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lunes, 23 de marzo de 2015

Ictiosis, sirenas y tritones






 Sirena
(s. XII)

Capitel de la iglesia de S. Claudio de Olivares 
Zamora



La ictiosis es una enfermedad cutánea de origen genético en la que la piel se cubre de escamas tomando un aspecto similar al de un pez (ἰχθύς  ictios significa pez en griego, y de ahí deriva el nombre de estas afecciones). Muchas veces se ha recurrido al nombre de hombres-pez o mujer-lagarto para designarlas popularmente y lamentablemente durante el s. XIX y primera mitad del s. XX fueron muchas veces exhibidos en circos y ferias.  

Las sirenas son unos personajes míticos, mitad hombre y mitad animal. En el mundo grecorromano, las sirenas eran híbridos de pájaro, no de pez. Sus cantos, muy agradables, atraían a sus víctimas, que luego eran devoradas. En la Odisea, Ulises, que había sido advertido por Circe, tapa los oídos de sus compañeros con miga de pan y se hace atar al palo mayor de su barco para no caer en la tentación de dejarse seducir por los melodiosos cantos de las sirenas (Canto XII). 

Ulises atado al palo de su barco, para resistir la tentación de los cantos de sirena.
Mosaico romano (s. III).  Museo del Bardo, Túnez

También Jasón y sus argonautas fueron tentados por los cantos de las maravillosas mujeres-ave, pero cuando estaban cerca de ellas, Orfeo entonó un canto tan bello y que cautivó tanto a los marineros que dejaron de escuchar a las sirenas. 

Sirena-pájaro. Capitel de la iglesia de Santiago de Breixa (Galicia) 

A partir del s. VII-VIII,  comienza a aparecer la idea de las sirenas-pez. En el Liber Monstruorum de Diversis Genibus se afirma:  
Las sirenas son doncellas marinas, que seducen a los navegantes con su espléndida figura y con la dulzura de su canto. desde la cabeza al ombligo tienen cuerpo femenino, y son idénticas al género humano; pero tienen las colas escamosas de los peces, con las que siempre se mueven en las profundidades 
 Aunque las sirenas-pez convivieron un cierto tiempo con las sirenas-ave. Podemos encontrar  simultáneamente los dos tipos en algunas iglesias, como la de Santiago de Breixa, en Galicia.



Sirena de cola doble.
Sant Pere de Galligants. Girona. 
Sirena con un pez en la mano.
Iglesia de Santiago de Breixa (Galicia). 

El pez era considerado el símbolo de la lujuria 


Tritón, por su parte era el equivalente masculino de las sirenas, también con cola de pez. La mitología lo consideraba hijo de Poseidón, dios del mar y de la ninfa de la espuma, Anfitrite. Era un mensajero de las profundidades marinas y solía llevar un tridente en la mano, como su padre. Pero su atributo característico era una caracola marina. Con su son podía agitar o calmar las olas del mar. Su sonido era tan terrible que bastaba por sí solo para ahuyentar a los gigantes.

Escultura de Tritón en la fontana del Moro, en Piazza Navona, Roma. 

Aunque ya hemos advertido alguna vez de lo inadecuado de transportar la mitología a la realidad, algunas patologías  pueden remedar bastante a estos seres marinos. La sirenomelia o síndrome de la Sirena es una malformación congénita en la que ambas piernas aparecen soldadas en una sola, a modo de la cola de las sirenas. Y por supuesto hemos de recordar los casos de ictiosis, que presentan el cuerpo cubierto de escamas, la piel seca y quebradiza y en algunos casos (ictiosis arlequín), ectropion, labios prominentes y evertidos y orejas reducidas. En el imaginario popular la observación de estas patologías puede tener su peso y ser transformadas fantasiosamente. El padre Feijoo ya se refería en el s. XVIII al hombre-pez de Liérganes, y Gregorio Marañón trató de esos escritos. Y hay algunos ejemplos más: el Peje-Juan de Cádiz, el pez-monje de Dinamarca o el pez-obispo en Alemania. Algún día volveremos sobre ellos para continuar hablando de este tema. 

John W. Waterhouse. La sirena (1901)


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