martes, 7 de marzo de 2017

Los nevus de Franz Lizst








Mihály Munkácsy 

Retrato de Franz Liszt
(1860)

Óleo sobre lienzo
Galería Nacional de Hungría, Budapest. 



Mihály Munkácsy (1844-1900) fue un pintor húngaro activo sobre todo en París en el último tercio del s. XIX. Realizó sobre todo pinturas de tema bíblico y de escenas de interior parisiense. El gobierno húngaro le encargó algunos cuadros de tema patriótico. También realizó algunos retratos de personajes húngaros célebres como éste de Franz Liszt.

Franz Liszt (1811-1886) fue un músico húngaro, considerado uno de los grandes compositores del Romanticismo, junto con Hector Berlioz, Frédéric Chopin y Johannes Brahms. Fue considerado el mejor pianista de su tiempo y revolucionó las técnicas de interpretación de este instrumento. Su personalidad polifacética y carismática fascinaron a la Europa de su época. 


Detalle del retrato de Franz Liszt de Mihály Munkácsy




Como compositor abrió nuevos caminos. En sus propias palabras pretendía "lanzar una jabalina hacia el indefinido espacio del futuro". Moderno y revolucionario, no dudaba en inspirarse en temas de folcklore recogidos en sus numerosos viajes. Tras una vida de pasiones turbulentas y amores arrebatados, en 1865 ingresó como franciscano en Roma. A partir de este momento su música se modificó considerablemente. 



Fotografía de Franz Liszt (1886) en la que se observan claramente sus nevus faciales


En el retrato de Franz Liszt de Munkácsy se representa a Liszt sentado al piano. En su frente podemos destacar un voluminoso nevus intradérmico. El compositor presentaba por lo menos otros dos nevus similares en la zona interciliar y en el surco nasogeniano izquierdo. En muchas obras se procura evitar su representación, minimizarla o colocar la cabeza de forma que no se advierta, como era bastante frecuente en muchos retratos. Pero por sus fotografías y por diversos bustos del músico húngaro sabemos que presentaba diversos tumores de este tipo. 


Busto de Franz Liszt en Sopron
Liszt también contrajo la sífilis en su juventud, al parecer contraída de la bailarina irlandesa Lola Montez, con la que mantuvo una relación sentimental. Liszt la introdujo en el círculo de George Sand, lo que le permitió relacionarse con la crema de la sociedad parisiense. Lola, que  bailaba danza española, era una conocida cortesana que también fue amante de Luis I de Baviera y de otros miembros de la nobleza y personajes famosos, como Alejandro Dumas.  

La agitada vida sexual de Lola Montez le llevó a contraer la sífilis y a padecer sus efectos (alopecia y demencia) y finalmente a morir a consecuencia de la sífilis terciaria en Nueva York en 1861, pobre y abandonada. 




Franz Liszt: 




Sueño de amor: 
















lunes, 6 de marzo de 2017

La Hecatombe





Louis Raemaekers

La Sífilis: la Hecatombe
(1922)
 Cartel (papel) 



Louis Raemaekers (1869-1956) fue un pintor y editor de carteles holandés. Trabajó como dibujante en los diarios de Amsterdam Algemeen Handelsblad (1906-1909) y De Telegraaf durante los años de la I Guerra Mundial, destacando por su radical postura anti-alemana. 


Louis Raemaeckers en su estudio 
Descendiente de alemanes por línea materna, y originalmente de ideología cercana al liberalismo, Raemaekers quedó vivamente impresionado por la cruenta e injusta invasión alemana de Bélgica (un país teóricamente neutral) lo que hizo que adoptara una línea muy crítica con los invasores. Su posicionamiento era claro: Holanda debía abandonar su neutralidad y tomar partido por los aliados. Sus dibujos denunciaban las barbaridades de las tropas alemanas en Bélgica y dibujaban un perfil casi satánico de los seguidores del Kaiser Guillermo II. En numerosas ocasiones sus caricaturas fueron censuradas y confiscadas por el gobierno holandés, temeroso de las represalias de los alemanes. 

El ataque con gas tóxico de los canadienses en Flandes (24 de abril 1915)
Louis Raemaeckers. Dibujo a lápiz, parcialmente coloreado al pastel.  
Tal vez por estas repetidas presiones Louis Raemaekers obtuvo sus principales éxitos fuera de su país. Tras obtener algunos premios y exponer en la Fine Art Society de Londres, pronto se hizo muy popular en Gran Bretaña, y sus dibujos comenzaron a aparecer ocasionalmente en la prensa británica a partir de 1915 y de forma regular algo más tarde (Daily Mail, 1916-1918)


I Guerra Mundial. Una serpiente (símbolo de un ataque de gas letal)
acecha a un soldado, que duerme en la trinchera.
Louis Raemaeckers. Dibujo a lápiz, parcialmente coloreado. 

Raemaekers jugó un importante papel en la propaganda de guerra. Cerca de 40 de los dibujos que habían sufrido la censura se publicaron en un libro (Raemaekers Cartoons), 
traducido a 8 idiomas y en The Great War: a Neutral’s Indictment 
(1916) alcanzando una gran popularidad


En el verano de 1916 los trabajos de Raemaecker se distribuyeron en los Estados Unidos, la más poderosa de las potencias neutrales. El propio dibujante fue invitado a visitar el país en 1917. Tras realizar diversas presentaciones, entrevistas y declaraciones, Raemaecker se entrevistó con el presidente Woodrow Wilson y el futuro presidente Theodore Roosevelt. Sus publicaciones alcanzaron millones de copias y constituyeron el mayor esfuerzo propagandístico de la I Guerra Mundial. 


A tu salud, Civilización! (publicado el 20 Septiembre de 1914 en De Telegraaf

Al fin de la I Guerra Mundial se estableció en Bruselas, como abogado de la Liga de Naciones y escribió algunos artículos sobre la unidad de Europa. Pero allí continuó viendo  los terribles efectos de la guerra. 


Una de las obras de este período es el terrorífico cartel "La Hecatombe", que se refiere a los estragos que provocaba la sífilis en los soldados holandeses que volvían a casa infectados, y que causó un aumento masivo de muertes en los años posteriores a la contienda. Raemaecker recurre a una escena escalofriante, de gran teatralidad. Una prostituta, de cara pálida y demacrada, sostiene con sus manos una calavera en un trágico vaticinio mortal. Una velada advertencia sobre una temida enfermedad que todavía no tenía un eficaz tratamiento y que diezmaba a la población.  







domingo, 5 de marzo de 2017

Piojos en el campamento







Jan van der Venne

Campamento gitano
(s. XVII)
 Óleo sobre tabla 24 x 35 cm
Musée du Louvre. Paris.  




Jan van de Venne fue un pintor flamenco activo en el sur de Holanda entre 1616 y 1651. Cultivó la pintura de género y escenas religiosas. 

Uno de los temas preferidos de van der Venne fueron escenas de zíngaros (como la Familia gitana del Musée de Beaux-Arts et d'Archéologie de Besançon) por lo que fue conocido en Francia como el Maestro de los zíngaros. Muchas de sus obras pueden verse en diversos museos franceses (Aix-en Provence, Auxerre, Besançon, Chambéry, Dijon, Dunkirk, Hazebrouck, Lille, Marseille, Louvre, Quimper and Semur-en-Auxois) 


Jan van der Venne: Familia gitana. Musée de Beaux-Arts et d'Archéologie de Besançon

Una de sus obras es la que comentamos hoy, en la que puede verse a unas mujeres y un niño entorno a una hoguera de campamento. Mientras una mujer se ocupa en cocinar un potaje en una gran marmita, otra de ellas está escudriñando la cabeza del chiquillo, vestido con una amplia camisa. Sin duda está buscando piojos entre los rizos del niño, que sonríe despreocupado. La tercera mujer observa la escena, al parecer con cierta preocupación. 


Jan van der Venne: Campamento gitano. Musée de Beaux-Arts de Marseille
En el cuadro de Besançon ya aludido encontramos una escena parecida. En este caso una mujer peina los largos cabellos de una niña. En este caso no queda muy claro si solamente peina los cabellos o le pasa una liendrera para desprender las liendres adheridas al cabello. También encontramos escenas muy parecidas en el Musée de Beaux-Arts de Marseille y en el Museo Nacional de Varsovia, en el que una mujer despioja a un niño mientras sostiene en su mano una liendrera. 


Van der Venne. Campamento gitano. Museo Nacional de Varsovia. 
Ya hemos visto en diversas ocasiones que los piojos de la cabeza debían ser muy comunes en el s. XVII. Podemos imaginar que en condiciones de higiene precaria, como es de suponer que era un campamento nómada, todavía sería mucho más frecuente. Estas escenas vienen a corroborar una vez más la alta incidencia de esta parasitosis en un tiempo en el que en ausencia de parasiticidas efectivos la única manera de luchar contra este mal era el despiojamiento manual. 


Van der Venne. Otra escena similar en la colección del Museo de l'Hermitage

viernes, 3 de marzo de 2017

Hansen (y II): la polémica del descubrimiento del bacilo





Retrato de 
Gerhard Armauer Hansen

Fotografía 
Museo de la Lepra. Bergen




Las investigaciones del médico noruego Gerhard Armauer Hansen sobre la existencia de un supuesto bacilo de la lepra, se propagaron con rapidez. A comienzos de 1879 Hansen recibió la visita del joven y ambicioso médico alemán Albert Neisser (1855-1916) que contaba entonces con 24 años, y que estaba interesado en estudiar la lepra. Había oído hablar de Hansen y de sus tenaces investigaciones

Hansen lo acogió cordialmente. Le contó a Neisser todo lo que sabía sobre lepra, y le dejó ver sus preparaciones al microscopio. El joven médico alemán también pudo examinar a más de 100 pacientes de lepra en Trondheim, Molde y Bergen. 

Neisser se llevó algunas preparaciones de Hansen, que el médico noruego con sus limitados medios y conocimientos técnicos no había podido teñir bien. Pero Neisser conocía bien los modernos métodos de tinción usados en su laboratorio. Cuando llegó a Alemania, tiñó las preparaciones y encontró, en casi todas ellas 
"bacilli, como varas pequeñas, delgadas, cuya longitud venía a ser la mitad del diámetro de un hematíe y la anchura equivalía a una cuarta parte de la longitud"
Neisser no dudó en publicar sus resultados sin comunicarlo primero a Hansen (Über die Aetiologie des Aussatzes, 1880). Para entonces Hansen ya había aprendido las nuevas técnicas de tinción y también detectó la presencia de estos cuerpos, que eran como pequeñas varas o barritas.

Henrik Lund. Retrato de G. Armauer Hansen
En 1881 Neisser publicó el artículo 'Weitere Beiträge zur Aetiologie der Lepra' en la revista Virchows Archiv. En este trabajo se atribuía el honor de haber descubierto el microbio causante de la enfermedad, a la vez que trataba de desacreditar a Hansen. En definitiva: Neisser intentó robar descaradamente a Hansen su descubrimiento. 

Cuando Hansen se enteró se enfadó muchísimo. Lo que más le molestó es que ya comenzaba a conocerse a los bacilos de la lepra como “bacterias de Neisser”. El médico noruego, animado por sus colegas, defendió su posición sin entrar directamente en la polémica. Reunió todos los trabajos que había realizado sobre este tema y los publicó en noruego, alemán, inglés y francés. Danielssen estaba molesto con Hansen, porque consideraba su reacción demasiado moderada y tranquila. Creía que tendría que ser más agresivo. 

El conflicto duró mucho tiempo. La medicina alemana gozaba entonces de un enorme prestigio, y en cambio, nadie conocía al humilde médico de Bergen. No fue hasta el congreso sobre la lepra que se celebró en Berlín (1897) que se reconoció oficialmente a Hansen como el verdadero descubridor del bacilo de la lepra. Aún así, en este congreso una figura tan prestigiosa como Rudolf Virchow afirmó que el bacilo de la lepra solamente sería plenamente reconocido el día que se lograra su cultivo o su inoculación a animales. 

Hansen tenía pocos medios para proseguir sus investigaciones. El bacilo no se podía cultivar en los medios ordinarios. Obsesionado por la imposibilidad de seguir investigando, se cegó hasta tal punto que llegó a inocular el germen procedente de una lesión cutánea en el ojo de una mujer que padecía la forma neurológica de la lepra. El desafortunado experimento - totalmente injustificable desde el punto de vista ético - no tuvo consecuencias clínicas para la mujer, pero ésta aseguró que le afectó la vista y le causó dolor, por lo que le denunció. El demandado reconoció que realizó la prueba sin informar a la paciente y sin pedirle permiso. Lo hizo porque había fallado en el intento de inocular a animales, de demostrar la naturaleza infecciosa de la enfermedad y porque no podía poner en cuarentena a los afectados para proteger a los sanos. El tribunal lo declaró culpable (1880) y Hansen tuvo que pagar las costas y fue cesado de su cargo en el hospital.

A pesar de la condena judicial, Hansen conservó un puesto oficial para luchar contra la lepra en su país. Pudo desarrollar así sus planes teniendo en cuenta la etiología de la enfermedad. Se promulgaron leyes que permitían el cuidado de los leprosos lejos de sus familias. Hacia 1875 había en Noruega 1.752 casos conocidos de lepra; a principios del siglo XX la cifra había descendido a 577. 

Hansen recibió muchos reconocimientos y premios por sus estudios sobre la lepra y ocupó presidencias de Sociedades Científicas y Congresos. En 1892 recibió una preciada condecoración noruega, la Orden de San Olav, por sus contribuciones científicas. También jugó un papel destacado en la difusión de las ideas de Darwin, que le habían atraído desde el principio. En 1886 publicó un libro en noruego sobre la evolución de las especies, así como varios artículos en la prensa, enfrentándose a la postura creacionista sostenida por el clero. 

Armauer Hansen padeció la sífilis, que contrajo cuando estudiaba y que se mantuvo en secreto hasta años después de muerte. Sufrió los primeros síntomas de afectación cardíaca en 1900. En 1912 durante una estancia en casa de un amigo suyo en Florø, sufrió un ataque cardíaco que terminó con su vida. 

jueves, 2 de marzo de 2017

Hansen (I): el médico que quería descubrir la causa de la lepra




Jo Visdal

Busto del Dr. G. Armauer Hansen
(1900) 

Escultura de bronce 
Museo Hagen



Jo Visdal (1861-1923) fue un prolífico escultor noruego que se especializó en bustos y retratos de personajes famosos de su país, en un estilo sobrio y realista. Uno de ellos es esta escultura de Hansen, una gloria de la medicina de Noruega. 

Gerhard Armauer Hansen (1841-1912) estudió medicina en la Universidad de Christiania (actual Oslo) trabajando a la vez para poder costear sus estudios. Se graduó en 1866 y trabajó como médico asistente del Hospital Nacional de Oslo durante un año. Después fue oficial médico de una compañía de pesca en una isla al norte de Noruega.

Portada de la obra de Danielssen y Boeck
On Spedalskhed  (1847) un trabajo de referencia
sobre la lepra
En 1869 Hansen regresó a su pueblo natal de Bergen para investigar sobre la lepra, enfermedad de la que por aquel entonces afectaba a 3.000 personas en Noruega, especialmente en la parte occidental del país. Trabajó con Daniel Cornelius Danielssen (1815-1894), que había escrito un importante trabajo sobre lepra en 1847: Om Spedalskhed (Sobre la lepra), en colaboración con Carl Wilhelm Boeck. Danielssen había organizado el programa de asistencia de leprosos y consiguió que Bergen fuese el centro europeo por excelencia para la investigación de la enfermedad. Danielssen era una autoridad en los aspectos clínicos y patológicos de la lepra, aunque creía que era una enfermedad hereditaria, como la mayoría de médicos de aquel tiempo. 

Danielssen y Hansen viajaron a muchos lugares para obtener material para sus estudios. Basándose en la epidemiología Hansen llegó a la conclusión que la lepra no era una enfermedad hereditaria, sino que era transmisible y que se podía adquirir por contagio. Pero en aquel momento todavía nadie había podido demostrar plenamente que una bacteria podía ser la causa de una enfermedad. 

Una ilustración de un enfermo con lepra en el trabajo de Danielssen y Boeck On Spedalskhed (1847)

El número de nuevos casos de lepra atendidos en Bergen fue disminuyendo gracias a la eficacia de las medidas que se tomaron contra el contagio. Hansen comenzó sus trabajos de investigación, epidemiología y experimentación. En su primer trabajo, de 1869, publicado en noruego en 1871, Hansen describió las alteraciones del tejido linfoide de los leprosos. Aquí Hansen aplica el término "infectionsstoff " (la “substancia infecciosa”), aunque no es plenamente consciente de su significado. Tiene pocos medios y no puede obtener buenas preparaciones. 

En 1870 Hansen viajó a Bonn y después a Viena para formarse en histopatología. Cuando regresó a Noruega estudió al microscopio las muestras procedentes de biopsias de leprosos. En 1871 comenzó a buscar el agente causal. Decidió buscar bacterias en la sangre de enfermos de lepra. No las encontró y los buscó en los nódulos superficiales, hallando unos cuerpos dentro de las células que se parecían a bacterias; no estaban presentes en todas, pero sí en la mayoría. Al principio no era capaz de ver estos cuerpos en pacientes con lepra tuberculoide, pero después de estudios prolongados también los halló. 

En 1873 publicó un extenso trabajo en noruego, en el que describía estos cuerpos. Al estar escrito en una lengua minoritaria no tuvo al parecer mucha repercusión en los círculos médicos. Algunos de sus colegas se rieron abiertamente y afirmaron que ya se habían dado cuenta de esas estructuras, pero que no podían ser las causantes de la enfermedad. El texto se publicó también en versión reducida, en inglés. Al parecer, los términos que empleó eran algo dubitativos, poco concluyentes y no demasiado "ortodoxos". 

Hacia 1879 Hansen había perfeccionado su técnica y ya podía mostrar los "cuerpos" en gran número en las células. Eran bacilos, y él estaba completamente convencido de que eran los agentes etiológicos de la lepra.


Bibliografía


Fite, G.L.; Wade, H.W. The contribution of Neisser to the establishment of the Hansen bacillus as the etiologic agent of leprosy and the so-called Hansen-Neisser controvery.
International Journal of leprosy, 1955, 23: 418-428.

Neisser A. Über die Ätiologie des Aussatzes. Jahresbericht der Schlesischen Gesellschaft für Vaterländische Kultur, Breslau, 1880; 57: 65-72.

Neisser, A. Weitere Beiträge zur Aetiologie der Lepra. [Virchows] Archiv für pathologische Anatomie und Physiologie und für klinische Medizin, 1881; 84: 514-542.






miércoles, 1 de marzo de 2017

Los antibióticos de las hormigas







Rafael Gomezbarros

Casa tomada
(2013)
 Técnica mixta 
(Resina, fibra de vidrio, algodón, cuerda, arena...) 
Cuerpo 50 x 20 x 50. Patas: 90 x 50 cm
Saatchi Gallery. Londres.  




Rafael Gomezbarros es un artista contemporáneo colombiano que cubre edificios públicos con sus esculturas de hormigas de medio metro. Sus instalaciones se perciben con una simple ojeada. Su intención es llamar la atención sobre la situación de millones de personas desplazadas que constituyen la masa invisible de inmigrantes, cuya presencia omnipresente cubre el planeta.  

Gomezbarros está impactado por la cruenta guerra civil que ha tenido lugar en Colombia hasta hace poco. Las hormigas, asociadas generalmente con el trabajo duro y una compleja organización social se convierten en fantasmas de los desaparecidos, fantasmas que han adquirido la capacidad de hacerse cargo de los monumentos nacionales. Gomezbarros ha llenado de hormigas desde la Quinta de San Pedro Alejandrino (la hacienda donde Simón Bolívar pasó sus últimos días) al Congreso Nacional de Bogotá, en una denuncia manifiesta de las políticas belicistas. 

Rafael Gomezbarros: Casa Tomada. Saatchi Gallery, Londres. 
El presente trabajo de Gomezbarros, titulado Casa Tomada es una referencia a un cuento del escritor argentino Julio Cortázar, en el que los habitantes de una gran mansión son invadidos por presencias escurridizas que únicamente son anunciados por sonidos apagados. El artista quiere recordar así una frase pronunciada por de Julio Cortázar poco antes de morir: 



"Si un país no entierra a sus muertos, siempre serán recordados como fantasmas en el ático".
Las hormigas pues, pueden servir como símbolo de muerte, como en la obra de Gomezbarros o como ya vimos en algunos cuadros de Salvador Dalí donde evocaban la muerte y la putrefacción. 

Pero también nos llegan noticias de las hormigas como embajadoras de vida.  Unos investigadores ingleses de la universidad de East Anglia y del John Inner Center decidieron recientemente investigar la causa de las dolorosas picaduras de una hormiga africana de la especie Tetraponera penzigi. Estas hormigas de Kenia producen unas picaduras equivalentes a las de una avispa.

En el curso de sus investigaciones, descubrieron que estas hormigas producen un hongo (moho) al que denominaron Streptomyces formicae (su nombre deriva, naturalmente de formica, hormiga en latín), que podría ser usado como un potente antibiótico. Han publicado sus resultados en la revista científica Chemical Science.  

Tetraponera penzigi
Esta aportación ha suscitado un gran interés. En materia de tratamientos antibacterianos se ha progresado poco en los últimos años. En un comunicado, los investigadores han comentado: 
"La mayoría de antibióticos usados habitualmente en el momento actual derivan de un grupo de hongos, los ascomicetos, que se conocen desde hace 40-80 años "la edad de oro" del descubrimiento de estos medicamentos" 
Pero después de este impulso inicial, se han producido pocos avances, mientras que las resistencias bacterianas han progresado a grandes pasos. 

La especie Tetraponera penzigi vive colonizando las acacias espinosas de los bosques kenianos. Matt Hutchings, uno de los autores de estos estudios señala que las hormigas protegen a estos árboles de muchos herbívoros, como los elefantes, que evitan comer las hojas llenas de hormigas. 

Protegidas por las espinosas hojas de las acacias estas hormigas producen mohos que les sirven de alimento. En estos mohos los investigadores ingleses han descubierto un nuevo tipo de antibióticos. Han analizado detalladamente el genoma de estos mohos, para aislar una cepa de actinomicetos que se ha demostrado muy eficaz frente un germen especialmente mortal, Staphilococcus aureus resistente a la meticilina (el riesgo de muerte es un 64% mayor que el riesgo de muerte por cepas de Staph. aureus no resistente, según la OMS). La misma cepa es eficaz contra el enterococo resistente a la vancomicina y un agente patógeno fúngico multirresistente. 

Para confirmar sus resultados, los autores han repetido sus ensayos enfrentando su producto a veinte generaciones de bacterias, con concentraciones muy bajas. Y no encontraron ninguna resistencia. Barrie Wikinson, otro de los miembros del equipo, afirma: 
"Nuestros resultados ponen de relieve la importancia de investigar en ambientes hasta ahora poco estudiados, que basándose en los recientes progresos en secuenciación y edición genética permiten el descubrimiento de nuevas especies potencialmente productoras de antibióticos". 
Este tipo de investigaciones tienen realmente una gran importancia. Según un reciente informe británico se calcula que en 2050,  cada tres segundos morirá una persona en el mundo a causa de las resistencias a los antibióticos.