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lunes, 27 de febrero de 2017

La medicina de Venus sin el médico







Morel 

Le médecine de Vénus sans le médecin
(1828) 

Frontispicio del libro.
Biblioteca particular



La vía de transmisión por contacto sexual hizo que las enfermedades venéreas, como la sífilis y la gonorrea fuesen mal vistas por la moral burguesa, imperante en el s. XIX, especialmente en la época victoriana. Esta mala consideración social fue la responsable de actitudes de ocultamiento a veces obsesivas por parte de quienes las sufrían. 

Traducción castellana de un libro de automedicación
para la sífilis, obra del Dr. Besuchet, dermatólogo francés
En ausencia de tratamientos eficaces, la sífilis estaba muy extendida (recordemos que se calcula que en 1900 había unos 100.000 sifilíticos solamente en la ciudad de París). Muchos luéticos acudían a las consultas médicas con cierto temor de ser descubiertos. El famoso venereólogo Ricord visitaba en un palacete hasta altas horas de la noche. Para garantizar la discreción, se accedía a su consulta por tres escaleras diferentes (se entraba a cada una por una puerta distinta) y se llegabaa tres salas de espera: una para hombres, otra para mujeres y la tercera para prostitutas. Con este sistema ninguno de los tres grupos podía coincidir con el otro.

Para muchos era casi tan traumático experimentar los primeros síntomas de la enfermedad como verse en la conveniencia de acudir al médico. En el intento de evitar el mal trago proliferaban libritos de "autoayuda" que inducían a la automedicación y a todo tipo de remedios camuflados. Uno de ellos, de pequeño tamaño, prometía: 
"Lleva el médico consigo
quien me lleva en el bolsillo"
Y en el prólogo seguía diciendo:
"Este librito presenta un conjunto de conocimientos arreglados a los progresos de la medicina moderna, y cualquiera que lo lea con reflexion y con cuydado (sic), encontrará el modo de preservarse de esta vergonzosa enfermedad, que por desgracia es tan comun en todas partes"
                       
Los libros para evitar la consulta
venereológica eran muy populares
  



Realizar cualquier tratamiento que pudiera identificarse como indicado para la sífilis no estaba muy bien visto (ya que era una señal inequívoca de que se tenía la vergonzosa enfermedad). Por esto se recurría a subterfugios para disimular la administración de compuestos mercuriales, que eran los más usados en la época. Unas píldoras fácilmente identificables eran "las píldoras azules del Dr. Ricord", un compuesto mercurial muy popular. Para enmascarar la toma de derivados del mercurio aparecieron diversos compuestos, tanto de administración oral como tópica, "disfrazados": "Tisana de los caribes", "Agua de hipocrenne", "Bálsamo solar" y "Agua Astral". Lo más sorprendente era el célebre "chocolat vérolique" del barón Saint Ildephont, del que se decía 

"que el marido puede consumir delante de la esposa o aún suministrarle sin que sospeche que es un remedio y por este inocente medio, la paz florecerá en el matrimonio". 

Claro que en el s. XIX no se llegó a excesos como el uso de calzoncillos impregnados de mercurio, como ya había sucedido en Italia en el s. XVII. 
                  










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