Diego de la Cruz
Misa de San Gregorio
(Anterior a 1480)
Óleo y dorado con pan de oro sobre tabla
MNAC. Barcelona
Diego de la Cruz
Misa de San Gregorio
(Anterior a 1480)
Óleo y dorado con pan de oro sobre tabla
MNAC. Barcelona
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Una de las tablas góticas expuestas en el MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) trata de la Misa de San Gregorio. Procede del monasterio Jerónimo de Fradesval (Burgos) y es obra de Diego de la Cruz (1460-1499).
La Misa de San Gregorio es un tema muy repetido en la iconografía religiosa del s. XV. Relata un legendario milagro basado en fuentes apócrifas. El papa San Gregorio, mientras celebraba la misa en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén tuvo una duda personal sobre la transubstanciación, por la que Cristo se hace realmente presente en la Eucaristía. En fin, el hombre no estaba convencido de que la hostia que sostenía en sus manos fuese el cuerpo del Salvador, ni el cáliz contuviese su sangre. En aquel momento ocurrió el milagro: Cristo apareció realmente sobre el altar, con la corona de espinas, mostrando sus llagas y llevando consigo las "arma Christi", los instrumentos de su Pasión, que en esta tabla aparecen dispersos sobre el fondo dorado. La cruz, los clavos, el martillo, la esponja empapada en vinagre o la columna donde fue flagelado coexisten con las caras de los sayones que lo torturaron, la de Pedro que le negó, la de las manos que le golpearon o le dirigieron signos obscenos. La escena de la misa de San Gregorio fue múltiplemente repetida, como una apología gráfica del dogma de la Eucaristía especialmente durante el s. XV.
La Misa de San Gregorio. Vista de conjunto de la tabla. |
En la tabla aparece en la primer plano San Gregorio ante el altar en el centro y dos monaguillos asistentes. A la derecha del altar aparece un cardenal, tocado con el capelo propio de su dignidad. Al extremo derecho de la tabla, de pie, San Andrés portando la cruz en aspa y una dama arrodillada, la donante del cuadro. El tema de la Misa de San Gregorio era muy usada en los contextos funerarios, como soporte visual de la doctrina de salvación de las almas, a la que aspiraba la donante al ofrecer esta tabla.
Es precisamente esta dama donante la que llamó mi atención. Tiene sus manos juntas, en la clásica actitud orante. En sus dedos, deformados, se aprecian unos nódulos característicos de la artrosis (nódulos de Heberden).
La artrosis es la enfermedad reumática más frecuente. Está producida por el desgaste del cartílago, que hace de amortiguador al proteger los extremos de los huesos y que favorece el movimiento de la articulación. La padece un 15% de la población de más de 20 años, y 3/4 partes de los afectados son mujeres, que además la presentan en edades más tempranas.
Clínicamente pueden aparecer pequeños nódulos óseos en las articulaciones de los dedos. Reciben el nombre de nódulos de Heberden (en las articulaciones interfalángicas distales de las manos), o nódulos de Bouchard (si afectan a la parte proximal). Los dedos se pueden hinchar, ponerse rígidos y torcerse. Los dedos pulgares de las manos también pueden verse afectados (rizartrosis del pulgar).
Podemos distinguir varios tipos de artrosis:
Artrosis tipo I. descrita por Kellegren Moore y Steecher. Es una enfermedad hereditaria en la que existe una predisposición familiar. Se puede presentar de forma prematura en personas con enfermedades genéticas que afectan al tejido conectivo (Síndrome de Ehlers-Danlos, hiperlaxitud articular).
Artrosis tipo II. Es dependiente de las hormonas esteroideas, especialmente de los estrógenos. En mujeres el máximo pico de prevalencia se asocia con la menopausia. La prevalencia de artrosis en las manos, cadera, rodilla, y múltiples articulaciones (artrosis generalizada) tiene una significación más alta en mujeres que en hombres después de los 50 años. Existe una asociación entre niveles bajos de estrógenos y las radiografías de rodilla, en mujeres postmenopaúsicas. El polimorfismo del gen 1 del receptor de estrógenos se ha asociado con la aparición de artrosis. La artrosis tipo II se desarrolla tras la menopausia y se puede diferenciar claramente tanto de la artrosis genética o tipo I, como la de la relacionada por la edad (tipo III).
Artrosis tipo III. Suele afectar especialmente en personas de cierta edad y ha sido considerada como un prototipo de envejecimiento. Su prevalencia se incrementa rápidamente con los años, siendo casi universal su presencia en personas mayores. Los cambios que se producen en los tejidos musculoesqueléticos, se han considerado en las investigaciones que son una consecuencia ineludible del paso del tiempo.
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