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lunes, 7 de diciembre de 2015

Tutankhamon, un faraón con el pie zambo








El dios Amón protegiendo al joven faraón Tutankhamon. 

Estatua en piedra
Museo Egizio. Turín.




La autopsia virtual efectuada con scanners 3D de la momia de Tutankhamon ha variado completamente la imagen que de él teníamos, construida a partir de su máscara mortuoria de oro macizo. En efecto, su pie zambo, sus amplias caderas y los dientes proyectados hacia adelante, su aspecto se aleja mucho de la belleza ideal que se nos había intentado transmitir de este joven faraón de 19 años de la XVIII dinastía, que a pesar de su breve reinado, es muy conocido por ser el único faraón cuya tumba fue descubierta intacta. 

Cabeza de la momia de Tutankhamón
La autopsia revela que es poco probable que el faraón hubiera muerto como consecuencia de un accidente en las carreras de carros, hipótesis que se había apuntado hasta ahora. El faraón presenta efectivamente una fractura de la rodilla izquierda que no llegó a curarse, pero esto podría deberse a una simple caída. Es difícil pensar que un individuo con un pie zambo hubiera podido participar en las carreras. 

Al parecer, el faraón no gozaba de buena salud. Según Ashraf Selim, el radiólogo egipcio que ha realizado el estudio  "Tutankhamon había desarrollado la enfermedad de  Kohler durante su adolescencia", una osteonecrosis dolorosa del dorso del pie que conlleva un problema de locomoción. Esto explicaría también la presencia de más de 130 cayados y bastones encontrados en la tumba del faraón, con evidentes señales de haber sido usados, lo que hace pensar que Tutankhamon era efectivamente un tullido que caminaba con la ayuda de un bastón.

Tutankamon tenía un pie zambo, caderas anchas y dientes de conejo -  Libertad Digital
Reconstrucción del posible físico real de Tutankhamon
realizado por la BBC a partir de los datos de la autopsia virtual.


Otros factores que podían contribuir a su debilitamiento general, podían relacionarse con el paludismo, enfermedad que por lo visto sufrió, y por las deficiencias genéticas derivadas de la consanguineidad. Sus padres eran hermanos, costumbre habitual en Egipto: el faraón se casaba con su hermana, siguiendo el mito osiríaco, según el cual el dios Osiris desposó a su hermana, la diosa Isis. Según el paleopatólogo Albert Zink, la altísima tasa de consanguineidad que se observa en los análisis realizados a Tutankhamon le habrían causado también importantes transtornos endocrinos. 


O sea que Tutankhamon no se parecía en nada a la hermosa cara de la opulenta máscara de oro de su ajuar funerario (de 11 Kg. de oro, lapislázuli y piedras). Claro está que el arte egipcio estaba mucho más interesado por representar símbolos, que la realidad. En la máscara del faraón, de cualquier faraón, se quería representar la perfección divina de Horus, ya que el faraón era por definición el Horus viviente. Pero hay más. 


Recientemente nos hemos referido al desgraciado accidente que sufrió la máscara de oro de Tutankhamon. Hace un año, durante una operación de limpieza rutinaria, se rompió la barba de la preciada obra maestra. Incomprensiblemente, la barba fue fijada groseramente con un pegamento rápido y además, intentando eliminar la rebaba se produjeron algunos arañazos y melladuras en la máscara. Ante el revuelo que todo eso despertó en la opinión arqueológica internacional, hace poco más de un mes la máscara fue llevada al laboratorio para una restauración en condiciones. 


Pues bien, al restaurar la máscara se ha observado que muy probablemente la máscara no estaba destinada originalmente a Tutankhamon. Al realizar una limpieza adecuada y el cuidadoso examen preliminar antes de proceder a la restauración, los arqueólogos han descubierto trazas de una dedicatoria anterior, que aparece borrada. El metal fue pulimentado para borrar un nombre previo y posteriormente el nombre de Tutankhamon fue grabado encima. Se ha podido elaborar una hipótesis sobre la primera dedicatoria, según la cual la máscara estaba dedicada a un tal Ankhkheperura Neferneferuaton. ¿Quien era este faraón? Según algunos egiptólogos como Nicholas Reeves,  este nombre podría corresponder a alguien de su familia. Tal vez a la reina Nefertiti. Cosa que concordaría con los orificios de los lóbulos de las orejas de la máscara real, ya que en Egipto, los varones en general no solían perforar sus orejas, y sí lo hacían las mujeres... 



The real face of the King Tut according to a virtual autopsy: 





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