Modelados de cera de enfermedades cutáneas (1922 circa) Moldeados de cera Cátedra y Servicio de Patologia de la Facultad de Medicina Rosario (Argentina) |
Hace algunos días la Dra. Ana Lia Nocito, jefa de la Cátedra y Servicio de Patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Rosario (Argentina) y lectora de este blog, me escribió un comentario a propósito de los modelados de cera dermatológicos. Me comentaba el hallazgo y restauración de unos moldeados de cera representando enfermedades dermatológicas en su Cátedra, y de los que me adjuntó dos fotografías, autorizándome a publicarlas en este blog.
Los moldeados de cera constituyeron la manera más eficaz de transmitir los conocimientos clínicos en los centros en los que se enseñaba la Dermatología en un tiempo en el que todavía no se había descubierto la fotografía o en el que su uso era muy limitado. En cualquier caso los modelados permiten una visión diferente de la que puede obtenerse con la mera fotografía.
Estas figuras de cera fueron muy populares desde finales del s. XVIII hasta el primer tercio del s. XX. Las figuras de cera permitían reproducir en tres dimensiones, en color y de forma bastante parecida al original las diversas alteraciones patológicas de la piel y eran un recurso bastante habitual en los grandes centros docentes de la época, que solían albergar museos de moldes o moulages (era frecuente usar este vocablo francés, ya que muchos eran fabricados en Francia).
Moldeado procedente del Hôpital de Saint-Louis de París, de la colección de Rosario. |
Este es el caso de algunos de los moldeados de Rosario, una apreciable colección de 108 piezas, de las que 38 son de procedencia parisina, habiendo sido adquiridos en 1922 al Hôpital de Saint-Louis de París. Este hospital francés, verdadero faro y guía de la Dermatología en aquel tiempo tenía una gran tradición en ceroplastia. Su prestigio internacional estaba en cierto modo ligado a la figura de Jules Baretta (1833-1923) un notable ceroescultor que dedicó toda su vida a reproducir figuras dermatológicas en este hospital (realizó él sólo cerca de 3000 piezas). Además de Baretta, otros artistas realizaron moldeados de cera en Saint-Louis, tanto para enriquecer la propia colección del hospital (la mayor del mundo, y que llegó a alcanzar casi 5000 piezas) como para la exportación a otros centros docentes, como en este caso.
En la colección argentina destacan algunas piezas realizadas por Jean Niclet, que primero fue encargado del laboratorio de fotografía del Hôpital Saint-Louis, y que más tarde sucedió a Baretta. Sabemos que algunas de las piezas que elaboraba este ceroescultor se dedicaban a la exportación. Así por ejemplo, en el Museo de cera de Nancy hay 14 moldeados que fueron realizados por Niclet.
Los moldeados argentinos que nos ha remitido la Dra. Nocito representan un caso de neuritis leprosa supraorbitaria y un lupus vulgar tuberculoso. En la primera se observa un nervio supraorbitario engrosado, haciendo relieve sobre la frente; en el segundo caso una placa eritematosa y descamativa, bien delimitada. Dos patologías de escasa incidencia en nuestros días por lo que preservar estas ceras es una manera de conservar el recuerdo clínico de unas enfermedades que fueron frecuentes hace años. Y la patología desaparecida puede volver algún día, de ahí que interesa preservar su memoria, para recordar su aspecto clínico.
Desde aquí agradezco a la Dra. Ana Lia Nocito su esfuerzo y dedicación por salvar estos testimonios de la dermatología de antaño, así como su amabilidad al compartir con nosotros algunas muestras de la colección que intenta salvar y restaurar y su fidelidad al blog "Un dermatólogo en el museo".
Los moldeados argentinos que nos ha remitido la Dra. Nocito representan un caso de neuritis leprosa supraorbitaria y un lupus vulgar tuberculoso. En la primera se observa un nervio supraorbitario engrosado, haciendo relieve sobre la frente; en el segundo caso una placa eritematosa y descamativa, bien delimitada. Dos patologías de escasa incidencia en nuestros días por lo que preservar estas ceras es una manera de conservar el recuerdo clínico de unas enfermedades que fueron frecuentes hace años. Y la patología desaparecida puede volver algún día, de ahí que interesa preservar su memoria, para recordar su aspecto clínico.
Desde aquí agradezco a la Dra. Ana Lia Nocito su esfuerzo y dedicación por salvar estos testimonios de la dermatología de antaño, así como su amabilidad al compartir con nosotros algunas muestras de la colección que intenta salvar y restaurar y su fidelidad al blog "Un dermatólogo en el museo".
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