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viernes, 14 de junio de 2019

Un millón de infecciones de transmisión sexual diarias




Egon Schiele

Liebesakt, Studie 
 (1915)

Lápiz de color sobre papel. 32,9 x 49,6 cm
Leopold Museum, Viena 



Egon Schiele (1888-1918) fue un pintor y grabador austríaco contemporáneo, discípulo de Gustav Klimt y una de las principales figuras del expresionismo. 

Sus temas preferentes se centran en la figura humana, especialmente el desnudo femenino, reflejando su expresividad y sentimiento sin limitaciones. No rehúye los temas abiertamente eróticos y en muchos casos refleja un sexo explícito, abiertamente provocador y carnal. 

La tensión erótica de los personajes de Schiele, procaces y entregados a un sexo insaciable, desprovisto de amor, reflejan una gran soledad y constituyen una abierta crítica social a la hipócrita moral burguesa de su tiempo. Su obra ha sido considerada un tabú todavía hoy, y ha sido censurada repetidamente. 

Nada mejor que las obras de este autor para comentar un reciente mensaje de alarma por el aumento de los casos de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) en España (sífilis, gonorrea, clamidias y virus del papiloma humano). La gonorrea alcanza un incremento anual constante de 26,3% (entre 2013 y 2019). Se calcula que entre los 20-24 años de edad hay 78 casos de gonorrea y 10,7 de sífilis por cada 100.000 personas. La causa de esta pujanza en las ITS se debe al abandono del uso del preservativo que ha caído del 84% (2002) al 75% (2017).  En 2017 se diagnosticaron 4.000 casos de VIH y 17.000 de otras enfermedades de transmisión sexual.

Por  su parte la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe publicado en junio de 2019, informa que durante el año 2016 se registraron 376 millones de nuevas infecciones por clamidias, gonorrea, sífilis o tricomonas. Es decir, un millón de nuevos casos de enfermedades de transmisión sexual diarios en todo el mundo, aunque el número de personas infectadas es algo menor, ya que en muchos casos se trata de reinfecciones o de más de una de estas infecciones en un mismo sujeto. 


Egon Schiele
Aunque las infecciones de transmisión sexual no son en la actualidad incurables, presentan complicaciones de gran importancia. La clamidia y la gonorrea son las principales causas de la infertilidad en la mujer, y la sífilis puede ocasionar enfermedades cardiovasculares y neurológicas en fases avanzadas. Además también se puede transmitir al feto durante el embarazo, provocando malformaciones congénitas, ceguera, sepsis, muerte fetal, y un mayor riesgo de contagio del sida. La sífilis sigue siendo la primera causa de mortalidad prenatal o perinatal (200.000 muertes durante el embarazo o al poco tiempo de nacer en 2016).  

Durante este año (2016) se han contabilizado 156 millones de nuevos contagios de tricomoniasis; 127 millones de nuevos casos de clamidia; 87 millones de gonorreas; y 6.300.000 contagios de sífilis.  Unas cifras que se mantienen más o menos estables desde 2012, a pesar que la OMS había planteado sus expectativas de que este grupo de enfermedades se podía reducir a mínimos hacia el año 2030. La conclusión es que las enfermedades de transmisión sexual no se reducen sino que se mantienen endémicas. 


Egon Schiele: Los Amantes II (1917)


Sin embargo, se sabe como prevenir los contagios y como tratar este tipo de enfermedades. La educación sexual y la promoción del uso correcto y sistemático del preservativo en las relaciones sexuales son armas muy importantes en la lucha contra las ITS. La OMS también recomienda los controles médicos durante el embarazo y el parto.

El tratamiento con antibióticos de las enfermedades bacterianas es hoy posible, aunque la penuria de algunos medicamentos en muchos países lo dificulta considerablemente. Además, la gonorrea es cada vez más resistente a los antibióticos planteando un grave problema.   








Numerosos 

jueves, 13 de junio de 2019

Cuidados cosméticos de los etruscos (III): Espejos






Espejo etrusco de bronce 

Bronce pulimentado y grabado. 
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia.
 Roma. 



Nos hemos referido, en artículos anteriores, a las prácticas de limpieza corporal y de aplicación de ungüentos para la conservar la piel y maquillarse entre los etruscos. Nos referiremos ahora a un instrumento imprescindible en toda práctica de tocador: el espejo. 


Jarra de cerámica de figuras rojas con una dama
mirándose al espejo (derecha), mientras una
esclava le acerca un ungüentario con cosméticos
(izquierda).  Museo Nazionale Etrusco
di Villa Giulia. Roma
Los espejos de mano fueron objetos muy habituales en las civilizaciones egipcia, griega, etrusca y romana. Estaban dotados de un mango para facilitar que pudiesen sostener con una mano y constaban de un disco de metal bruñido (generalmente cobre, plata o bronce) con lo que se conseguía un efecto reflectante bastante aceptable. Los espejos etruscos solían estar decorados en el reverso con escenas tomadas de la mitología o de la vida cotidiana, grabados sobre su superficie. En ocasiones, en vez de grabados se pueden encontrar relieves. 


Nos han llegado numerosos ejemplos de estos utensilios. También disponemos de escenas de tocador con damas mirándose al espejo en cerámicas y estatuillas. 



Espejo etrusco de bronce: El augur Calcas examinando 
un hígado de ave para adivinar el futuro (s. IV a.C.)
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma








Espejo etrusco de bronce (original y dibujo, para facilitar la visión de los
 personajes representados en el grabado) Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma



Colección de espejos etruscos de bronce. Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma

Kylix de cerámica negra con figuras rojas. Puede verse en él una escena de tocador.
La dama, sentada sostiene un espejo en su mano y se dispone a maquillarse
tras el baño. A la derecha, asoma el borde de una bañera.
En la parte superior puede verse colgada una toalla.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma 

miércoles, 12 de junio de 2019

Cuidados cosméticos de los etruscos (II): Hidratar la piel





Dama disponiéndose a 
usar sus cosméticos 

Cerámica negra de figuras rojas. 
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia.
 Roma. 



En una entrada anterior hemos visto como la higiene cutánea ocupaba un papel preponderante en la cultura etrusca, y nos hemos referido especialmente a los procedimientos para limpiar la piel. Comentaremos hoy otros usos cosméticos de esta civilización mediterránea. 


Ungüentarios etruscos de probable influencia egipcia.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma



Ungüentario etrusco de probable influencia egipcia.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma


En la cerámica que encabeza estas líneas podemos ver a una dama etrusca al lado de su caja de cosméticos, disponiéndose a su toilette diaria. Una esclava le lleva un ungüentario, que probablemente contiene aceite perfumado, mientras que sostiene con la otra mano un abanico. Un testimonio de una escena cotidiana, que debía desarrollarse ordinariamente en las casas etruscas. 

Efectivamente, las señoras etruscas disponían de cajas o contenedores de bronce o marfil donde guardaban sus ungüentos, maquillajes y afeites. También se guardaban allí los pinceles, pinzas, limas para las uñas y espejos. En fin, todo lo necesario para el arreglo personal. Muchos de estos estuches se han encontrado entre el ajuar funerario de sus propietarias. 


Para mantener la piel en buenas condiciones se recurría al uso de aceites. Ya hemos visto como los aceites se usaban incluso durante la limpieza de la piel, pero tras esta práctica de higiene solían aplicarse otros para nutrirla y mantenerla en perfectas condiciones.  En las casas, el aceite perfumado estaba contenido en ricos ungüentarios, que a veces tomaban la forma de animales o de diosecillos, a veces con influencias de otras culturas, como la egipcia o incluso africanas. Esto demuestra la activa importación de estos cosméticos, nada extraño si tenemos en cuenta la gran actividad de los navegantes etruscos y el activo comercio que establecían en el Mediterráneo. 


Ungüentarios etruscos de terracota, representando animales.
Arriba, un erizo (izquierda) y un conejo (derecha)
Abajo, un pájaro. Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma


Las mujeres etruscas usaban también maquillajes de forma habitual. Las sombras de ojos, y coloretes para labios y mejillas eran elaborados con pigmentos naturales obtenidos de minerales triturados o sustancias vegetales y extractos de plantas y flores. También se recurría al carbón: como se hace en la actualidad, aplicaban una pasta negra sobre las cejas y párpados para hacer la mirada más profunda. 


Colección de ungüentarios etruscos de terracota.
Abajo también pueden verse restos de pinzas de uso cosmético.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma

martes, 11 de junio de 2019

Cuidados cosméticos de los etruscos (I): Lavarse








Varón usando un estrígilo 
para limpiar su cuerpo

Kylix de cerámica negra de figuras rojas. 
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia.
 Roma. 



Entre la multitud de visitas culturales que ofrece la ciudad de Roma, a veces pasa desapercibido este museo, donde sin embargo pueden hallarse piezas arqueológicas remarcables. El Museo Nacional Etrusco se encuentra ubicado en un antiguo palacio papal, la Villa Giulia, en los jardines de Villa Borghese, y el interés de su continente rivaliza en interés con su contenido.  

Ungüentario dotado de asas para
llevar colgado a la cintura.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma
El museo está dedicado a la civilización etrusca, precedente inmediato de la romana  y que se extendió por la Toscana, la Umbria el Lacio y el norte de la Campania, limitando al sur con las colonias griegas de la Magna Grecia, desde el s. VIII a.C. hasta el advenimiento de Roma. 

Se trataba de una cultura refinada, amante de los placeres, en la que la mujer, al contrario de la griega o de la romana, no era marginada de la vida social, sino que participaba activamente tomando parte en los banquetes, en los juegos gimnásticos y en los bailes, y sobre todo ayudaban en las labores de la vía pública. Las mujeres expresaban libremente en público sus opiniones y compartían sus ocupaciones con los varones. También participaban en las asambleas políticas y en los frecuentes y fastuosos banquetes, que eran fiestas de ocio y diversión, pero también de debates filosóficos e ideológicos. 


Cerámica de figuras rojas representando a una
mujer que se dispone a lavarse.
Lleva en una mano un gran recipiente con agua
y en la otra, un ungüentario con aceite perfumado.
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma


La mujer además tenía una posición relevante entre los aristócratas etruscos, puesto que estos últimos eran pocos y a menudo estaban involucrados en la guerra: por esto, los hombres escaseaban. Se esperaba que la mujer, en caso de muerte del marido, asumiría la tarea de asegurar la conservación de las riquezas y la continuidad de la familia. También a través de ella se transmitía la herencia, como sucedía en los pueblos celtas. Todo esto implicaba un gran poder adquisitivo de la mujer, lo que se reflejaba en el rico ajuar que frecuentemente se halla en sus sepulturas. 



    Ungüentarios etruscos de influencia africana.
     Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma
Tanto los hombres como las damas etruscas dedicaban mucho tiempo al cuidado del cuerpo. Sabemos, por ejemplo, que usaban un jabón a base de arcilla y cenizas para lavarse. 

Pero los jabones eran escasos y muy caros, y solían ser usados solamente por las clases altas en ciertas circunstancias. Era mucho más habitual lavarse con aceite perfumado. Este uso higiénico del aceite explica que este producto fuese tan apreciado en muchas culturas antiguas.  


El aceite se vertía sobre la superficie del cuerpo y luego se añadía algo de arena, frotándolo sobre la piel. La arena efectuaba una ligera abrasión, procediendo a arrastrar la suciedad y la capa superficial de células muertas de la piel. En definitiva, podríamos decir en vocabulario moderno que realizaba un cierto peeling. Luego se procedía a arrastrar el acúmulo de aceite, suciedad y piel muerta retirándolo con un estrígilo. 


  
Arriba: Estrígilos. El de la derecha dotado de una argolla para colgar a la cintura.
Abajo: Figurilla de bronce representando un etrusco limpiándose con un estrígilo
Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia. Roma


El estrígilo era un instrumento de bronce, en forma de hoz, acanalado en su centro. Aplicándolo paralelamente a la piel y dándole un ligero movimiento de arrastre se conseguía retirar las materias a eliminar, al tiempo que se permitía que el aceite protegiera y perfumara la piel. En el Museo Etrusco encontramos diversos ejemplos de estos instrumentos, que hemos podido admirar también en otros museos de los países ribereños del Mediterráneo, ya que este método fue muy extendido en la Antigüedad. 




















lunes, 10 de junio de 2019

Cantáridas: Un afrodisíaco peligroso





Domenico Fancelli

Sepulcro de los Reyes Católicos
 (1517)

 Escultura. Mármol de Carrara  
Catedral de Granada



Fernando II de Aragón (1452-1516) era hijo de Juan II y Juana Enríquez. A la muerte de su hermanastro Carlos, príncipe de Viana, se convirtió en el príncipe heredero de la confederación catalanoaragonesa. Durante la Guerra Civil catalana (1462-1472), en la que tomó parte activa, se familiarizó con la administración del estado a instancias de su padre.


Fernando II de Aragón
Fernando continuó la tradicional expansión mediterránea de sus antecesores. Se casó con Isabel de Castilla, por lo que fue nombrado rey de Castilla  como Fernando V, reinando con su mujer en aquel reino. El papa Borja, Alejandro VI les concedió el título de Reyes Católicos con el que han pasado a la historia. Bajo el reinado de los Reyes Católicos, Castilla  conquistó el reino de Granada (último bastión musulmán en la península Ibérica); Colón llevó a cabo el descubrimiento de América bajo los auspicios de Castilla y se expulsó a los judíos tanto de los territorios de Castilla como de los reinos de la Corona de Aragón (decreto de la Alhambra). También tuvo lugar la Sentencia de Guadalupe, por la que se ponía fin a la Guerra dels Remences de Cataluña, probablemente la primera revolución popular frente a los nobles de Europa, y que propició el surgimiento de una nueva clase social, la burguesía. 

Fernando fue el típico rey renacentista, que tanto con las armas como con alianzas matrimoniales fue concentrando el poder en la corona, menoscabando el poder feudal de los nobles. Cuando Maquiavelo escribió su famosa obra Il Principe, se inspiró probablemente en Fernando II de Aragón. 


Eduardo Rosales: Isabel "la Católica", dictando su testamento. 


Se suele repetir continuamente por parte de una historiografía interesada en crear ciertos mitos con finalidad manipuladora, que los Reyes Católicos unificaron España. Nada más falso. Si bien Fernando actuó como rey en Castilla mientras Isabel vivió, Isabel nunca actuó en la corona catalanoaragonesa como reina. Y cuando Isabel murió, víctima de un cáncer de útero, en 1505, los reinos volvieron a separarse. 


Fernando II de Aragón
Tras la muerte de Isabel, Fernando perdió sus prerrogativas como rey en Castilla y se retiró a los territorios de la Corona de Aragón, donde siguió reinando el resto de su vida (12 años más).  Como convenía dejar un heredero de estos reinos, contrajo nuevo matrimonio con Germana de Foix, sobrina del rey Luis XII de Francia (1506). 



El rey era ya mayor para la época (54 años), pero la novia tan solo contaba 18 años. De este desigual matrimonio nació el príncipe Joan, que murió al poco de nacer (1509). Apremiaba la necesidad de tener otro descendiente. Fernando era cada vez más mayor y más cansado. Padecía una disfunción eréctil, por lo que hacía falta estimular la actividad genésica del monarca y se le administraban todo tipo de alimentos con fama de excitar la líbido y una gran cantidad de preparados afrodisíacos. 


Germana de Foix, la segunda
esposa de Fernando el Católico. 
Uno de estos afrodisíacos eran las cantáridas. Polvo triturado de alas de unos escarabajos, que eran muy reputados como estimulantes sexuales. Pero el rey necesitaba una dosis cada vez mayor, hasta que sufrió una congestión circulatoria generalizada, que acabó con su vida al producir una hemorragia cerebral.



Así lo cuenta Jerónimo Zurita, cronista del Reino de Aragón, que dice que el monarca sufrió una grave enfermedad ocasionada 

«por un feo potaje que la Reina le hizo dar para más habilitarle, que pudiese tener hijos. Esta enfermedad se fue agravando cada día, confirmándose en hidropesía con muchos desmayos, y mal de corazón: de donde creyeron algunos que le fueron dadas yerbas».  
De hecho los efectos tóxicos de las cantáridas eran bien conocidos. Junto con el arsénico, era uno de los ingredientes del Acqua Toffana, un potente veneno muy famoso en el s. XVII, que tomó el nombre de Giulia Toffana, una envenenadora siciliana que proveía de él a mujeres que querían deshacerse de sus maridos. Una alta dosis de cantáridas por vía oral causa la irritación de la mucosa gastroduodenal, vómitos, mareos, diarreas, y conduce a un fallo renal que suele acabar con la vida. 
  
Las cantáridas (Lytta vesicatoria L.) son coleópteros de la familia Meloidae, que miden unos 15 a 22 mm de largo y de 5 a 8 mm de ancho, de un hermoso color verde brillante con reflejos metálicos. En inglés se conocen con el nombre de spanish fly, una denominación doblemente engañosa, ya que ni son moscas ni se encuentran exclusivamente en la Península Ibérica. De hecho se pueden encontrar desde el sur de Europa hasta Asia central, donde suelen instalarse en bosques de fresnos, saúcos o en las hojas tiernas de los olivos.


Las cantáridas (Lytta vesicatoria L.) producen
una sustancia irritante, la cantaridina.  

















Los fluidos corporales y los élitros de estos escarabajos contienen cantaridina, una sustancia vesicante que produce ampollas en la piel, y que estos animales segregan como arma de defensa cuando se sienten en peligro. La cantaridina suele formar parte de una hemolinfa de antenas y articulaciones de las patas, y en su fluido oral. 

Si se ingiere, es eliminada por la orina produciendo una irritación del canal urinario, con gran vasodilatación y una erección del pene más cercana al priapismo, lo que le ha dado una cierta fama como afrodisíaco. Su principal mecanismo de acción es la vasodilatación, por la que se aumenta el flujo de los cuerpos cavernosos del pene y por este motivo producen una erección. En cierto modo su acción es similar a las sustancias vasodilatadoras actuales como sildenafilo (Viagra ®). Sin embargo, la dosis necesaria para obtener este efecto es muy cercana a la dosis tóxica, que puede causar necrosis de los túbulos renales con hematuria y desenlace mortal en muchos casos. De hecho 2g de polvo de cantáridas pueden matar a un adulto. 


Estructura química de la cantaridina     
El uso de las cantáridas como afrodisíaco se remonta a tiempos remotos. Ya la citaba Plinio el Viejo y Livia, la mujer de Augusto, la usaba como afrodisíaco aunque con fines políticos. Fue profusamente usada en orgías por libertinos como Giacomo Casanova y el Marqués de Sade. 


La cantaridina (C10H12O4) fue aislada por primera vez por el químico francés Pierre Jean Robiquet (1780-1840) en 1812 y sintetizada por Ziegler en 1942. Es un producto que ha sido usado en la farmacopea dermatológica para producir irritación y ampollas controladas en la piel, lo que puede ser útil para el tratamiento de verrugas epiteliales benignas (verrugas vulgares), verrugas plantares o molluscum contagiosum. También se había usado en dosis pequeñas para producir una cierta rubefacción en los casos de alopecia areata, por ejemplo. La irritación local estimulaba el crecimiento del cabello.  


Marqués de Sade (1740-1814)
Fernando el Católico no fue el único en sufrir los efectos de la cantaridina. En 1772, en Marsella, el Marqués de Sade la distribuyó a las damas que participaban con él en una orgía y se produjeron intoxicaciones y diversas muertes entre las muchachas. El libertino marqués fue juzgado y condenado, aunque en el juicio él alegó que a él le iba muy bien y que las mujeres habían abusado de la sustancia por ser unas viciosas

En el s. XVIII las cantáridas se usaban para la elaboración de las "pastillas Richelieu" unos caramelos afrodisíacos, aunque de vez en cuando se administraban con cierta prodigalidad para asesinar a alguien, ya que como hemos dicho, bastan sólo 2 g de cantáridas para producir la muerte. Por cierto, que los médicos forenses de la época que usaban métodos bastante rudimentarios se las ingeniaron para dictaminar si había habido un envenenamiento con cantáridas. Bastaba frotar las vísceras del fallecido contra la piel afeitada de un conejo. Si la piel del conejo enrojecía es que había suficiente cantaridina en las vísceras y por lo tanto se podía concluir que se había producido un envenenamiento por administración criminal de cantáridas. 

En 1868 el gran médico Armand Trousseau (1801-1867) dedicó hasta 10 páginas de su tratado a las cantáridas, citando los accidentes renales con hematuria que provocan las aplicaciones de vesicatorios de cantáridas además de la erección espontánea, gangrena peneana y metrorragia a las mujeres. 

Las cantáridas fueron también, probablemente, las responsables del fallecimiento de Simón Bolivar, narrada por Gabriel García Márquez en su magistral obra El General y su laberinto como consecuencia de la aplicación de un emplasto vesicante de cantáridas recetado por el doctor Révérend para tratar un catarro, con cinco parches en la nuca y uno en la pantorrilla. 

Así que... cuidado con "la mosca española"!



Bibliografía

Karras DJ, Farrell SE, Harrigan RA, Henretig FM, Gealt L. Poisoning from Spanish fly (cantharidin). Am J Emerg Med 1996 Sep;14(5): 

Martindale. Guía completa de consulta farmacoterapéutica. Barcelona 

Moral de Calatrava P. Frígidos y maleficiados. Las mujeres y los remedios contra la impotencia en la edad media. Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2012;Vol. LXIV, nº 2:

Wespes E, Amar E, Eardley I, Giuliano F, Hatzichristou D, Hatzimouratidis K, Montorsi F, Vardi Y. European Assotiation of Urology. Guidelines. Male Sexual Dysfunction: Erectile dysfunction and premature ejaculation.