero quiso proscribir los baños públicos –denominados «baños romanos»– por el peligro que suponían el contacto corporal y la desnudez. 


Por todas estas razones, las prácticas de higiene eran rápidas, muy selectivas y se realizaban generalmente en seco. Había que lavarse sin debilitar la piel ni exponerla a la penetración de miasmas, lo que implicaba hacer abluciones parciales. Al levantarse, los adultos y los niños se peinaban y se frotaban ciertas partes del cuerpo con paños secos, dando mayor importancia a los lugares más expuestos a la vista: las manos, los pies, la boca y la zona retroauricular. 

El vinagre en el s. XVIII era usado como cosmético y aún como medicamento.
El aspecto corporal y la respetabilidad social era juzgado por lo que quedaba a la vista. Llevar un vestido limpio era un buen indicador de la posición social que alguien ocupaba: cuanto más rico era uno, más se cambiaba de vestido. Del mismo modo, en cuanto al cuidado corporal lo importante era la apariencia. A menudo no se intentaba eliminar la suciedad, sino disimularla con productos que cubrieran las imperfecciones de la piel y la blanquearan. Por eso se consideraba que estar limpio consistía en frotarse la piel con pastillas de jabón de Florencia o de Bolonia, con perfume de limón o de naranja, o lavarse la cara con vinagre perfumado.
Este último alcanzó enorme popularidad. En París, en su tienda de Saint-André-des-Arts, el famoso vinagrero Maille comercializaba al menos 92 vinagres de salud e higiene. Difundidos después de 1740, estos vinagres perfumados, en forma de lociones con flores o especias, eran vendidos por vinagreros destiladores que competían en imaginación para promocionar su «Agua imperial», su «Agua magnífica» o sus vinagres de cítricos con naranjas de Portugal. También se aconsejaba untarse las manos con cremas de almendras dulces o de benjuí. Del mismo modo que las cremas de jazmín o de lavanda, estos productos eliminaban la suciedad de forma mecánica, pero sin agredir la piel. Cuando hacía buen tiempo, la gente se aplicaba sobre el pecho telas impregnadas de ungüentos y preparados aromáticos.

No es hasta mediados del s. XVIII cuando se empezaron a apreciar las virtudes calmantes del agua templada, y que el agua fría podía fortalecer los tejidos y mejorar la circulación de la sangre. En su "Emilio", Rousseau aconsejaba:
«Lavad a menudo a los niños; su suciedad muestra la necesidad de hacerlo». 

A finales de siglo, coincidiendo con las ideas de renovación de la Ilustración, el agua empezó a entrar en ciertos hogares, que se equiparon incluso con cuartos de baño. El baño era un lugar de descanso, incluso de vida social. No se consideraba indecente recibir a los amigos en la bañera. 

Jean Jacques Hauer: La muerte de Marat
Progresivamente el aseo se privatizó y se individualizó, dando forma a nuevos momentos y espacios de intimidad. Así, María Antonieta permitía sólo la presencia de dos criadas mientras se bañaba. Por supuesto, el baño aún se utilizó durante mucho tiempo como un método para el cuidado de la piel y tratamiento de sus enfermedades: en 1793, el revolucionario Marat tomaba baños con extractos de almendra y minerales para combatir su dermatitis y escribía sus cartas y discursos desde la bañera. Así recibió a Charlotte Corday, que aprovechó el baño-entrevista para apuñalarlo.

Sin embargo, durante mucho tiempo, el agua siguió siendo vista con prevención y la mayoría de la población evitó utilizar el agua para lavarse. Habría que esperar hasta las primeras décadas del siglo XIX para que se empezara a generalizar el uso higiénico del agua.



David: La muerte de Marat. 


Bibliografía

Mazeau G. El baño diario, una conquista de la Ilustración. 
http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/el-bano-diario-una-conquistade-la-ilustracion_9522/1

Vigarello G. Lo limpio y lo sucio: la higiene del cuerpo desde la Edad Media. Alianza, Madrid, 1991.

Vigarello G. Historia del cuerpo, I. Taurus, Madrid, 2005.
El perfume. P. Süskind. Planeta, Barcelona, 2010.


lunes, 4 de junio de 2018

El blog ya tiene más de mil artículos!!





El blog "un dermatólogo en el museo"
tiene ya más de 1.000 artículos


A las pocas semanas de haber alcanzado las 600.000 visitas, hemos conseguido llegar a otro nuevo hito: se han publicado ya más de 1.000 entradas en el blog. Una colección considerable que ofrece un amplio testimonio del punto de vista de un médico dermatólogo amante del arte, la historia y las humanidades en general. 

Con este motivo, quiero recordar las entradas más leídas en estos tres años y pico de la andadura de este proyecto, en el que he intentado mantenerme fiel a la máxima "Nulla dies sine línea" que enunciara Plinio el Viejo, un escritor, historiador y científico romano. Siguiendo sus pasos, he intentado aunar la pluma y el bisturí, las artes y las ciencias en este variado caleidoscopio que es una muestra de mi personal visión del universo. 

Las 10 entradas que reseño a continuación han tenido todas hasta el momento actual más de 3000 visitas cada una. Comienzo por las menos leídas, dejando para el final las que han batido el récord de interés en los lectores: 



10) Felipe IV, adicto al sexo y  sifilítico 


El rey Felipe IV de España fue un auténtico obseso sexual. Aparte de un gran número de amantes, tuvo numerosas aventuras eróticas ocasionales y frecuentó prostíbulos con frecuencia. Se calcula que tuvo cerca de 40 hijos bastardos. 

En cambio, con su descendencia legítima no fue tan prolífico y la Corona acabó recayendo en Carlos II, con diversas enfermedades hereditarias, sífilis congénita y notable retraso mental, que aparte de la decadencia que se derivó de su reinado, murió sin sucesión por impotencia e infertilidad, dando lugar al fin de la dinastía, a la Guerra de Sucesión, de nefastas consecuencias, y a la entronización de los Borbones. 

http://xsierrav.blogspot.com/2015/10/felipe-iv-adicto-al-sexo-y-sifilitico.html?spref=tw 




9) La fístula anal del Rey Sol 


Luis XIV de Francia conocido como el rey Sol, estaba aquejado de una fístula anal, que le producía importantes molestias. Tras muchas controversias y dudas, al final los médicos se decidieron a realizar una atrevida intervención quirúrgica. 

La operación fue innovadora tanto en técnica como en el diseño de bisturíes e instrumental que se realizó a propósito para  la ocasión, lo que contribuyó a un notable progreso en la cirugía de su tiempo. 





8) La sífilis de los Borgia 


Dos miembros de la familia valenciana Borja (cuyo nombre se italianizó como Borja) alcanzaron el trono papal, en donde reinaban en una lujosa corte renacentista, en la que muchos de sus familiares encontraron cargos y prebendas. La disipación, la promiscuidad y las constantes conspiraciones de aquel ambiente fueron proverbiales. La relajación sexual que reinaba en la corte papal pronto se vio turbada por la aparición de numerosos casos de sífilis, una enfermedad que hacía estragos en Europa. El papa Alejandro VI encargó el estudio del nuevo mal al médico valenciano Gaspar Torrella, que fue uno de los primeros que escribieron un libro sobre el nuevo mal. 

 http://xsierrav.blogspot.com/2015/03/la-sifilis-de-los-borgia.html?spref=tw




7) La escasa higiene de Luis XIII

La higiene corporal era casi inexistente en el período barroco. El baño completo era temido, ya que según una tendencia muy extendida, podía contribuir a que penetraran miasmas en el cuerpo. 

Esto no era solamente válido para las clases menesterosas: tampoco en los palacios se practicaban muchos lavados. 

Comentamos diversos datos sobre la casi nula higiene corporal del rey Luis XIII de Francia, del que consta que se lavó en muy contadas ocasiones.

http://xsierrav.blogspot.com/2016/11/la-escasa-higiene-de-luis-xiii.html?spref=tw




6) Enrique VIII: sífilis versus genética

Según diversos autores, Enrique VIII estuvo afecto de sífilis. De hecho, hay muchos datos para sostener esta teoría, entre ellos la conocida promiscuidad del monarca. 

Revisamos algunos de los argumentos que sustentan esta opinión y también tenemos en cuenta algunos aspectos que no acaban de encajar totalmente y que han servido para rechazar este diagnóstico.

Según otra teoría muchos de estos síntomas podrían explicarse como un síndrome de McLeod. 

http://xsierrav.blogspot.com/2015/06/enrique-viii-sifilis-versus-genetica-i.html?spref=tw





5) La enfermedad de Job

Aunque a veces la enfermedad ha sido vista como castigo al pecado, no siempre es así. En el caso de Job la enfermedad fue permitida por Dios para probar su bondad. La enfermedad inmerecida, hasta entonces concebida solamente como castigo de pecadores y flagelo de enemigos e impíos, aparece ahora como probatoria de la virtud. Una nueva concepción que encontrará un especial desarrollo entre los místicos del s. XVI, en los que sufrir males crónicos, dolorosos o repugnantes puede ser considerado como demostración de su santidad. 

http://xsierrav.blogspot.com/2016/02/la-enfermedad-de-job.html?spref=tw



4) ¿De qué color tenían la piel los antiguos egipcios? 


En las pinturas y esculturas que nos han llegado del Egipto faraónico, los hombres aparecen con la piel de color rojizo y las mujeres de color amarillento, pálido. Se trata de un color simbólico, que no nos permite saber exactamente cuál era la piel de los egipcios. Tampoco el estudio de las momias permite resolver el enigma, ya que son todas de color negro por la acción de los ungüentos y perfumes usados en el proceso de momificación. 


http://xsierrav.blogspot.com/2015/12/de-que-color-tenian-la-piel-los.html?spref=tw

http://xsierrav.blogspot.com/2015/12/de-que-color-tenian-la-piel-los_14.html?spref=tw


3) Los "pieles rojas", cazadores de cabelleras 

Algunas tribus indígenas de América del Norte, de creencias animistas, arrancaban el cuero cabelludo de sus víctimas de guerra para exhibirlas posteriormente como trofeo, creyendo que allí residía el alma. Una muestra más de lo que puede llegar a simbolizar el cabello humano, que es una parte de nuestro cuerpo cargado de significado. 


http://xsierrav.blogspot.com/2016/02/los-pieles-rojas-cazadores-de-cabelleras.html?spref=tw



2) Historia de la fotoprotección 


En esta serie de tres entradas hablamos de la protección solar. La moda de broncear la piel al sol nació de la mano de Coco Chanel y Josephine Baker, en los años 20. Nadie antes valoraba el tono tostado de la piel, que se consideraba propio de marineros y campesinos. 

Con la exposición solar para obtener el deseado moreno surgieron algunos problemas, como las inevitables quemaduras. Se investigaron cremas hidratantes y de protección hasta llegar a la completa panoplia actual. 



http://xsierrav.blogspot.com/2017/06/historia-de-la-fotoproteccion-i-la-moda.html?spref=tw

http://xsierrav.blogspot.com/2017/06/historia-de-la-proteccion-solar-ii.html?spref=tw


http://xsierrav.blogspot.com/2017/06/historia-de-la-proteccion-solar-y-iii.html?spref=tw


Y el más leído fue: 



1) Lavarse sin jabón

No siempre ha existido el jabón para lavarse. Es más, su popularización ha sido algo relativamente reciente. En el mundo clásico, los  griegos y romanos usaban para lavarse arena y aceite, que disolvían la suciedad y la grasa, efectuando una especie de peeling. Posteriormente los restos de arena y aceite eran eliminados con unos instrumentos de bronce llamados estrígilos. 

http://xsierrav.blogspot.com/2015/09/lavarse-sin-jabon.html?spref=tw