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miércoles, 25 de marzo de 2015

Duchamp: Se ruega tocar





 Marcel Duchamp 
(1887-1968)

Prière de toucher 
(1947) 

Látex pegado a terciopelo negro sobre 
base de cartón, en marco con vidrio.
 41,8 x 34,7 x 7,1 cm 
Centre Pompidou. Paris



Hace poco nos referíamos al sentido del tacto y a como se intentaba representar en la época barroca. Hoy veremos una visión contemporánea del mismo. 

Marcel Duchamp fue un artista polifacético. Alternó el caricaturismo con la pintura. Pasó por casi todas las tendencias artísticas del s. XX (impresionismo, postimpresionismo, fauvismo, cubismo) sin comprometerse con ningunade ellas. Este afán investigador sería una de las constantes de su arte. 

En 1913 inició los estudios preparatorios para El gran vidrio, una obra de síntesis entre pintura y escultura. Durante esta misma época comienza a producir sus primeros ready-made, objetos cualquiera sometidos a escasas o nulas modificaciones, que eleva a la categoría de arte, por la mera voluntad del artista. Uno de ellos un urinario invertido que tituló Fuente constituye uno de los iconos artísticos más significativos del arte del s.XX.

En 1917 con  Francis Picabia, divulgaron el movimiento Dadá en Estados Unidos. dede 1934 estableció fuertes relaciones con el movimiento surrealista, especialmente con André Breton. 

La obra Prière de toucher (Se ruega tocar) es una muestra de la proximidad de Duchamp con los surrealistas. Fue concebida para la portada del catálogo de la exposición Le Surréalisme en 1947, organizada con Breton en la Galerie Maeght de Paris: Un seno postizo de látex pegado sobre un cartón. Al dorso del catálogo figuraba la leyenda: Se ruega tocar (Irónicamente, esta leyenda es precisamente lo contrario del aviso que puede verse en muchos museos: Se ruega no tocar)  

Esta obra es pues una invitación a ir más allá del sentido de la vista (que generalmente es el usado en Occidente para contemplar el arte) en beneficio del sentido del tacto, mucho más materialista. Propone abandonar las prácticas académicas y las ideas preconcebidas para ir más allá. 

Además de esta reivindicación del sentido del tacto, la obra tiene una intención claramente provocativa y deja entrever una clara dimensión erótica (tan apreciada por el surrealismo) que es una constante en Duchamp: la sexualidad aparece de forma insistente en su obra, frecuentemente relacionada con el voyeurismo.  


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