Pintor de Sosia
Kylyx con Aquiles vendando la herida de Patroclo (circa 530 a.C.)
Cerámica negra con figuras rojas.
Diàmetro aproximado 30'5 cm
Altes Museum. Berlín
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En el Altes Museum de Berlín tuvimos la oportunidad de admirar esta famosa pieza. Se atribuye al pintor de Sosia, un pintor de cerámicas griego, probablemente oriundo de Sicilia, al que se debe este Kylix (copa de vino) encontrada en Vulci en 1828.
En el Kylix está representada una escena de la guerra de Troya. Patroclo, el gran amigo y compañero de Aquiles, ha sido herido por una flecha en el brazo izquierdo. Aquiles se ocupa de hacerle la cura.
La figura de Patroclo ocupa la mitad izquierda de la escena. El herido, con la cabeza baja, desvía la mirada, sin poder ocultar una contenida mueca de dolor. Gira la cabeza, evitando contemplar la herida, y prefiere mirar con cierta aprensión la flecha que le ha herido y que - acabada de extraer - ahora yace en el suelo. Tiene la pierna izquierda doblada ante él y la derecha extendida por detrás de Aquiles. El corto faldellín de Patroclo no evita que se muestre el sexo de éste, lo que da una idea de que la cura se está realizando con prisas, de urgencia, y que no se tienen en cuenta otras circunstancias.
Vista lateral del Kylix |
El personaje de Aquiles ocupa toda la mitad derecha. Arrodillado ante Patroclo, con la rodilla derecha hincada en el suelo, se concentra totalmente en la realización del vendaje, que realiza con destreza valiéndose de ambas manos. Su actitud demuestra que los guerreros de esta época sabían realizar curas y tenían conocimientos médico-quirúrgicos básicos.
Patroclo extiende el brazo herido hacia su amigo, sosteniéndolo con la otra mano, y colabora en la cura aguantando con el pulgar uno de los extremos del vendaje. Mientras, su amigo está usando vendas blancas para realizar un vendaje en forma de ocho, un clásico muy usado por los cirujanos antiguos.
Los dos guerreros visten cota de malla, lo que permite suponer que están en el mismo campo de batalla, a pesar de que la única arma que se puede ver es el carcaj de flechas, que Patroclo todavía lleva colgado a la espalda. Otro indicio de la urgencia de la cura: el herido no ha tenido tiempo de dejar su carcaj. Aquiles tampoco ha tenido tiempo de sacarse el casco de guerra, adornado con un vistoso penacho.
La escena es de gran realismo, y nos da una preciosa información sobre cómo se trataban las heridas de guerra hace más de 2.500 años.
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