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viernes, 9 de noviembre de 2018

Los inicios del sida (I): La irrupción de una nueva enfermedad







Therese Frare

David Kirby en 
su lecho de muerte
(Ohio, 1990) 

Fotografía B&N 
Revista Life
World Press Photo Award



Esta fotografía de la fotógrafa norteamericana Therese Frare causó un gran impacto y constituyó un documento que contribuyó considerablemente a que la sociedad tomara plena conciencia de lo que podía suponer el sida, una nueva enfermedad denostada y marginada, considerada propia de homosexuales, pero que era mostrada aquí en toda su humanidad y en toda su tragedia. El activista gay David Kirby, de Ohio, aparece agonizando, con la mirada perdida, rodeado de sus familiares. A finales de los años 80 Kirby, de 32 años, vivía en California y se enteró que había contraído el sida. Quiso volver a casa de su familia para morir, y así aparece en la foto, en el momento terrible de su muerte, rodeado de la comprensión y afecto de sus seres queridos. Fue una imagen muy controvertida cuando apareció, en 1990, tanto que muchas revistas se negaron a publicarla por truculenta, especialmente después que Benetton usara una versión coloreada de esta foto en una campaña publicitaria. Sin embargo, la obra obtuvo el World Press Photo Award, un preciado galardón de Fotografía y es una de las imágenes más antológicas y descriptivas de la última década del s. XX, el siglo que vio aparecer -como un inesperado estallido- la epidemia de sida. 

En menos de 40 años, el sida puede considerarse sin duda una de las enfermedades más devastadoras de la historia de la humanidad, y ha sido el responsable de más de 78 millones de infecciones en todo el mundo causando la muerte de más de 36 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud. 



Uno de los primeros artículos sobre la nueva enfermedad (3 de julio de 1981)
La primera noticia había surgido un mes antes, el 5 de junio de 1981. 

La enfermedad apareció oficialmente el 5 de junio de 1981, cuando los CDC, Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) de Estados Unidos convocaron una rueda de prensa en la que comunicaron que se habían dado cinco casos de neumonía por Pneumocystis carinii en poco tiempo en la ciudad de Los Ángeles. Al mes siguiente se constataron varios casos de sarcoma de Kaposi, un tipo de cáncer de piel (Morbidity and Mortality Weekly Report). Las primeras constataciones de estos casos fueron realizadas por el Dr. Michael Gottlieb de San Francisco.

Tanto Pneumocystis carinii como el sarcoma de Kaposi, eran bien conocidos, pero se trataba de enfermedades poco frecuentes. Pneumocystis carinii era un agente oportunista, que causaba infecciones en pacientes con una supresión inmunitaria grave. Y el sarcoma de Kaposi (que había sido descrito en 1872) era una enfermedad que se veía sobre todo en determinadas etnias (judíos, bantús...), y en viejos depauperados con una inmunidad también claramente alterada, pero ahora se veía en sujetos jóvenes sin patología previa de cualquier procedencia, aunque también se veía con cierto predominio en haitianos. Llamaba la atención la coincidencia de ambas enfermedades poco frecuentes en pacientes jóvenes y hasta hacía poco tiempo, con buen estado general.


Los casos de infecciones poco comunes en jóvenes eran cada vez más frecuentes y muy difíciles de tratar. Era ya evidente que se trataba de una epidemia: la enfermedad, que al principio se había detectado solamente en San Francisco y Nueva York, empezó a ser diagnosticada en otros países, más allá de los EE. UU. Pero la causa no estaba clara ni tampoco era fácil de explicar por qué se producía a la vez y en países diferentes este cuadro mortal tan poco común.

Además, la mayoría de estos pacientes eran varones homosexuales sexualmente activos, y muchos de ellos también sufrían otras infecciones oportunistas. Las pruebas sanguíneas que se les hicieron a estos pacientes mostraron que carecían del número adecuado de un tipo de células sanguíneas llamadas T CD4+. La mayoría de estos pacientes murieron en pocos meses. 

Otra de las fotografías de un enfermo de sida
mostrando lesiones de sarcoma de Kaposi que tuvo
una gran repercusión e impacto en los años 80 del s. XX
El sarcoma de Kaposi se caracteriza por la aparición de unas manchas de color rojizo o rosáceo en el cuerpo del infectado, por lo que la prensa pronto comenzó a llamar al sida, la «peste rosa», y la vinculándola exclusivamente a homosexuales masculinos. Pronto se comenzó a buscar la causa en determinadas prácticas frecuentes en este grupo, como la aspiración de determinadas drogas como "poppers". 

Sin embargo, pronto se observó que la enfermedad podía también observarse en otros grupos de población, como los inmigrantes haitianos en Estados Unidos, los usuarios de drogas inyectables y los receptores de transfusiones sanguíneas, lo que llevó a hablar de un club de las cuatro haches que incluía a todos estos grupos considerados de riesgo para adquirir la enfermedad: Homosexuales, Haitianos, Heroinómanos y Hemofílicos. 

En 1982, la nueva enfermedad fue bautizada oficialmente con el nombre de Acquired Immune Deficiency Syndrome (AIDS, en inglés; SIDA en español y otras lenguas latinas), nombre que sustituyó a otros propuestos al principio como Gay-related immune deficiency (GRID) pues ya estaba demostrado que no solamente los homosexuales estaban expuestos a la infección. El término hace referencia a la situación de falta de defensas que sufrían los pacientes y al hecho de que se adquiriese durante la vida, ya que hasta aquel momento la mayoría de los casos de inmunodeficiencia aparecían de forma congénita, es decir al nacer, o bien en pacientes que estuviesen recibiendo quimioterapia para el cáncer. El frecuente uso de esta denominación hizo que pronto se substantivaran las siglas, usándose comúnmente la expresión sida, prescindiendo de las letras mayúsculas que normativamente se usan en el caso de las siglas. 



Bibliografía


Bounan, Michel, Le temps du Sida, Allia, Paris, 2ª ed. 2004

Carreras. Miasmas y retrovirus. Fundación Uriach, Barcelona 1991

Grmek, M. Histoire du sida. Début et origine d’une pandémie actuelle, Payot, Paris, 1989,

Papadopulos-Eleopulos, E et al. HIV – A virus like no other. Posted at the Perth Group website July 12th 2017. www.theperthgroup.com/HIV/TPGVirusLikeNoOther.pdf

El País. Planeta Futuro. 35 años del descubrimiento de aquel extraño y mortal virus.
https://elpais.com/elpais/2018/05/16/planeta_futuro/1526425640_348314.html

Pépin, Jacques, The origins of AIDS, Cambridge University Press, 2011

Porter R. Histoire du Sida: début et origine d'une pandémie actuelle. Med Hist. 1990 Oct; 34(4): 458–459.

Sierra X. Historia de las enfermedades de transmisión sexual. En: Vilata JJ. Enfermedades de transmisión sexual. JP. Prous ed. Barcelona, 1993.

La ciencia y sus demonios Historia del SIDA (II): los cazadores de virus
https://lacienciaysusdemonios.com/2012/02/21/historia-del-sida-ii-los-cazadores-de-virus/

https://www.monografias.com/trabajos95/historia-del-sida/historia-del-sida.shtml

jueves, 8 de noviembre de 2018

Museos por prescripción médica








Edward Maxwell y William Sutherland Maxwell

Musée de Beaux-Arts de Montréal MBAM 
(1910-1912)


Fachada
Sherbrooke Street West 
Montréal (Quebec, Canadá)   




Hoy no voy a comentar ninguna patología histórica o detectada en alguna obra de arte. Ni tampoco sobre aportaciones realizadas por médicos famosos. Hoy dedicaré esta entrada a algo que conecta directamente con el espíritu de este blog: La relación entre museos y medicina. 

Recientemente, el Museo de Bellas Artes de Montréal (Québec, Canadá) ha puesto en marcha una curiosa experiencia. Desde principios de noviembre de 2018, el museo se puede visitar gratuitamente por prescripción médica. 

El proyecto nace de la convicción de que el arte beneficia tanto al alma como al cuerpo. La directora del Musée de Beaux-Arts de Montréal (MBAM), Nathalie Bondil, se entrevistó con Helène Boyer, vicepresidenta de la Asociación de Médicos Francófonos de Canadá (MdFC) y la convenció de llevar a cabo este proyecto conjuntamente. 


Un visitante observando las obras expuestas en el MBAM


En concreto, 100 médicos participarán en el proyecto. A cada uno de ellos se les proporcionará 50 "recetas" para que puedan distribuir entre los pacientes que consideren más idóneos. Con esta documentación los enfermos podrán visitar gratuitamente el museo, con un acompañante adulto y también uno o dos menores. Los médicos deberán seleccionar de entre sus pacientes a aquellos a los que les puedan beneficiar más estas visitas.  

El MBAM lleva a cabo desde hace años diversas iniciativas de arteterapia con diferentes grupos de población: personas mayores, jóvenes autistas, personas con dificultades psicológicas o en reinserción. Se ha convertido así en un verdadero pionero en la investigación sobre los efectos del arte sobre la salud. En todo caso su objetivo es poder mejorar su bienestar. 

Estas "prescripciones museísticas" además de ser anunciadas por un comunicado de prensa del MBAM, han sido presentadas también en el 90º Congreso anual de la MdFC. Según la Dra. Boyer, los pacientes podrán beneficiarse de la visita al museo para atenuar sus sufrimientos, y sin ningún efecto secundario. Para la directora del MBAM, Nathalie Bondil, ir al museo es un motivo para salir de casa, y en cierto modo, de su enfermedad. 


La "prescripción museística" que expiden los médicos del Quebec. 


Dentro de unos meses los médicos que colaboran en el proyecto deberán evaluar los resultados obtenidos: el impacto de estas visitas en la calidad de vida de estos pacientes, en su estado de ánimo, en su sintomatología. Al parecer tras las visitas al museo aumentan los niveles de cortisol y serotonina en sangre, lo que se asocia a una sensación de bienestar. Tras esta valoración se sabrá si este tipo de acciones son pertinentes. De momento, Nathalie Bondil confía plenamente en que se obtendrán buenos resultados, y está convencida que en el s. XXI se demostrará que la cultura beneficia a la salud, de la misma manera que en el siglo pasado se demostraron los efectos beneficiosos del deporte. 

Tal vez, como se hace ahora con los comprimidos, los médicos recetarán por ejemplo visitar el Museo del Prado dos veces al mes, durante tres meses...  



Una de las salas del MBAM

Bibliografía

Auger C. Un projet-pilote novateur pour le mieux-être des patients par l’art. Prescriptions muséales MBAM-MdFC. Médecins Francophones du Canada.
http://www.medecinsfrancophones.ca/publications/articles/vie-associative/prescriptions-museales-mbam-mdfc.fr.html

Musée des Beaux-Arts de Montréal https://www.mbam.qc.ca/


Riou-Millot S. Au Canada, les médecins prescrivent des visites gratuites au musée. Sciences et Avenir, 01.11.2018. https://www.sciencesetavenir.fr/sante/canada-les-medecins-prescrivent-des-visites-au-musee_129131 

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Vuelven los piojos






Jules Pascin

Toilette
(1924)

Óleo sobre lienzo. 
Colección privada



Cada año, al volver a la escuela, los niños se encuentran con nuevos libros, viejos compañeros, diversas materias nuevas par a ampliar conocimientos y… los piojos! Unos parásitos que indefectiblemente vuelven, misteriosamente, y que van pasando de cabeza en cabeza de los indefensos escolares, con gran alarma de las madres y de los preocupados familiares.

Aunque hay diversos tipos de piojos, solo tres especies son parásitos de los humanos: los piojos de la cabeza (Pediculus capitis), los del cuerpo (Pediculus humanus corporis) y las ladillas (Phtirus pubis) que parasitan las zonas genitales, axilas y (ocasionalmente) pestañas. 

Pero hoy nos centraremos en los piojos de la cabeza (Pediculus capitis) que son los que preocupan a los escolares. Una especie que salta de una cabeza a otra con gran facilidad, pero que se mantiene exclusivamente en este territorio: aferrado a los cabellos con sus seis patas y chupando la sangre de las víctimas con sus picaduras, que causan intenso prurito.

Los piojos de la cabeza son insectos de unos dos milímetros de longitud y color grisáceo, lo que hace que a veces puedan confundirse con caspa. Son más fáciles de detectar en la zona retroauricular o en el cuello. Su saliva es irritante, y es la causa del intenso escozor que acompaña a la picadura. Afortunadamente no transmiten otras enfermedades.

Los piojos adultos pueden vivir hasta treinta días en la cabeza de su huésped. Durante este tiempo se van reproduciendo: cada hembra pone entre 100 y 300 huevos que se llaman liendres y que se adhieren fuertemente a l a base del pelo, incubándose hasta que eclosionan al cabo de 7-10 días. 
  
Los piojos se pueden tratar con sustancias pediculicidas. Las liendres están protegidas por una cutícula de quitina que impide que los productos aplicados los eliminen. Por eso hace falta aplicarlos de forma repetida (por lo menos repetir la aplicación a los 7-10 días, para eliminar los insectos adultos). Es oportuno lavar los cabellos con champús idóneos y aclarar-los con agua con vinagre. El ácido acético del vinagre ayuda a disolver la quitina de la liendre. Después hay que peinar el cabello con la liendrera, un peine de púas muy finas y apretadas, para intentar arrastrar las liendres.  Algunas liendreras tienen púas microacanaladas, para aumentar la eficacia.

Entre los pediculicidas más usados destacaremos:

1.     Permetrina. Considerado el pediculicida de elección por la OMS. A veces se combina con butóxido de piperonilo que incrementa su eficacia. Pero los piojos han comenzado a volverse resistentes. La concentración de 1% a veces no es suficiente y hay que aumentarla al 5%.

2.     Dimeticona y ciclometicona. Son siliconas que asfixian los piojos, impidiendo que respiren. Muy indicados en pieles sensibles o atópicas y en alérgicos.

3.     Alcohol bencílico y aceite mineral. Actúan conjuntamente. El alcohol bencílico dilata las tráqueas del insecto, permitiendo que entre el aceite mineral y lo asfixie, causando su muerte. 

4.     Aceite del árbol del té. Tiene fama por tratarse de un producto natural, pero es muy poco eficaz. No debe usarse en niños menores de 3 años.


5.     Ivermectina. En casos desesperados los piojos se pueden tratar por vía oral, administrando ivermectina. Debe ser por estricta prescripción mèdica.

martes, 6 de noviembre de 2018

Mitología y anatomía (y IX): Las zonas erógenas







Caravaggio

Amor vincit omnia 
(1602)

Óleo sobre lienzo. 156 x 113 cm  Gemäldegalerie. Berlín.



Terminamos esta serie dedicada a los personajes mitológicos que dan nombre a algunas partes de nuestra anatomía, con un comentario sobre Eros, el diosecillo caprichoso a quien se le atribuye el poder de hacer surgir el enamoramiento en el alma de los mortales. 

En realidad Eros no da nombre a ninguna parte concreta de la anatomía, pero está en el origen de la denominación de las "zonas erógenas", las partes del cuerpo que por su especial sensibilidad juegan un papel destacado en la excitación sexual, y por lo tanto en las actividades amatorias. Es por tanto, un concepto más funcional que morfológico y de ahí su etimología: las áreas corporales que generan o producen el placer del amor.


Zonas erógenas de los humanos: Áreas específicas y no específicas

Su valoración depende también de la reacción que desencadenan los estímulos táctiles, visuales y psicológicos por lo que se trata de una evaluación subjetiva. También varía según la percepción de cada sexo. En una escala de 0 a 10, los varones tienden a considerar erógenos: 

  • el pene (9) 
  • los labios (7)
  • el escroto (6,5)
  • la parte interna de los muslos (5,8)
  • el cuello (5,6)
  • los pezones (4,8)
  • la zona perineal (4,8)
  • la nuca (4,5) 
  • las orejas (4,3)
En el caso de las mujeres, se valora sobre todo:

  • el clítoris (9)
  • la vulva (8,4)
  • los labios de la boca (7,9)
  • el cuello (7,5)
  • los pechos (7,3)
  • los pezones (7,3)
  • la parte interna de los muslos (6,7)
  • la nuca (6,2)
  • las orejas (5) 
  • las nalgas (4,7)
Aunque en realidad toda la piel, debidamente estimulada, podría considerarse una zona erógena. 


Representación de Eros, en una cerámica ática

El nombre de "zona erógena" deriva pues de un personaje de la mitología griega, Eros (en griego, Ἔρως, ‘amor'). Era el hijo de Ares y Afrodita,  aunque en las épocas más antiguas se consideraba que era un dios primigenio, hijo de Nix (la noche). Era el dios de la atracción sexual, el amor y el enamoramiento. En Roma era conocido como Cupido (de donde viene la voz concupiscencia, deseo sexual) o simplemente como Amor. Eros era también protector del amor homosexual, mientras que Afrodita era solamente la diosa de los amores heterosexuales. Tal vez por este motivo era frecuente encontrar sus estatuas en las palestras (especie de gimnasios) ya que eran lugares donde frecuentemente se daban cita los amantes homosexuales. 


Eros y Afrodita (s. II dC). Pergamonmuseum, Berlín
Generalmente se asocia Eros a su madre Afrodita (Venus), también protectora del sexo y del amor. Eros solía ir con un arco y un carcaj de flechas. Los que eran heridos por sus flechas de oro, sentían un súbito enamoramiento. Pero también tenía otras, que hacían sentir odio o aversión. Eros disparaba sus flechas a ciegas, sin mirar, y eso explicaba que el amor suele surgir entre las parejas más dispares, de forma irracional. 

Uno de los mitos asociados con Eros relata que Apolo se burló de él y de su poca pericia en el uso del arco. Eros, molesto por las chanzas del pretencioso dios le lanzó una flecha que hizo que se enamorara perdidamente de la ninfa Dafne. Pero a Dafne la hirió con la flecha del odio, para que sintiera por el un gran rechazo. 


Cupido. Museos Capitolinos, Roma. 
Como consecuencia de los fatídicos flechazos, Apolo requería constantemente a la bella ninfa, pero ella hacía caso omiso de los ruegos de su ansioso pretendiente, escondiéndose en el bosque.

Un día Apolo estuvo a punto de darle alcance, acorralándola. Al verse sin escapatoria, Dafne invocó a su padre Peneo para que la convirtiera en cualquier cosa que le permitiera conservar su libertad. De repente, la piel de la ninfa se convirtió en la corteza de un árbol, su cabellera en hojas y sus brazos en ramas. Sus pies se unieron y enraizaron en la tierra, Dafne se había convertido en un laurel. Apolo, que ya sonreía victorioso por haberla alcanzado, se encontró abrazado a las ramas del árbol. Así la ninfa pudo burlar al dios. Desde entonces el laurel se consideró el símbolo de Apolo: estaba plantado alrededor de sus templos y las coronas de laurel eran el galardón que Apolo otorgaba a los héroes. 


Antonio Canova: Eros y Psique. Museo del Louvre, París. 

Otra historia famosa fue la historia de Amor y Psique, inmortalizada por Apuleyo en El asno de oro. Psique era la menor y la más bella de tres hermanas, hijas del rey de Anatolia. Afrodita, celosa de su belleza, envió a Eros para que con sus flechas hiciese que se enamorara del hombre más feo de la Tierra. Pero cuando Eros la vio, él mismo quedó prendado de su belleza y lanzó su flecha al mar. Cuando Psique se durmió, Eros la llevó con él a su palacio.

Eros visitaba a Psique de noche, envuelto en tinieblas, para que nadie lo viera y así Afrodita no se enterara de que tenía a Psique en su palacio, y evitar su cólera. También prohibió a Psique que le preguntara quién era. Cada noche, en medio de la oscuridad, Eros y Psique hacían el amor. 


Estatua de aluminio de Eros, en la cima del Shaftesbury
Memorial Fountain. Picadilly Circus. Londres. 
Una noche, Psique le contó a su amado que echaba de menos a sus hermanas y quería verlas. Eros aceptó, pero también le advirtió que probablemente sus hermanas querrían acabar con su felicidad. A la mañana siguiente, Psique fue a ver a sus hermanas, que envidiosas le preguntaron quién era su marido, que la tenía tan enamorada. Psique, que no podía explicarles cómo era su marido, porque nunca lo había visto, se inventó que era un joven que estaba de caza, pero sus titubeos y contradicciones la delataron y acabó confesando la verdad: que realmente no sabía quién era. Las hermanas de Psique escandalizadas, le dijeron que sólo un monstruo querría ocultar su verdadera apariencia y la convencieron para que en mitad de la noche encendiera una lámpara y observara a su amado. Psique les hizo caso y a la noche siguiente, encendió una lámpara para ver a su marido. Una gota de aceite hirviendo cayó entonces sobre la cara de Eros dormido, que despertó bruscamente y abandonó para siempre a su amante.


Venus y Eros. Museo de Trípoli (Libia) 

Estos son algunos de los muchos mitos vinculados con Eros, un diosecillo travieso que dio su nombre, entre otras cosas, al erotismo y a las zonas erógenas. Aunque probablemente la zona erógena más importante está en la mente, aunque muchos no reparan en ello. 




Bibliografía 

Turnbull, Oliver H.; Lovett, Victoria E.; Chaldecott, Jackie; Lucas, Marilyn D. (Abril de 2014). «Reports of intimate touch: Erogenous zones and somatosensory cortical organization» 






lunes, 5 de noviembre de 2018

Mitología y anatomía (VIII): Aracne








René-Antoine Houasse

Minerva y Aracne
(1706) 

Óleo sobre lienzo. 105 x155 cm
Musée National des Palais
de Versailles et du Trianon
Versalles



Aunque ya nos hemos referido al mito de Aracne en otra entrada del blog, volveremos a comentarlo aquí, ya que una de las meninges, la llamada aracnoides, recibe su nombre de esta famosa tejedora mítica por su delicada estructura reticular. 

Aracné (Aράχνη) era una joven lidia, hija del tintorero Idmon, que tenía mucha fama de ser una hábil tejedora. Su prestigiosas labores con el telar alcanzaron una gran fama y eran motivo de admiración. 

Un día Aracne realizó un tapiz extraordinario, de tal calidad que hubo quien opinó que nadie podría superarla. Este atrevido comentario llegó a los oídos de Atenea, la diosa de la sabiduría y de las artes, que celosa de que el arte de una mortal fuera antepuesta a sus divinas dotes, decidió bajar del Olimpo a juzgar con sus propios ojos si la obra de Aracne era tan perfecta como decían. 


Paolo Veronese: Aracne o la Dialéctica. (1575-1577)
Óleo sobre lienzo. 150 x 220 cm. Palacio Ducal. Venecia. 




















Así que Atenea tomó el aspecto de una viejecita, que al ver el prodigioso tapiz, recomendó a Aracne que no fuera tan orgullosa, ya que en Grecia el pecado de soberbia (hybris) se consideraba muy grave. Pero Aracne, vanidosa y confiada en su habilidad, desoyó sus consejos y con una gran carcajada proclamó que no creía que nadie la podría superar al telar.


Lekitos (cerámica ática de figuras negras) del 540 aC.
Representa un telar griego, como el mencionado
por Ovidio en la historia de Aracne.  
Entonces Atenea recuperó su forma real divina y le dijo que ninguna mortal debía osar tejer mejor que ella. Al oir eso, Aracne la desafió a que hicieran un concurso a ver cuál de las dos era la mejor tejedora. Atenea aceptó el reto y confeccionó un magnífico tapiz en el que se representaba a los dioses del Olimpo en toda su majestad. Como advertencia velada a su imprudente competidora, en las esquinas puso cuatro episodios en los que se explicitaban los castigos que esperan a los blasfemos que se atreven a compararse con los dioses.

Pero Aracne no se dejó impresionar. Aún al contrario, aprovechó para burlarse nuevamente de las altaneras divinidades olímpicas. En su tapiz representó los amores de los dioses. Pero justamente los amores menos gloriosos: Zeus raptando a Europa, Zeus transformado en lluvia de oro para poseer a Dánae, el adulterio de Afrodita y Ares, etc. El tapiz de Aracne era de una perfección nunca vista, pero también era una denuncia explícita de la escasa moral de los moradores del Olímpo. Al ver esta nueva afrenta, Atenea, se encolerizó, destruyó el tapiz y persiguió a la desdichada Aracne y cuando la alcanzó la golpeó, furiosa, con la lanzadera.


Aracne, loca de dolor por la destrucción de su obra y por la injusta reacción de la diosa, intentó suicidarse colgándose de un árbol. 

Herman Posthumus: Arachne (1542)

Pero Atenea -que al fin y al cabo era la diosa de la sabiduría- comprendió que se había dejado llevar por la ira y por la envidia y que se había excedido en el castigo. Se dio cuenta de que había obrado injustamente  y se compadeció de su competidora, por lo que decidió perdonarle la vida. 

Sin embargo, la actitud blasfema y desafiante de Aracne merecía un castigo, aunque no mortal. Por eso se dirigió su mirada a Aracne, que aún viva, colgaba del árbol en el que había intentado ahorcarse, y la convirtió en una araña. Ella y sus descendientes podrían tejer y tejer continuamente. Y tejerían por la boca, como castigo de las atrevidas bravatas que lanzaba la deslenguada Aracne. Los tejidos de Aracne y su saga de arañas alcanzarían una gran perfección, pero ya no serían admirados por nadie nunca más.   

En Anatomía se denomina aracnoides a la meninge intermedia, protectora del sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal). Está formada por una lámina externa homogénea, la aracnoides propiamente dicha, que se encuentra por debajo de la duramadre, a la que se adhiere. La capa interna areolar, de grandes mallas, constituye el espacio subaracnoideo, por donde circula el líquido cefalorraquídeo (LCR). Las trabéculas de la aracnoide se unen por la parte interna con la piamadre. Se trata de un tejido fino y delicado (el más delicado de las tres meninges) que se dispone en retículo, como la tela de una araña, por lo que se le dio un nombre derivado de Aracne, la extrordinaria tejedora. 

El delicado tejido de las telarañas, recuerda las trabéculas de la aracnoides





El mito de Aracne