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jueves, 21 de mayo de 2015

Evocación de Palmira







Leo en la prensa que Palmira ha caído en manos del Ejército Islámico y que puede ser que la destruyan, como hicieron ya con Nínive y otras ciudades y obras de arte históricas. Noto que se me hace un nudo en la garganta y que se me encoge el estómago. Palmira es tal vez, uno de los yacimientos arqueológicos que me han impresionado más.

Cariacontecido, voy a la cocina y me hago un té. Aún conservo, como oro en paño, té sirio, comprado en el fabuloso mercado de Alepo, hoy ya arrasado por la guerra. Es un té negro, fuerte, aromatizado con Ambre, un fantástico perfume que le confiere unas propiedades organolépticas únicas. 

Mientras saboreo el té y me dejo envolver por su aroma, acuden a mi mente las vivencias y recuerdos de Siria.  El colorido y los olores de sus angostas calles, la simpatía y alegría de sus gentes, los fantásticos pastelitos comprados y comidos por la calle (ah! el baclava!), sus cafés llenos de jugadores de backgammon y fumadores de narguile...

Y Palmira. Sobre todo, Palmira. Llegué a Palmira procedente de Hama, la ciudad de las enormes norias a lo largo del río Orontes. Su chirrido cadencioso y monótono se quedó metido en mi memoria, como una invitación a la siesta, tras una agradable comida. Tras atravesar un paisaje yermo y desértico,  al ponerse el sol apareció ante nosotros un palmar extenso y poblado: Era Palmira. 

Zenobia,  emperatriz de Palmira
La ciudad de Palmira vivió su esplendor en tiempos de la reina Zenobia en el s. III d.n.e. Sus calles, repletas de templos, altares, palacios y edificios cívicos sorprende por su perfecto estado de conservación. Como otras ciudades del desierto como Leptis Magna o Sabratha (Libia) o Petra (Jordania) el clima y la ausencia de población estable cercana han sido los mejores garantes de su supervivencia. 

Ahora Palmira está gravemente amenazada. No por la religión, no por la ideología, sino por el fanatismo humano, por su ansia de destrucción irracional. Me acabo, triste y preocupado, mi taza de té sirio. Sin embargo, continúo sintiendo un nudo en la garganta y una gran desolación en el alma. 





Palmira (Siria): 






Piedras vivas. Palmira Documental: 





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