Édouard Manet
Bodegón con capazo y ajos (1881-1882)
Óleo sobre tela 27 x 35 cm
Louvre Abu Dhabi |
Desde tiempos antiguos el ajo ha gozado de reputación de saludable. Los antiguos romanos consumían ajos en grandes cantidades y lo llevaban consigo adonde fueren. Tanto es así que un viejo adagio latino decía: Ubi allium, ibi Roma (Donde hay ajos, allí está Roma) equiparando la romanidad al consumo de ajos.
Tal vez por eso los ajos son muy usados todavía hoy como condimento casi imprescindibles en las cocinas mediterráneas. Han tenido también buena reputación en las medicinas populares y se han usado para combatir diversas enfermedades. Se le atribuía de forma empírica una cierta actividad antisèptica frente a ciertas infecciones. Algunas investigaciones recientes han podido corroborar la base científica de algunas de estas creencias.
Los ajos contienen un compuesto sulfuroso activo llamado ajoeno, que puede ser útil para luchar contra las bacterias resistentes en asociación con antibióticos en los pacientes con infección crónica. Al parecer, este compuesto es capaz de combatir contra las bacterias resistentes asociándolo a antibióticos en pacientes con infecciones crónicas. El ajoeno desestabiliza los sistemas de comunicación bacterianos, haciéndolos así más vulnerables a los antibióticos y a las defensas inmunitarias del huésped, según un nuevo estudio de la Universidad de Copenhague publicado en Scientific Reports.
Staphylococcus aureus y Pseudomonas aeruginosa son dos especies de bacterias que ocasionan numerosas infecciones en los hospitales y son los agentes patógenos más habituales en los pacientes con mucoviscidosis. Tienen tendencia a adherirse unas a otras formando biofilms y así pueden resistir mejor la acción de los antibióticos.
La comunicación entre las bacterias que componen el biofilm depende de pequeñas moléculas llamadas ARN reguladores. El ARN es en principio la etapa entre la lectura del ADN y la síntesis de la proteína correspondiente. Sin embargo, ciertas secuencias de ARN no tienen por objetivo inducir la fabricación de una proteína, sino regular la función de otros ARN fijándose sobre ellos e inactivándolos. Al actuar sobre ciertos ARN reguladores concretos de estos microorganismos, entorpece la comunicación entre bacterias y desestabiliza el biofilm, permitiendo al antibiótico actuar eficazmente. Los trabajos de los investigadores daneses han demostrado que el ajoeno consigue la desestabilización del biofilm al disminuir el número de ARN reguladores, tanto en lo que se refiere a P. aeruginosa como a S. aureus.
En 2012, los investigadores presentaron una patente sobre el uso de ajoeno para luchar contra las infecciones bacterianas (actualmente en manos de Neem Biotech, propiedad de Zaluvidia). Su producto médico, tiene como objetivo tratar a pacientes con fibrosis quística, recibió en abril de 2016 la "designación de medicamentos huérfanos" de la FDA americana, lo que le permite que se realicen ensayos clínicos. Por lo tanto, pronto se iniciarán los ensayos en pacientes con fibrosis quística y víctimas de infecciones resistentes a los antibióticos. Si los resultados son los esperados, la droga será la primera de su clase cuyo modo de acción se basará en la interrupción de la comunicación entre las bacterias.
Tal vez por eso los ajos son muy usados todavía hoy como condimento casi imprescindibles en las cocinas mediterráneas. Han tenido también buena reputación en las medicinas populares y se han usado para combatir diversas enfermedades. Se le atribuía de forma empírica una cierta actividad antisèptica frente a ciertas infecciones. Algunas investigaciones recientes han podido corroborar la base científica de algunas de estas creencias.
Meléndez: Bodegón con ostras, ajos, huevos, perol y puchero (1772). Museo del Prado |
Staphylococcus aureus y Pseudomonas aeruginosa son dos especies de bacterias que ocasionan numerosas infecciones en los hospitales y son los agentes patógenos más habituales en los pacientes con mucoviscidosis. Tienen tendencia a adherirse unas a otras formando biofilms y así pueden resistir mejor la acción de los antibióticos.
Meléndez: detalle de unos ajos (Bodegón con besugos, naranjas, ajo, condimentos y utensilios de cocina, Museo del Prado) |
Los investigadores daneses han podido identificar a partir del ajo el ajoeno, una pequeña molécula rica en azufre que se produce cuando el ajo es rallado o aplastado. En ciertos estudios precedentes habían ya podido obtener ajoeno sintético demostrando que podía actuar desestabilizando el biofilm de los ratones contaminados por P. aeruginosa. Las defensas naturales podían entonces actuar correctamente, consiguiendo una reducción significativa de la infección pulmonar.
Vincent van Gogh: Bodegón con arenques y ajo, 1887. Bridgestone Museum of Art, Tokyo, Japan |
Lámina botánica representando un ajo (Allium sativum L.) del libro "Flora von Deutschland". Dr. Schlechtendal (1885) |
En 2012, los investigadores presentaron una patente sobre el uso de ajoeno para luchar contra las infecciones bacterianas (actualmente en manos de Neem Biotech, propiedad de Zaluvidia). Su producto médico, tiene como objetivo tratar a pacientes con fibrosis quística, recibió en abril de 2016 la "designación de medicamentos huérfanos" de la FDA americana, lo que le permite que se realicen ensayos clínicos. Por lo tanto, pronto se iniciarán los ensayos en pacientes con fibrosis quística y víctimas de infecciones resistentes a los antibióticos. Si los resultados son los esperados, la droga será la primera de su clase cuyo modo de acción se basará en la interrupción de la comunicación entre las bacterias.
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