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jueves, 26 de mayo de 2016

La piel torturada (IV): Íntimos desgarros






Retablo de Sta. Llúcia de Mur
(Segundo cuarto s. XIV)

Temple  sobre tabla. 67 x 24  cm 

Procedente de la colección Rómulo Bosch
Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) Barcelona 



En el Museu Nacional d'Art de Catalunya se conservan dos tablas del retablo de Santa Llúcia de Mur en las que se pormenorizan algunos aspectos del martirio de la santa. En una de ellas se puede ver a dos verdugos desgarrando despiadadamente con un instrumento hiriente sus senos. Hemos encontrado una herramienta similar entre el utillaje de tortura del Museo de los Instrumentos de Tortura de Toledo, cosa que nada tiene que extrañar ya que como hemos comentado muchas de las torturas descritas en los retablos eran en realidad el reflejo de lo que se realizaba en los interrogatorios de la época, especialmente por parte de la Inquisición (1,2,3). 


Desgarrador de senos.
Museo de los Instrumentos de Tortura. Toledo. 
El uso del desgarrador de senos se solía aplicar a las mujeres acusadas de brujería, adulterio, o aborto provocado, pudiéndose aplicar en frío o al rojo vivo. En Francia y Alemania se usaba también contra las madres solteras sobre uno de los pechos. Las aguzadas puntas desgarraban completamente los senos, clavándose en su interior. 


No es este el único ingenio dirigido a provocar desgarros en partes íntimas. Entre las múltiples torturas que se han realizado en la piel y mucosas ocupan un amplio campo las laceraciones y desgarros realizados en partes íntimas (ano, vulva, boca, senos). La represiva moral sexual, unida a los sádicos instintos de muchos torturadores hacía que se recurriera con frecuencia a este tipo de prácticas.


Pera oral. Museo de los Instrumentos de Tortura. Toledo. 


Un ejemplo lo encontramos en las peras vaginales, suplicio que consistía en la introducción en dicha cavidad de un aparato con forma de pera, que se abría de golpe al pulsar un resorte exterior, descubriendo unos aguzados pinchos al final de la misma, que producían grandes desgarros. La pera también tenía variaciones para ser usada en la boca o en el ano. Según la acusación que se hacía al reo era usada una u otra. La pera oral solía usarse en los blasfemos y en predicadores heréticos; la pera anal en los homosexuales acusados de sodomía; y la pera vaginal en mujeres acusadas de mantener relaciones con el demonio o en ciertos casos de adulterio. 

Cuna de Judas. 
Museo de los Instrumentos de Tortura. Toledo. 
 Otra máquina horripilante era la llamada "Cuna de Judas". Consistía en una pirámide de madera, sobre la que se suspendía el cuerpo desnudo del torturado, cuidando que el ano o el periné coincidiera con la vertical del vértice de la pirámide. Mediante un complicado sistema de cuerdas que pendían del techo, y con ayuda de un cinturón metálico que rodeaba la cintura, el prisionero era izado lentamente y en un momento dado era soltado de golpe. La fuerza de la gravedad se encargaba de que el cuerpo cayera con fuerza y el vértice desgarraba cruelmente la zona anal o los genitales. 
Grabado que explicita el uso 
de la cuna de Judas

Otro procedimiento era dejar al prisionero rozando simplemente con el ano la punta de la pirámide. Si el reo se relajaba, el vértice de la pirámide penetraba más y mas, con lo que se le impedía el descanso. En esta modalidad se usaba como un suplicio de desgaste, con un gran sufrimiento psicológico. Este suplicio solía usarse durante los interrogatorios o en casos de sodomía. 

Como puede verse, toda una sofisticación del sadismo y la maldad.



La piel torturada

I. La doncella de hierro

II. Garfios, uñas de gato y otras laceraciones

III. En picota y marcada al fuego

IV. Íntimos desgarros

V. Sillón de interrogatorio


VI. Máscaras infamantes

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