Retrato de
Gerhard Armauer Hansen Fotografía Museo de la Lepra. Bergen. |
Las investigaciones del médico noruego Gerhard Armauer Hansen sobre la existencia de un supuesto bacilo de la lepra, se propagaron con rapidez. A comienzos de 1879 Hansen recibió la visita del joven y ambicioso médico alemán Albert Neisser (1855-1916) que contaba entonces con 24 años, y que estaba interesado en estudiar la lepra. Había oído hablar de Hansen y de sus tenaces investigaciones.
Hansen lo acogió cordialmente. Le contó a Neisser todo lo que sabía sobre lepra, y le dejó ver sus preparaciones al microscopio. El joven médico alemán también pudo examinar a más de 100 pacientes de lepra en Trondheim, Molde y Bergen.
Hansen lo acogió cordialmente. Le contó a Neisser todo lo que sabía sobre lepra, y le dejó ver sus preparaciones al microscopio. El joven médico alemán también pudo examinar a más de 100 pacientes de lepra en Trondheim, Molde y Bergen.
Neisser se llevó algunas preparaciones de Hansen, que el médico noruego con sus limitados medios y conocimientos técnicos no había podido teñir bien. Pero Neisser conocía bien los modernos métodos de tinción usados en su laboratorio. Cuando llegó a Alemania, tiñó las preparaciones y encontró, en casi todas ellas
"bacilli, como varas pequeñas, delgadas, cuya longitud venía a ser la mitad del diámetro de un hematíe y la anchura equivalía a una cuarta parte de la longitud".Neisser no dudó en publicar sus resultados sin comunicarlo primero a Hansen (Über die Aetiologie des Aussatzes, 1880). Para entonces Hansen ya había aprendido las nuevas técnicas de tinción y también detectó la presencia de estos cuerpos, que eran como pequeñas varas o barritas.
Henrik Lund. Retrato de G. Armauer Hansen |
Cuando Hansen se enteró se enfadó muchísimo. Lo que más le molestó es que ya comenzaba a conocerse a los bacilos de la lepra como “bacterias de Neisser”. El médico noruego, animado por sus colegas, defendió su posición sin entrar directamente en la polémica. Reunió todos los trabajos que había realizado sobre este tema y los publicó en noruego, alemán, inglés y francés. Danielssen estaba molesto con Hansen, porque consideraba su reacción demasiado moderada y tranquila. Creía que tendría que ser más agresivo.
El conflicto duró mucho tiempo. La medicina alemana gozaba entonces de un enorme prestigio, y en cambio, nadie conocía al humilde médico de Bergen. No fue hasta el congreso sobre la lepra que se celebró en Berlín (1897) que se reconoció oficialmente a Hansen como el verdadero descubridor del bacilo de la lepra. Aún así, en este congreso una figura tan prestigiosa como Rudolf Virchow afirmó que el bacilo de la lepra solamente sería plenamente reconocido el día que se lograra su cultivo o su inoculación a animales.
Hansen tenía pocos medios para proseguir sus investigaciones. El bacilo no se podía cultivar en los medios ordinarios. Obsesionado por la imposibilidad de seguir investigando, se cegó hasta tal punto que llegó a inocular el germen procedente de una lesión cutánea en el ojo de una mujer que padecía la forma neurológica de la lepra. El desafortunado experimento - totalmente injustificable desde el punto de vista ético - no tuvo consecuencias clínicas para la mujer, pero ésta aseguró que le afectó la vista y le causó dolor, por lo que le denunció. El demandado reconoció que realizó la prueba sin informar a la paciente y sin pedirle permiso. Lo hizo porque había fallado en el intento de inocular a animales, de demostrar la naturaleza infecciosa de la enfermedad y porque no podía poner en cuarentena a los afectados para proteger a los sanos. El tribunal lo declaró culpable (1880) y Hansen tuvo que pagar las costas y fue cesado de su cargo en el hospital.
A pesar de la condena judicial, Hansen conservó un puesto oficial para luchar contra la lepra en su país. Pudo desarrollar así sus planes teniendo en cuenta la etiología de la enfermedad. Se promulgaron leyes que permitían el cuidado de los leprosos lejos de sus familias. Hacia 1875 había en Noruega 1.752 casos conocidos de lepra; a principios del siglo XX la cifra había descendido a 577.
A pesar de la condena judicial, Hansen conservó un puesto oficial para luchar contra la lepra en su país. Pudo desarrollar así sus planes teniendo en cuenta la etiología de la enfermedad. Se promulgaron leyes que permitían el cuidado de los leprosos lejos de sus familias. Hacia 1875 había en Noruega 1.752 casos conocidos de lepra; a principios del siglo XX la cifra había descendido a 577.
Hansen recibió muchos reconocimientos y premios por sus estudios sobre la lepra y ocupó presidencias de Sociedades Científicas y Congresos. En 1892 recibió una preciada condecoración noruega, la Orden de San Olav, por sus contribuciones científicas. También jugó un papel destacado en la difusión de las ideas de Darwin, que le habían atraído desde el principio. En 1886 publicó un libro en noruego sobre la evolución de las especies, así como varios artículos en la prensa, enfrentándose a la postura creacionista sostenida por el clero.
Armauer Hansen padeció la sífilis, que contrajo cuando estudiaba y que se mantuvo en secreto hasta años después de muerte. Sufrió los primeros síntomas de afectación cardíaca en 1900. En 1912 durante una estancia en casa de un amigo suyo en Florø, sufrió un ataque cardíaco que terminó con su vida.
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