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lunes, 12 de noviembre de 2018

Los inicios del sida (y II): la polémica del descubrimiento del virus









Luc Montagnier en el laboratorio del Institut Pasteur
(2000) 

Fotografía 





En otra entrada del blog comentábamos la época en la que apareció el sida y el gran revuelo y desconcierto que causó. Veremos hoy las primeras investigaciones que se realizaron sobre la nueva enfermedad y el descubrimiento de su agente causal. 

La gran cuestión en aquel momento era como se había originado la epidemia y cuál era su causa. Se especulaba que había surgido por el uso excesivo de drogas y de la alta actividad sexual con diferentes parejas. También se planteó que la inoculación de semen en el recto durante la práctica de sexo anal, combinado con el uso de inhalantes con nitrito llamados poppers, producía supresión del sistema inmune. 
Los medios de transmisión se fueron perfilando, básicamente se contagiaba por vía sexual o por vía parenteral. Una enfermedad de los gatos, la leucemia felina presentaba ciertas similitudes y estaba causada por un retrovirus. Un virus llamado «virus de inmunodeficiencia en simios» (SIV, en inglés), era idéntico al VIH y causaba síntomas similares al sida en otros primates. 
Cada vez estaba más claro que la enfermedad estaba causada por un retrovirus. Robert Gallo, un científico del Instituto Nacional del Cáncer (NIH) en Bethesda, EE.UU. en 1980 había descubierto el primer retrovirus humano, el HTLV-I, que transmitido por contacto sanguíneo y sexual era la causa de una de cada 100 leucemias. Unos años después describiría otro virus, el HTLV-II, de aspecto similar al anterior, pero que no había relacionado con ningún tipo de leucemia hasta ese momento.

En 1982, Willy Rozenbaum, especialista en enfermedades infecciosas del Hospital de la Pitié de París contacta con los investigadores del Instituto Pasteur, Prof. Luc Montagnier (jefe de la unidad de oncología viral), Jean-Claude Chermann (director de laboratorio) y su ayudante Françoise Barré-Sinoussi. Rozenbaum les comenta que sus pacientes presentan adenopatías (ganglios inflamados) en todo el cuerpo, y que este aspecto podría ser clave para investigar la causa de la enfermedad. 



Unas de las primeras fotos del virus del sida, que fue llamado BRU
por las primeras letras del apellido
del paciente, F. Brugière.



En 1983, Rozenbaum extirpa una de las adenopatías procedente de un varón homosexual de 33 años con el nuevo síndrome en fase preliminar. Tras un cultivo celular el equipo de Montagnier pudo detectar la retrotranscriptasa del virus. El sida estaba causado por un retrovirus. A primeros de febrero de este mismo año, otro miembro del equipo, Charles Dauget, consigue fotografiar el virus al microscopio electrónico, y le da el nombre de BRU (por el nombre del paciente, llamado Brugière). 

El 20 de mayo el equipo del Institut Pasteur publica sus resultados en la revista Science, en el que avanzaba los conocimientos obtenidos sobre el virus, y proponía denominarlo LAV (Lymphoadenopathy Associated Virus). En esa publicación se señala que el paciente no tenía aún los síntomas típicos del sida, aunque los investigadores creían que el virus era el agente responsable de la enfermedad. 

Mientras tanto, Gallo seguía las pautas que le habían permitido identificar otros retrovirus. Pidió muestras al laboratorio francés, que ya habían aislado y purificado el virus. 

Robert Gallo, en los años 80, en el Instituto Nacional del Cáncer (NIH) de Bethesda

En abril del 1984 Margaret Heckler, secretaria de Salud de EE.UU., anuncia que el equipo de científicos del profesor Gallo ha descubierto el HTLV-III, virus que se considera causante del SIDA. Estos autores patentan ese mismo día el test de anticuerpos capaz de detectar el virus. En un alarde de excesivo optimismo se declara que es posible que en un par de años se tenga la vacuna para controlar la enfermedad. En mayo de 1984 Gallo publica un artículo en Science, en el que proclama que ha aislado un retrovirus, Human T-cell lymphotropic virus-III (HTLV-III), de una serie de enfermos de sida y sugiere que este virus es el agente productor del sida. 

La polémica estalló abruptamente. Gallo no estaba dispuesto a que Montagnier le escamoteara el descubrimiento, que consideraba le pertenecía por su trayectoria y trabajos. Pero Gallo en 1986 volvió a reclamar la paternidad del descubrimiento, señalando 1984 como la fecha en la que 
“Los resultados presentados en nuestros cuatro trabajos aportan claramente la evidencia que el agente etiológico del SIDA y ARC (AIDS related complex, un cuadro prodómico del sida) es el nuevo virus linfotrópico, HTLV-III”.

No era la primera vez que estas polémicas se daban entre científicos. Baste recordar la que protagonizaron Hansen y Neisser al descubrir el bacilo de la lepra. Y la polémica pronto adquirió tintes nacionalistas, como en el caso de la sífilis a finales del s. XV. 

A finales de 1984 un científico inglés, Robin Weiss, demostró que el HTLV-3 y en LAV eran el mismo virus. En enero del 1985 Montaigne y Gallo publican las secuencias genéticas de los virus del sida que han identificado y deciden compartir los derechos de la patente. 

En 1986 un equipo de investigadores, en particular virólogos, tras aceptar de forma definitiva que el VIH es responsable del SIDA, acuerdan ponerle el nombre del Virus de la Inmunodeficiencia Humana. Asimismo se decide reservar SIDA para nombrar a la enfermedad cuando ya han aparecido síntomas relacionados con la inmunodepresión, mientras que se denomina infección VIH cuando están presentes los anticuerpos pero no han aparecido síntomas relacionados con la disminución de las defensas. El acuerdo es refrendado por el Comité de Taxonomía de Virus y de la OMS, y los dos equipos firmaron un documento conjunto, compartiendo la patente. 

Aunque la pelea por la paternidad del descubrimiento no cesó. Al contrario, se hizo tan encarnizada que en 1987, los entonces presidentes de Estados Unidos, Ronald Reagan, y primer ministro francés, Jacques Chirac, emitieron un comunicado común que pretende poner fin a la controversia sobre el mérito del descubrimiento del nuevo virus. A partir de ese momento ambos científicos Gallo y Montaigne son descritos como los "co-descubridores" del VIH. 

En 1988 Gallo y Montaigne publicaron un artículo conjunto en "Scientific American" en el que parecía que querían dar por terminada la polémica. Sin embargo en noviembre de dicho año el Chicago Tribune descubrió que los trabajos de Gallo se basen en unas muestras de sangre que él había mandado Montaigne. En 1991 Gallo reconoció que "su virus" procedía de una muestra recibida del Instituto Pasteur, donde trabajaba Montaigne, y con el que su equipo había colaborado. El virus HLTV-III era idéntico al LAV no por casualidad, sino que en realidad era el LAV que los franceses le habían enviado. En esta ocasión Gallo no aisló ningún virus nuevo, empleó el LAV para infectar sus cultivos y reaislaron a partir de ellos. El investigador de Bethesda intentó disculparse afirmando que habría tenido lugar una contaminación accidental de sus muestras con las francesas. Con esto reconocía que ambos virus (el LAV y el HTLV-3 eran el mismo) pero intentaba convencer al mundo de que no se había actuado con mala intención.
En 1992 un nuevo informe del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos consideró definitivamente que Montaigne había sido el descubridor del HIV. Un año más tarde ambos investigadores decidieron trabajar conjuntamente.



Los galardonados con el Premio Nobel en 2008: Harald zur Hausen, por descubrir
que un virus puede causar el cáncer cervical (izquierda) ; y Françoise Barré-Sinoussi (centro) y Luc Montagnier (derecha)  por el descubrimiento del virus del sida. 


Luc Montgnier recibiendo el Premio Nobel (2008) 
No obstante, se reconoció que los descubridores genuinos del virus fue obra de Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi, y solo a ellos dos se les concedió el Premio Nobel conjunto, junto a otro investigador en el 2008. También se aceptó que Robert Gallo se aprovechó del material de otros investigadores para realizar todas sus observaciones. Aunque hay que decir que Robert Gallo aportó la metodología necesaria para descubrir los primeros retrovirus humanos. Sin los conocimientos que había aportado Gallo, al identificar por primera vez los retrovirus humanos, Montaigne nunca hubiera podido descubrir el VIH. La historia de la ciencia es un tejido en el que los descubrimientos se entrelazan entre sí. 
Mientras tanto, se habían desarrollado diversas pruebas de laboratorio para la detección de anticuerpos, entre las que sobresalen el ELISA y el Western Blot. También se comenzaron a efectuar investigaciones sobre posibles tratamientos y sobre la posible obtención de una vacuna. Las investigaciones que se han efectuado desde entonces para resolver la epidemia de sida han permitido un avance sin precedentes sobre la comprensión de los mecanismos de la inmunidad humana y han supuesto un avance sin precedentes en la Historia de la Medicina. 
Una foto del virus VIH, el agente causal del sida (2001)  
En las últimas décadas del s.XX los enfermos de sida sufrieron una gran marginación, siendo aisladas por la comunidad, los amigos e incluso la familia. Los niños que tenían sida no eran aceptados por las escuelas debido a las protestas de los padres de otros niños. La gente temía acercarse a los infectados ya que pensaban que el VIH podía contagiarse por un contacto casual como dar la mano, abrazar, besar o compartir utensilios con un infectado. Muchos enfermos fueron despedidos de sus trabajos, y sufrieron un aislamiento comparable al que en otros tiempos habían sufrido los leprosos o los sifilíticos. 
En un principio la comunidad homosexual fue culpada de la aparición y posterior expansión del sida en Occidente. Incluso algunos grupos religiosos llegaron a decir que el sida era un castigo de Dios a los homosexuales (esta creencia todavía subsiste entre ciertas minorías de creyentes cristianos y musulmanes). Otros señalan que el estilo de vida «depravado» de los homosexuales era responsable de la enfermedad. Aunque en un principio el sida se expandió más de prisa a través de las comunidades homosexuales, y que la mayoría de los que padecían la enfermedad en Occidente eran homosexuales, esto se debía, en parte, a que en esos tiempos se había abandonado el uso del condón, a causa del descenso producido en la incidencia de sífilis y gonococia y su fácil y rápido tratamiento.  Además, se consideraba que el condón se usaba solamente como método anticonceptivo, por lo que no era prácticamente usado por los homosexuales. En ciertos países, como en África su introducción era difícil por razones de cultura y tradición. 

Eenero de 1983 se describió el primer caso de transmisión heterosexual, por lo que el sida perdió su vinculación exclusiva con los homosexuales masculinos. Pero al haber concentrado la atención sólo en los homosexuales, se contribuyó en cierto modo a que la enfermedad se extendiera sin control entre heterosexuales, particularmente en África, el Caribe y luego en Asia. Sin embargo, la concienciación de la sociedad y las campañas para el uso masivo del condón permitieron en gran medida un cierto control de la epidemia. 
En 1987 se aprobó el primer tratamiento antiviral AZT (azidotimidina) que consiguió mejorar la vida de los enfermos. Actualmente los tratamientos con retrovirales han modificado considerablemente el pronóstico del sida, especialmente a partir de 1996. Un nuevo régimen de tratamiento conocido como terapia antirretroviral altamente activa (Haart, por sus siglas en inglés) supuso un antes y un después para los enfermos. Los efectos secundarios remitían y vivir con VIH comenzaba a ser posible sin que la muerte rondara a la vuelta de la esquina. Los fármacos fueron avanzando hasta lograr que ya no hablemos de un mal mortal, sino crónico. Con una pastilla al día —por lo general—, el virus queda bajo control, es indetectable en plasma y no hay prácticamente riesgo de contagio. Los enfermos de sida, sometidos a los actuales tratamientos tienen una esperanza de vida casi equiparable a la de la población en general. No obstante, la epidemia mundial de sida sigue siendo un problema sanitario de grandes proporciones, debido entre otras cosas a la cronicidad de la enfermedad. El 54% de los adultos y el 43% de los niños infectados están en tratamiento antirretrovírico (TAR) de por vida. También hay que señalar que a pesar de los grandes progresos realizados en este campo, la marginación de los enfermos de sida, si bien se ha aminorado, no ha desaparecido del todo.  

El origen de la epidemia sigue siendo motivo de polémica. Originada en África según algunos, a partir de una mutación de un virus de ciertos primates; para otros ha sido un producto de la investigación intencionada en los laboratorios occidentales. Un aspecto que no se ha podido demostrar y que todavía hoy sigue siendo motivo de controvertidas teorías. 


Bibliografía


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Grmek, M. Histoire du sida. Début et origine d’une pandémie actuelle, Payot, Paris, 1989,

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El País. Planeta Futuro. 35 años del descubrimiento de aquel extraño y mortal virus.
https://elpais.com/elpais/2018/05/16/planeta_futuro/1526425640_348314.html

Pépin, Jacques, The origins of AIDS, Cambridge University Press, 2011

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Sierra X. Historia de las enfermedades de transmisión sexual. En: Vilata JJ. Enfermedades de transmisión sexual. JP. Prous ed. Barcelona, 1993.


Zapata P. Historia del sida. 


La ciencia y sus demonios Historia del SIDA (II): los cazadores de virus

https://lacienciaysusdemonios.com/2012/02/21/historia-del-sida-ii-los-cazadores-de-virus/

https://www.monografias.com/trabajos95/historia-del-sida/historia-del-sida.shtml

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