Vicente Borrás Abellá
Vacunación de niños (circa 1900)
Óleo sobre lienzo 100x150 cm
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía Madrid |
La vacunación fue uno de los más destacados progresos del s. XIX, aunque su introducción masiva fue motivo de polémicas. En esta pintura, Borrás, siguiendo la tendencia del realismo de representar los avances científicos y médicos, pone en evidencia la dicotomía entre ciencia y conciencia, progreso y tradición.
A la izquierda de la escena se sitúa el médico, en el momento de inocular la vacuna a un bebé, sostenido por su madre. En la esquina inferior izquierda, se puede ver parcialmente el caballo que mantenía activos los virus. La parte derecha del cuadro está ocupada por los niños que esperan ser vacunados, con sus madres, pintados con trazos frescos y colores vivos. La composición es algo azarosa, como si se hubiera tomado una instantánea en un consultorio médico. No hay distinción de clases sociales: tanto la enjoyada y elegante madre que sostiene el niño que está recibiendo la vacuna como las otras mujeres -de indumentaria mucho más humilde- acuden entre confiadas y resignadas a proteger a sus hijos frente a la enfermedad con la vacuna. Los niños contemplan temerosos y asustados la inyección que les espera.
Las vacunas son, indudablemente, uno de los mayores progresos de la Medicina y al que debemos tanto la erradicación de la viruela como una importante reducción de la incidencia de otras muchas patologías. Sin embargo, todavía sigue en algunos sectores, la polémica sobre su administración. Han surgido movimientos anti-vacunas contrarios a esta práctica, aduciendo "peligrosos efectos secundarios". A través de Internet, estos detractores de las vacunas han hecho muchos adeptos en los últimos 10 años. Esto es lo que ha detectado un equipo internacional de investigadores de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, del Imperial College de Londres. Tras interrogar a 65.000 personas de 67 países, entre septiembre y diciembre de 2015, realizaron "la mayor encuesta sobre la confianza en las vacunas hasta ahora", como afirma la revista Science. Sus resultados se han publicado en la revista EBioMedecine.
El promedio de escépticos fue de 12% (17% en Europa). El país que mostró una mayor falta de confianza en las vacunas fue Francia, donde el 41% de los encuestados afirmaron que las vacunas no son seguras y un 11,7% no consideraron importante vacunar a los niños. En cambio, Bangla Desh fue donde los partidarios de las vacunas alcanzaron una mayor proporción (solamente 0'2% de opiniones contrarias).
En cuanto a los Estados Unidos, la desconfianza hacia las vacunas fue similar a la media europea: un 13,5% no estaban seguros de su seguridad; 9,6% mostraron dudas sobre su eficacia y 8,8% no concedían importancia a la vacunación infantil.
Las causas del escepticismo frente a las vacunas tienen su origen en algunas informaciones mal entendidas o parcialmente falsas. Así, en 1998 la revista médica The Lancet publicó un artículo que sugería una relación entre la vacunación triple vírica (sarampión-paperas-rubeola) y un aumento de incidencia de autismo. Este artículo fue objeto de repetidos desmentidos y descalificaciones oficiales, ya que esta relación no pudo ser demostrada. En Francia, desde los años 1920 se añadían sales de aluminio a las vacunas, con el fin de obtener una mejor respuesta inmunitaria y fueron acusadas por algunos (como la asociación E3M) de causar ciertas patologías. Se ha achacado a la vacuna de la hepatitis B el aumento de casos de esclerosis en placas, y a la vacuna del papilomavirus de efectos secundarios como la fatiga crónica. Ninguno de estos efectos ha podido demostrarse. El efecto viral de estos bulos y afirmaciones gratuitas en internet ha conseguido amplificar considerablemente su repercusión. A los bulos y esto se añade la crítica a decisiones políticas, como la excesiva compra de grandes cantidades de vacunas cuando apareció la pandemia de gripe H1N1 en 2009.
La desconfianza promovida por los colectivos anti-vacuna ha comportado la creciente disminución del número de vacunados, lo que ha permitido la reaparición de ciertas enfermedades como el sarampión. En algunos países, como Guatemala, donde el sarampión se había erradicado desde hace 20 años, se ha reintroducido al contagiarse un niño en un viaje a la "civilizada" Europa.
Esta situación puede causar un grave peligro para la salud pública y para frenar ciertas epidemias, por lo que en algunos países, como Francia, según orden de noviembre de 2017 se han dictado normas para la vacunación obligatoria de 11 enfermedades (desde el 1 de enero de 2018): difteria, tétanos, poliomielitis, tos ferina, infecciones invasivas por Haemophilus influenzae de tipo b, hepatitis B, infecciones por neumococo, infecciones invasivas por meningococo del serogrupo C, sarampión, paperas y rubeola. Entros países los gobiernos han tomado medidas similares.
Los pediatras defienden la vacunación infantil obligatoria ante el repunte de algunas enfermedades:
Movimientos anti-vacunas:
El perfil de los antivacunas:
A la izquierda de la escena se sitúa el médico, en el momento de inocular la vacuna a un bebé, sostenido por su madre. En la esquina inferior izquierda, se puede ver parcialmente el caballo que mantenía activos los virus. La parte derecha del cuadro está ocupada por los niños que esperan ser vacunados, con sus madres, pintados con trazos frescos y colores vivos. La composición es algo azarosa, como si se hubiera tomado una instantánea en un consultorio médico. No hay distinción de clases sociales: tanto la enjoyada y elegante madre que sostiene el niño que está recibiendo la vacuna como las otras mujeres -de indumentaria mucho más humilde- acuden entre confiadas y resignadas a proteger a sus hijos frente a la enfermedad con la vacuna. Los niños contemplan temerosos y asustados la inyección que les espera.
Las vacunas son, indudablemente, uno de los mayores progresos de la Medicina y al que debemos tanto la erradicación de la viruela como una importante reducción de la incidencia de otras muchas patologías. Sin embargo, todavía sigue en algunos sectores, la polémica sobre su administración. Han surgido movimientos anti-vacunas contrarios a esta práctica, aduciendo "peligrosos efectos secundarios". A través de Internet, estos detractores de las vacunas han hecho muchos adeptos en los últimos 10 años. Esto es lo que ha detectado un equipo internacional de investigadores de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, del Imperial College de Londres. Tras interrogar a 65.000 personas de 67 países, entre septiembre y diciembre de 2015, realizaron "la mayor encuesta sobre la confianza en las vacunas hasta ahora", como afirma la revista Science. Sus resultados se han publicado en la revista EBioMedecine.
El promedio de escépticos fue de 12% (17% en Europa). El país que mostró una mayor falta de confianza en las vacunas fue Francia, donde el 41% de los encuestados afirmaron que las vacunas no son seguras y un 11,7% no consideraron importante vacunar a los niños. En cambio, Bangla Desh fue donde los partidarios de las vacunas alcanzaron una mayor proporción (solamente 0'2% de opiniones contrarias).
En cuanto a los Estados Unidos, la desconfianza hacia las vacunas fue similar a la media europea: un 13,5% no estaban seguros de su seguridad; 9,6% mostraron dudas sobre su eficacia y 8,8% no concedían importancia a la vacunación infantil.
Las causas del escepticismo frente a las vacunas tienen su origen en algunas informaciones mal entendidas o parcialmente falsas. Así, en 1998 la revista médica The Lancet publicó un artículo que sugería una relación entre la vacunación triple vírica (sarampión-paperas-rubeola) y un aumento de incidencia de autismo. Este artículo fue objeto de repetidos desmentidos y descalificaciones oficiales, ya que esta relación no pudo ser demostrada. En Francia, desde los años 1920 se añadían sales de aluminio a las vacunas, con el fin de obtener una mejor respuesta inmunitaria y fueron acusadas por algunos (como la asociación E3M) de causar ciertas patologías. Se ha achacado a la vacuna de la hepatitis B el aumento de casos de esclerosis en placas, y a la vacuna del papilomavirus de efectos secundarios como la fatiga crónica. Ninguno de estos efectos ha podido demostrarse. El efecto viral de estos bulos y afirmaciones gratuitas en internet ha conseguido amplificar considerablemente su repercusión. A los bulos y esto se añade la crítica a decisiones políticas, como la excesiva compra de grandes cantidades de vacunas cuando apareció la pandemia de gripe H1N1 en 2009.
La desconfianza promovida por los colectivos anti-vacuna ha comportado la creciente disminución del número de vacunados, lo que ha permitido la reaparición de ciertas enfermedades como el sarampión. En algunos países, como Guatemala, donde el sarampión se había erradicado desde hace 20 años, se ha reintroducido al contagiarse un niño en un viaje a la "civilizada" Europa.
Esta situación puede causar un grave peligro para la salud pública y para frenar ciertas epidemias, por lo que en algunos países, como Francia, según orden de noviembre de 2017 se han dictado normas para la vacunación obligatoria de 11 enfermedades (desde el 1 de enero de 2018): difteria, tétanos, poliomielitis, tos ferina, infecciones invasivas por Haemophilus influenzae de tipo b, hepatitis B, infecciones por neumococo, infecciones invasivas por meningococo del serogrupo C, sarampión, paperas y rubeola. Entros países los gobiernos han tomado medidas similares.
Los pediatras defienden la vacunación infantil obligatoria ante el repunte de algunas enfermedades:
Movimientos anti-vacunas:
El perfil de los antivacunas:
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