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miércoles, 2 de agosto de 2017

Una mancha azul en la sien





Pietro Annigoni

Retrato de una mujer
(1951)

Óleo sobre lienzo
Museo Annigoni. Florencia. 




El milanés Pietro Annigoni (1910-1988) desarrolló casi toda su obra pictórica en Florencia, ciudad a la que se trasladó su familia en 1925. Cultivó la pintura realista, y en 1947 con Gregorio Sciltian y los hermanos Xavier y Antonio Bueno firman el Manifiesto de los pintores modernos de la realidad

Tal preferencia por el realismo lo pone enseguida en el camino del retrato. Sus retratos se adentran en la psicología del personaje. En este arte pronto alcanzará una gran notoriedad, siendo requerido para retratar a personajes de la realeza y de la nobleza europeas (la reina Isabel II de Inglaterra, la princesa Margarita, Felipe duque de Edimburgo, John Fitzgerald Kennedy, el sha Reza Pahlevi. el papa Juan XXIII...) Por este motivo se le llamó "el pintor de las reinas". 


Pietro Annigoni pintando el retrato  (1951)



Entre 1958 y 1980 se le encargaron diversas obras decorativas de tema sacro (entre las que cabe citar las de la iglesia de San Martino en Castagno d’Andrea, las del santuario de la Madonna del Buon Consiglio en Ponte Buggianese,  las de la Iglesia Mayor de la Abadía de Montecassino y para la Basílica de San Antonio en Padua), y también otras de tema profano (La Arcadia para la Sala del Pontormo en Wethersfield House Amenia, New York). 

Tras su muerte fue enterrado en el cementerio de Porte Sante al lado de la basílica de San Miniato al Monte, en Florencia. 

Este "Retrato de una mujer" data de 1951. En él se ve a una mujer de clase acomodada con una mirada melancólica. Al lado de una de sus órbitas, cerca de la sien, aparece una mancha violácea que de entrada puede interpretarse como un hematoma como resultas de un traumatismo. Sin embargo en el caso de que fuera un hematoma accidental el artista se hubiese abstenido de representarlo. Por eso a mí me parece más probable que se pueda tratar de un nevus azul de Ota, un tumor benigno congénito que se manifiesta por una mancha azulada en la zona temporo-orbitaria. Incluso parece atisbarse una discreta sombra azul en la esclerótica del ojo, como suele suceder en los nevus de Ota. Es de suponer que en el caso de que esta hipótesis fuese cierta el artista podría haber incluido esta peculiaridad congénita del personaje para dotar de más verosimilitud al retrato. Aunque siempre cabe la posibilidad de que sea una mera licencia artística. 

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