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lunes, 13 de agosto de 2018

La cara impasible y sin dolor de los Cristos románicos

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Taller de Ripoll (?)

Majestat Batlló
(s. XII)


Escultura de madera policromada. 
1,56 x 1,20 cm.  
MNAC, Barcelona



En la Edad Media, las imágenes talladas en madera constituían uno de los elementos fundamentales de las iglesias como objetos de culto. Uno de los tipos iconográficos más habituales en Catalunya fue la del Cristo en Majestad, una imagen del crucificado que simboliza su triunfo sobre la muerte. 


Majestat de Serrateix. Museu Episcopal de Vic
La imagen lleva la corona real, símbolo de su poder
Una de las piezas más representativas de esta tipología escultórica es sin duda la Majestat Batlló (s. XII). La talla impresiona por su carácter solemne, gracias a una composición basada en la simetría geométrica y por su frontalidad. Al verla, enseguida llama la atención sus facciones serenas, que no expresan dolor alguno,  sino frialdad e incluso cierta indiferencia. Por otra parte, Cristo aparece vestido con una rica y lujosa túnica, que recuerda los refinados tejidos imperiales bizantinos o las suntuosas vestiduras hispanomusulmanas.


Las facciones del Cristo en Majestad de Lluçà no traslucen dolor ni bondad.
La intención del artista era infundir temor. Museu Episcopal. Vic


El arte románico insiste continuamente en la idea del poder de Dios (sociedad teocéntrica). En esta concepción social, muy jerarquizada, Dios ocupa el máximo nivel y ostenta el poder de crear, de juzgar, de proclamar la ley i el orden del mundo. Pero sobre todo el poder de reinar, ya que la monarquía es el sistema político medieval por antonomasia. Por eso, la representación de Dios por excelencia en el arte bizantino y románico és el Pantocrator, una expresión neoplatònica, que llega al medioevo a través de San Agustín y de Juan Scoto. El Cristo distante, mayestático, es desde luego una idea neoplatónica: Dios vive en una luz inaccesible y nadie se le puede acercar (1 Tim, 6-16). En los textos sagrados también encontramos una base ideológica : Nadie ha visto nunca a Dios (Jn 1, 18 y Ex 3, 20) 



La imagen de Dios Cosmocrator, del Dios Juez y Rey fue la más habitual
en el arte románico. Ábside de Sant Climent de Taüll. MNAC. Barcelona. 

También está muy extendida la imagen de Dios Juez, en el Juicio Final, inspirada en el Apocalipsis y en el Evangelio de San Mateo (Mt. 25, 31-46).  En estas escenas suele representarse también a San Miguel efectuando el peso del alma (psicostasia), así como la resurrección de los muertos, un tema obsesivo en el arte medieval. Para el cristiano de la Edad Media, Dios no es misericordioso ni  amoroso, sino la encarnación del poder, del feudalismo que articula la sociedad. La concepción que se tiene de Dios en los años del románico es la que podemos encontrar descrita en la antífona Dies Irae, interpretada en las misas de difuntos:  


Quantus tremor est futurus, 
quando judex est venturus, 
cuncta stricte discussurus !
Que gran temor sobreventrá 
cuando venga el estricto Juez
a sentenciar implacablemente 
(...)



Rex tremendæ majestatis,
qui salvandos salvas gratis,
      salva me, fons pietatis. 
         Rey de tremenda majestad
que salvas a quien tu designas 
sálvame, fuente de piedad



La crucifixión era una imagen mucho menos extendida. De hecho, no comienza a representarse hasta el s. VI (la primera crucifixión de la que tenemos constancia aparece en la puerta de la iglesia de Santa Sabina, en Roma y data de esta época). Es lógico que este icono no apareciera previamente, ya que para los primeros cristianos la cruz era un símbolo de tortura, de humillación. Cuando por fin se toma la crucifixión como un relato evangélico, Cristo se representa con los brazos abiertos y rígidos, totalmente adaptados a la cruz, siguiendo la ley de adaptación al marco. El cuerpo de los crucifijos románicos no pende y es totalmente hierático, ya que se intenta inculcar respeto y temor. La cara, totalmente inexpresiva, no trasluce ningún gesto de dolor.  La sangre es escasa o incluso puede faltar y los 4 clavos son una representación meramente ritual, colocados simétricamente como si fueran botones. 


La primera imagen de crucifixión.  La postura de los cuerpos no es realista,
sino simbólica. Puerta de Santa Sabina, Roma (s. VI)


La base ideológica de esta representación es platónica, pero también deriva de las teorías monofisitas,  que sostenían que Jesucristo solamente tenía una naturaleza divina, y no podia sufrir como un hombre. Dios no puede identificarse con la muerte, ya que según Orígenes, la sombra de Dios es la vida, mientras que la muerte refleja la ausencia de Dios. La idea del poder de Dios, de Cristo Rey, choca con la del crucificado, desnudo, torturado y ajusticiado, imagen que no liga con la magnificencia del poder, y que podría dar argumentos visuales a ciertas herejías (como cátaros, o valdenses..) que ya criticaban la vida opulenta y dispendiosa del clero.  


Pirámide social del feudalismo
Es entonces (s. XII - inicios del XIII) cuando aparecen los Cristos en Majestad, ataviados con ricas vestiduras y tocados con la corona real. Una decidida apología del orden feudal establecido, fuertemente jerárquico: rey (cuyo poder deriva de Dios), nobles, guerreros (bellatores), monjes (oratores) y bajo toda esa pirámide aparece, distante y oprimido, el pueblo, los siervos de la gleba (laboratores) 






Bibliografía



Puigarnau,  A. Imago Dei y Lux mundi en el siglo XII La recepción de la Teología de la Luz en la iconografía del Pantocrátor en Catalunya. Tesis doctoral dirigida por Amador Vega Institut Universitari de Cultura Universitat Pompeu Fabra. Barcelona,1999. http://www.tdx.cbuc.es/TESIS_UPF/AVAILABLE/TDX-0620105-125650//tapt1de2.pdf

Sant Bernat.  Sermó sobre el Càntic dels Càntics (cit. Per Davy MM: Initiation a la symbolique romane. Paris: Flammarion, 1977.

Románico. Gótico y Primer Renacimiento. Colección Fundación Francisco Godia. http://www.liceus.com/cgi-bin/gui/03/4584.asp

Gombrisch E.H. Historia del arte. Barcelona: Círculo de lectores, 1995 (p. 202)

Bellosi, L. Giotto. Tutta la pittura. Firenze: Scala, 1981.

Gélis, J. Le corps, l’Église et le sacré. In: Corbin A, Courtine J-J, Vigarello G. Histoire du corps. Paris: Seuil, 2005 (pp. 23-25)

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