Páginas

Últimes publicacions

viernes, 16 de septiembre de 2016

Úlceras de pierna en exvotos







 Exvotos 

Tablas pintadas
Museu Etnològic. Barcelona.   




En otras entradas de este blog nos hemos referido ya a los exvotos, ofrendas de agradecimiento a la divinidad por los favores recibidos, especialmente cuando hacen referencia a la curación de alguna enfermedad o problema sanitario. Una práctica devota muy antigua, que se remonta a tiempos anteriores al catolicismo y que puede verse en templos de sanación de diversas creencias precristianas. 

En la cultura cristiana los exvotos han ocupado siempre un lugar relevante y todavía se pueden ver hoy en ermitas y santuarios de la Virgen o de santos con fama de obrar milagros y de restablecer la salud. 

Tal vez los más conocidos son los que representan miembros enfermos sanados (brazos, piernas, pies) o órganos (corazón, riñón) representando el órgano o la parte del cuerpo que recuperó la salud de forma milagrosa. 

Otras veces, son cuadros pintados en estilo popular, un poco naïf, en los que se representan las escenas que evocan la curación (o el salvamento de un accidente o un naufragio) y el santo o la Virgen que obró el favor taumatúrgico. 

Esta vez aportamos dos ejemplos de exvotos pintados del Museo Etnológico de Barcelona. Ambos tienen en común representar la curación de sendas úlceras de pierna, que aparecen en ambos casos en trance de ser vendadas. En uno de estos cuadros se representa, a la derecha,  la aparición de S. Antonio de Padua al protagonista, santo considerado milagrero y que sin duda es el que obra la prodigiosa curación en este caso. Es evidente que lo que quiere transmitir el cuadro es la gran devoción que profesaba a S. Antonio el oferente del exvoto. 

A la izquierda, el protagonista sufre una úlcera de pierna, que recibe los cuidados de una monja. Pero ya se intuye el final de la historia: la úlcera cura, y el paciente agradecido ofrece el exvoto a su santo patrón.


Exvoto popular en el que un hombre venda la pierna de una mujer
En otro cuadro aparece un varón vendando cuidadosamente la pierna de su esposa. Es presumible que el mensaje de curación sobrenatural sea en todo superponible al anterior y que esto haya originado la ofrenda al santo de este recuerdo de las tribulaciones pasadas. 

En definitiva, dos ejemplos más de este culto a los santos protectores y de las acciones de gracias en la Catalunya del s. XVIII.   




jueves, 15 de septiembre de 2016

Cosméticos de baño y aditivos






  Roy Liechtenstein

Mujer en el baño
(1963)

Óleo sobre lienzo 173,3 x 173,3 cm 
Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid.


Roy Lichtenstein (1923-1997) fue uno de los máximos representantes del arte pop norteamericano. Tras una primera etapa influida por el expresionismo, plasmó en sus obras temas de la vida cotidiana y de la cultura de masas, inspirándose en bandas dibujadas infantiles y en anuncios publicitarios. Usaba una estética popular, con colores primarios y los puntos bendayinspirándose en el sistema de impresión de los comic. A través de estas obras, aparentemente sencillas, hizo una personal crítica de la sociedad de consumo de finales del s. XX. 

En el cuadro "Mujer en el baño" Lichtenstein da una nueva visión, actualizada del "Baño de Venus", una temática clásica en la historia del arte. En este caso el rostro sonriente de la mujer, muy perfilado, destaca sobre un fondo geométrico de azulejos. Las manos, emergen del agua sosteniendo una esponja. El conjunto puede considerarse como un icono de los usos higiénicos del s. XX y del baño de espuma, obtenido de los múltiples geles, jabones y otros cosméticos que se han multiplicado en nuestra época. 

Algunos de estos cosméticos de baño contienen aditivos (suavizantes, estabilizadores de espuma, aromas, antisépticos...) conformando una amplia panoplia de productos de higiene. Algunos de ellos no están exentos de provocar ciertos problemas.

Precisamente, hace poco (2 de septiembre de 2016) la Food and Drug Administration  (FDA) acaba de prohibir, en el territorio de los EEUU 19 principios activos usados en diversos jabones antibacterianos, ya que no han sido capaces de probar ni su eficacia ni su inocuidad. Además su pretendida acción antiséptica puede crear innecesarias resistencias bacterianas. Sin embargo, estos mismos productos siguen comercializándose en Europa como ingredientes de muchos productos de higiene, sin que se haya realizado ningún tipo de estudio por el momento. 

La prohibición de la FDA afecta a casi 2000 productos. Entre los principios activos afectados destaca el triclosán, sospechoso de ser un perturbador endocrino, que puede producir desarreglos psicológicos y que puede alterar las capacidades reproductivas. La legislación europea sigue permitiendo su uso, por lo que puede encontrarse en docenas de productos en nuestro país, especialmente en geles hidroalcohólicos, productos para la cara, jabones para manos y cuerpo, syndets, dentríficos (al 3%) y colutorios (al 2%). Sin embargo, la Comisión Europea inició un proyecto para reglamentar el uso de este biocida, que sigue en estudio. 

Según la reciente disposición norteamericana, los industriales tienen un año para dejar de fabricar y retirar del mercado los productos con los principios activos cuestionados. aunque el plazo será algo mayor para los productos antisépticos usados en los hospitales. Hasta ahora, triclosan formaba parte del 93% de los jabones antisépticos estadounidenses. 

La FDA recuerda, como colofón a su disposición, que la lucha contra las bacterias debe basarse sobre todo en lavados repetidos (con jabón ordinario) seguidos de cuidadoso aclarado. En los casos excepcionales en los que no se disponga de jabón a mano, la CDC recomienda usar una solución con alcohol al 60%. 


Las obras más famosas de Roy Liechtenstein: 











miércoles, 14 de septiembre de 2016

Un intertrigo en el Neolítico?






Venus neolítica
(5500-8000 a.C.)

Yacimiento neolítico de Çatalhöyük 
Anatolia (Turquía) 




Çatal Hüyük es un antiguo asentamiento humano neolítico de la Edad del Bronce. Estuvo poblada hace 9000 años y es uno de los primeros lugares en los que hubo vida sedentaria y organización urbana. Situada en la provincia turca de Konya, en Anatolia, fue descubierto en 1958 por David French, Allan Hall y James Mellaart (1925-2012), aunque no llamó la atención de los arqueólogos hasta los años 60 del pasado siglo. Las excavaciones fueron interrumpidas de 1965 a 1993. Actualmente el yacimiento arqueológico de Çatal Hüyük es mundialmente famoso por considerarse la  ciudad más antigua de Oriente Medio Las casas estaban adosadas unas a otras, sin calles ni pasadizos entre ellas. El acceso a las viviendas se realizaba pasando de un tejado a otro. La importancia de Çatal Hüyük es tal que en 2012 fue incluída en la World Heritage List de la UNESCO. 


   

Ejemplos de diosas-madre procedentes de Çatal Hüyük. 
Museo de las Civilizaciones Anatólicas de Ankara (Anadolu Medeniyetleri Müzesi)


En Çatal Hüyük se llevaban a cabo rituales religiosos. La divinidad se solía representar por figuras femeninas de diosas-madre, muy obesas y con voluminosas mamas que sugieren un embarazo en curso o una lactancia en actividad. Algunas de estas figuras se pueden admirar hoy en el Museo de las Culturas Anatólicas de Ankara. 

Recientemente (verano 2016) un equipo de arqueólogos dirigidos por Ian Hodder, antropólogo de la Universidad de Stanford (EEUU) han estado trabajando en  el  yacimiento de Çatal Hüyük y han hecho un nuevo descubrimiento: una figura de diosa-madre enterrada, con un estado de conservación realmente excepcional, que hace que haya sido considerada una pieza única. Realizada hace más de 7.000 años en piedra marmórea, la figura mide 17 cm y pesa alrededor de un kilo. 


Estado en el que se halló la estatuilla de Çatal Hüyük.

















Como las otras Venus neolíticas, la figura representa a una mujer con una obesidad importante, con el abdomen caído por la acumulación grasa, grandes pechos  (que sugieren un embarazo reciente o una lactancia) e importante esteatopigia (nalgas, muslos y caderas con importantes depósitos de grasa). Era probablemente el modelo de belleza imperante en la época, ligado a una función reproductiva absolutamente necesaria. La fecundidad, la reproducción constante y el amamantamiento de las crías eran un objetivo fundamental durante el período neolítico. 

La mujer parece sostener sus pechos, como mostrando y subrayando su función maternal. Bajo las grandes mamas de la recién descubierta Venus se pueden ver unas áreas discretamente insinuadas, bien delimitadas. Aunque cabe la posibilidad de que se trate de un artefacto, tambien es posible que se trate de la representación de un intertrigo submamario

Los intertrigos en los grandes pliegues están producido por la proliferación de hongos levaduriformes del género Candida sp. Son muy frecuentes en épocas de calor en las zonas submamarias en las mujeres con pechos grandes, ya que ahí se acantona frecuentemente el sudor. La humedad constante y el roce habitual de las mamas produce unas condiciones óptimas para el desarrollo de los hongos. De ser cierta esta hipótesis, la estatuilla hallada en Çatal Hüyük sería la representación más antigua de una micosis cutánea

Este y otros descubrimientos realizados en el yacimiento de cpermitiran comprender mejor a la sociedad neolítica, a sus creencias y a la importancia que tuvo para la historia posterior su agrupamiento en núcleos urbanos.



Çatal Hüyük:



As estatuetas de Vênus: 







martes, 13 de septiembre de 2016

La curación de un impétigo

                    




Anónimo

 Mrs Bennet 
(1778-1821)

Óleo sobre lienzo. 41.5 x 28 cm.
Wellcome Library. Londres.  




Estas dos pinturas, de autor desconocido, forman parte de una serie de 6 cuadros que se agrupan bajo el epígrafe "Gente popular de Leeds enferma" y están realizados al final del primer cuarto del s. XIX. Son propiedad de Wellcome Library. 

Lo curioso de estas dos pinturas es que representan a la misma persona, Mrs. Bennett. En el primer cuadro se la presenta enferma y en el segundo, ya curada. 

En el primer cuadro (núm. de catálogo 603108i) aparece Mrs. Bennet con un gorro y un camisón de dormir escotado, blanco y con encajes. Su cara aparece cubierta de unas placas  costrosas, pardo-rojizas, que en algunos puntos presentan un aspecto parecido a la miel de brezo. Cubren casi totalmente la frente y se desparraman por el área perinasal y por las zonas periorbitarias. También afectan en gran medida el mentón y algunas pequeñas lesiones se disponen en la zona peribucal. Otras placas similares se observan en la nuca, cuello y zona esternal. 

A la vista de estas lesiones, cualquier dermatólogo experto no dudará en establecer el diagnóstico de impétigo contagioso, una enfermedad infecciosa superficial de la piel producida por bacterias, especialmente Streptococcus pyogenes y Staphylococcus aureus. Aunque es más frecuente en niños, tampoco es raro, como en este caso verla en adultos jóvenes. Su principal característica es su contagiosidad, tanto a la propia persona como a las que le rodean. En este caso, no es difícil imaginar que la propia enferma, rascándose o tocándose las costras ha extendido la enfermedad hasta llegar a el aspecto que refleja la pintura.

Al pie de la pintura, una inscripción nos aclara: 
"Mrs. Bennett. Disease from 1818 to 1821". 
Hoy en día un impétigo de esta duración nos parece casi increíble. En nuestros días es una enfermedad que suele curarse con la aplicación de una crema antibiótica en apenas una semana. Pero naturalmente, en la era preantibiótica, las cosas debían ser muy diferentes. 

Lo más curioso es la pareja de esta pintura (núm. de catálogo 603109i) En ella aparece la misma joven, Mrs Bennett, con gorro, pero con el cuerpo cubierto ahora con un rebozo pardo. La cara, en la misma posición y con la misma mirada, algo triste e inexpresiva. Es evidente que el anónimo artista se esforzó en que los dos retratos pudiesen ser superponibles, resaltando la curación de la paciente.  La cara aparece tersa y diáfana, totalmente curada de su mal. Es de suponer que el cuello, la nuca y el escote (que en este caso no se ven) también hayan sanado. 

La inscripción del pie del cuadro nos aclara: 
"Under cure from No 1818 to 1821"
Es evidente que la intención del cuadro era proponer una misteriosa cura, que por lo visto debía tener una cierta eficacia.   



  

          

lunes, 12 de septiembre de 2016

Los dientes de Waterloo






Dentadura "de Waterloo"

Prótesis con dientes humanos 
British Dental Association Museum. Londres.



El 26 de febrero de 1815, Napoleón huyó de la isla de Elba en donde estaba desterrado. Al enterarse de la noticia, el 13 de marzo se reunió el Congreso de Viena, que lo declaró proscrito, reuniendo en los Países Bajos un ejército para hacerle frente. Poco después, la nueva coalición formada por Austria, Rusia, Gran Bretaña y Prusia (conocido como Séptima Coalición) empieza a desplegarse en los Países Bajos, por lo que Napoleón decide atacar, consciente de la necesidad de detenerles antes de que vuelvan a unirse todos los ejércitos. El 12 de junio se dispone a dinamitar la coalición y tomar Bruselas.  

El gran choque entre los dos bandos es conocido como la batalla de Waterloo, y fue un enfrentamiento bélico entre el ejército francés comandado por Napoleón y el ejército prusiano del mariscal de campo Gebhard Leberecht von Blücher y las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington, cerca de la localidad de Waterloo (Bélgica). Tuvo lugar entre los días 15 y 18 de junio de 1815. Esta batalla, en la que resultó derrotado el ejército bonapartista, puso fin a las Guerras Napoleónicas. 



Clément-Auguste Andrieux. La batalla de Waterloo (1852) 


La batalla fue de dimensiones considerables. Por el bando francés participaron 122.720 soldados y 366 cañones. Los prusianos desplegaron 117.000 soldados y 296 cañones, más 110.000 aliados con 222 cañones. Las bajas estimadas fueron de 60.000 en el bando bonapartista y 55.000 entre sus enemigos. Es decir que sobre el campo de batalla quedaron cerca de cien mil cadáveres. 

Tras la batalla, una legión de saqueadores se desparramó por el campo de batalla para robar las pertenencias de los soldados que murieron aquel sangriento día. Además de algunos objetos personales, en muchos casos se procedía a extraerles los dientes. Posteriormente los dientes eran vendidos a los "dentistas" y otras profesiones que los usaban para confeccionar prótesis dentales. 

Los dientes de cadáveres eran en efecto aprovechados para confeccionar prótesis dentales. Anteriormente se habían realizado prótesis de madera, pero como es fácil de imaginar, su resultado no era muy bueno. Se habían realizado también prótesis en marfil, hueso o dientes de hipopótamo, aunque solían dar un mal sabor y peor aliento.  



Dentadura de Waterloo. British Dental Association Museum, Londres. 
Los dientes de cadáveres humanos eran mucho más resistentes, mantenían el esmalte y el color aunque en muchas ocasiones eran más un recurso estético que una verdadera funcionalidad a la hora de comer. Las dentaduras de dientes humanos eran muy cotizadas. Paul Jullion, establecido en la londinense Gerrard Street, cobraba media guinea por un diente artificial y cuatro veces más por uno humano. Una hilera de dientes genuinos costaba más de 30 libras, una importante suma que persuadía a los desesperados a hacerse con una buena dentadura.  

La mayoría de los dientes para dentaduras postizas eran arrancados de la boca de un ajusticiado o provenían de profanaciones de tumbas, con grave riesgo de transmitir a sus nuevos propietarios enfermedades como gingivitis, sífilis o tuberculosis, muy comunes en aquel tiempo. Los individuos que proporcionaban esos dientes eran conocidos como "resurreccionistas", salteadores de tumbas que también surtían de cadáveres a las salas de disección de las Facultades de Medicina, aunque los dientes cotizaban aparte. Algunos cirujanos prestigiosos de Londres, como Astley Cooper llegaron a sostener a una banda de resurreccionistas que trabajaban en exclusiva para ellos. 


Anuncio buscando incisivos de origen extranjero (1792). 
British Dental Association Museum, Londres. 
















Teniendo en cuenta esta situación puede comprenderse que, las piezas dentarias de sujetos jóvenes, como los soldados muertos en combate, que solían estar en perfecto estado de conservación, muchas de ellas todavía sin caries y con menor incidencia de otras enfermedades eran muy apreciadas. Las Guerras Napoleónicas supusieron una gran aportación de estos materiales en el mercado. 

Tantos dientes y muelas se extrajeron tras la batalla que desde entonces, en algunos países como el Reino Unido, se conoce a las dentaduras postizas de esta época como “Dientes de Waterloo”, nombre que pronto se aplicó por extensión a cualquier dentadura postiza confeccionada con dientes humanos, como los obtenidos en la Guerra Civil Americana, Guerra de Crimea y en otras contiendas.

Hacia finales del s. XIX, aparecieron las prótesis dentales confeccionadas en porcelanas resistentes y las dentaduras de dientes humanos entraron en un rápido declive. 



Bibliografía 

Kerley P The dentures made from the teeth of dead soldiers at Waterloo. BBC News Magazinehttp://www.bbc.com/news/magazine-33085031

http://www.historyhome.co.uk/c-eight/france/teeth.htm

http://www.elmundo.es/cronica/2015/06/16/557c1ad622601dc7408b4575.html

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150618_finde_waterloo_muertos_dientes_implantes_lv

http://miguelangelmartinmas.blogspot.com.es/2009/10/los-dientes-de-waterloo.html


domingo, 11 de septiembre de 2016

Los parásitos del joven mendigo




  Bartolomé Esteban Murillo 

Joven mendigo
(1650 circa)

Óleo sobre tela 137 x 115 cm 
Museo del Louvre, París



Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617 - 1682) es el autor de esta obra que se encuentra actualmente en el Museo del Louvre de París, donde se exhibe con el título de Le Jeune Mendiant. Fue adquirido en 1782 para las colecciones reales de Luis XVI

El pintor sevillano Murillo es conocido ante todo por su pintura religiosa. Como otros pintores barrocos españoles (José RiberaVelázquez), también realizó algunas obras realistas. Entre ellas, sobresalen sus escenas infantiles de mendigos y pilluelos. Puede que este tipo de obras fueran encargos de mercaderes holandeses en Sevilla, dado el gusto flamenco por las obras que reflejan la vida cotidiana. 

La primera de estas representaciones de golfillos urbanos es este Joven mendigo espulgándose o despiojándose. Las pulgas (Pulex irritans), y también los piojos (Pediculus corporis) eran frecuentes en aquel tiempo, y más entre los pordioseros o marginados, como los que se reflejan en el Lazarillo de Tormes (1511) o en algunas Novelas ejemplares de Cervantes (1613). El joven se halla vestido con harapos, llenos de jirones, sentado en el suelo de un rincón, sin mobiliario alguno, en actitud de buscar entre sus ropas algún parásito que le está mortificando. Su figura se ilumina tangencialmente por la luz que entra por una ventana. A su lado, un cesto con algunas frutas, una jarra y unas mondaduras. El ambiente nos transmite una viva sensación de desolación, miseria y abandono. En este contexto, la presencia de los parásitos cutáneos cobra todavía más fuerza.  

Podemos ver otras obras de Murillo en la que se muestran infestaciones por parásitos: Vieja despiojando a un niño