domingo, 6 de marzo de 2016

El tormento de las brasas


Martirio de San Lorenzo. Retablo de St. Llorenç. Escuela de Lleida (segunda mitad del s. XV) Temple sobre madera. Procede de Preixana. Museu Episcopal de Vic






Retablo de Sant Llorenç 
(fragmento)
(segunda mitad del s. XV)

Temple sobre madera

Procede de Preixans. Museu Episcopal de Vic.



Uno de los dolores más intensos que puede sufrir el cuerpo humano es la sensación de quemadura. Tal vez por eso se ha usado frecuentemente como instrumento de tortura y como método cruel de ejecución. Y también las llamas han sido la vívida representación de las penas infinitas del infierno

Entre los múltiples tormentos a los que según la tradición fueron sometidos los primeros mártires cristianos, que dieron la vida por confesar su fe, figura en muchos casos el del fuego. Pero entre todos ellos el más paradigmático es, sin duda, San Lorenzo. 

Tiziano: Martirio de San Lorenzo en la parrilla 

Lorenzo era uno de los siete diáconos regionarios de Roma y era el fiel acompañante del papa Sixto II, y se encargaba de socorrer a los necesitados de la ciudad, con las limosnas que le entregaban los fieles. Su nombre en latín Laurentius significa "laureado". 

Según la tradición cristiana fue martirizado en el año 258, cuatro días después del martirio del papa Sixto. Cuenta la leyenda que el prefecto de Roma creía que los cristianos eran propietarios de un gran tesoro y que estaba en manos de Lorenzo. Tras el asesinato del papa, ordenó a Lorenzo que le entregara los tesoros de la Iglesia. Lorenzo calmoso, le pidió tres días para reunirlos, cosa que le fue concedida. El diácono Lorenzo entonces congregó a todos los pobres y enfermos y menesterosos de la ciudad a los que siempre había socorrido, frente a las puertas de la residencia del prefecto, y se los mostró diciendo: 
"- Estos son los verdaderos tesoros de la Iglesia"

 El prefecto entonces, montó en cólera y le dijo: 
"- Te has atrevido a burlarte de mí y del Emperador, por lo que serás ejecutado. Pero no creas que morirás en un instante, sino que morirás lentamente y con gran sufrimiento"

Bronzino: Martirio de San Lorenzo. 

Fiel a su promesa, mandó disponer una gran parrilla sobre una hoguera y allí fue colocado Lorenzo, para ser asado como una res.  La tradición dice que en medio de tan terrible martirio, Lorenzo no profirió grito alguno y conservó la sonrisa. Al cabo de un tiempo se giró hacia su torturador y exclamó: 
"Assum est, inqüit, versa et manduca" ("Parece que ya está bien asado de un lado, gíralo y come") 

Lorenzo fue enterrado en las Catacumbas de Ciríaca en la Via Tiburtina, donde más tarde, en época del emperador Costantino se construyó un pequeño oratorio conmemorativo, que con los años llegó a ser la basílica de San Lorenzo fuori le mura. 




San Lorenzo es uno de los santos más representados de la Iglesia Católica. Suele representarse en el momento de su martirio, siendo asado con la parrilla o revistiendo la dalmática de diácono, con su parrilla (símbolo de su martirio) y la palma de los mártires. Algunas veces forma pareja con San Esteban, otro santo diácono martirizado. 



                                            Retablo de St. Llorenç de Preixens (fragment). Museu Episcopal de Vic. 


No obstante las llamas no son las únicas en causar quemaduras. Las brasas también pueden ser usadas para este fin. A veces incluso, como prólogo a la posterior tortura de las llamas, probablemente fruto de la truculenta imaginación medieval, siempre dispuesta a representar todo tipo de dolores y tormentos. Así lo encontramos , por ejemplo en el retablo de Sant Llorenç de Preixens, actualmente en el Museu Episcopal de Vic, en la que los verdugos aproximan brasas incandescentes a la piel del mártir. No es difícil de imaginar que estos métodos no se debían apartar mucho de los usados en algunos interrogatorios por los inquisidores, celosos de la ortodoxia de la fe católica. 





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viernes, 4 de marzo de 2016

Parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón. Moissac.





Parábola del pobre Lázaro 
y el rico Epulón


Puerta de entrada (s. XII). Relieve en piedra.
Abadía de St. Pierre de Moissac (Francia) 



La Abadía de St. Pierre de Moissac constituye uno de los ejemplos más destacados del estilo románico francés. Perteneciente a la orden de Cluny, presenta en su claustro y en su puerta de entrada un rico programa iconográfico en el que aparecen la casi totalidad de los temas bíblicos y hagiográficos representados en la época.

En uno de los frisos laterales de la puerta de entrada (lado izquierdo) aparece la representación de la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro, tal como está descrita en el evangelio de Lucas (16:19-31): 

19 Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 
20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 
21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 

En el relieve se ve al rico Epulón y a su mujer sentados a una mesa, vestidos con ricos ropajes. Un servidor les trae una gran marmita, para simbolizar el lujo y la ostentación en la que vivían. En el lado izquierdo del friso aparece el pobre Lázaro, un mendigo que no tenia nada para comer. Su precario estado viene representado por su posición yacente y sobre todo por presentar su cuerpo lleno de úlceras, que son lamidas por los perros. En la parábola, Epulón se niega a socorrer a Lázaro, a pesar de que vive en la opulencia. Aquella noche mueren ambos de forma inesperada. El alma de Lázaro es llevada por un ángel y es acogida por el seno de Abraham (representación del cielo). En cambio, Epulón por su falta de caridad es atormentado por los demonios en el infierno:


22 Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 
23 Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 
24 Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 
25 Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 
26 Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 
27 Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 
28 porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 
29 Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 
30 Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 


31 Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

La representación de las lesiones cutáneas en el cuerpo de Lázaro se materializa en unos bultos (tumores o ampollas) que no permiten identificar con un diagnóstico concreto. Podría ser que intentasen representar lepra (lepromas), aunque en mi opinión este no es el tema más relevante. Lo realmente importante es que representan una enfermedad cutánea generalizada, que causaba rechazo social y marginación.  La imagen de los perros lamiendo las lesiones (que volveremos a encontrar en la representación de S. Roque, por ejemplo) subraya más si cabe, el abandono de los enfermos con afecciones de la piel en la Edad Media.


Abbaye de Saint Pierre de Moissac: 





jueves, 3 de marzo de 2016

La higiene y las termas en Roma (y II)


Tepidarium de las termas de Adriano. Leptis Magna (Libia)






Tepidarium 
Termas de Adriano

Leptis Magna (Libia)





Las termas se abrían al público poco antes del mediodía (hora quinta [9]) al son de una campana (tintinnabulum[10] y permanecían abiertas hasta la puesta del sol. Disponían generalmente de diversas entradas: para hombres, para el servicio y para mujeres, que disponían de una zona especialmente reservada para ellas. En el caso de no disponer de zona de mujeres, se establecían diferentes horarios según el sexo. También había termas exclusivamente masculinas o femeninas, como las que se han encontrado en Herculano, muy del estilo de los actuales hammam en los países musulmanes. Sin embargo, en algunas ocasiones, durante el Imperio, se permitió el baño conjunto a hombres y mujeres [11]. Este hecho, junto con el hecho de que algunas termas permanecieran abiertas hasta bien entrada la noche, propició algunos escándalos de promiscuidad y prostitución. Por esta razón, Adriano impuso la separación de sexos por decreto (lavacra pro sexibus separavit[12]

Hipocausto. Termas públicas. Sabratha (Libia)

Las termas no eran sólo edificios pensados para el baño. En ella había jardines, pórticos, tiendas… Algunas tenían una explanada para juegos y paseos plantados con árboles (xystum). Había amplios espacios para gimnasios, salas de reunión, biblioteca o salas de exposiciones. Tal vez en eso estribaba la auténtica originalidad de las termas romanas. Aunar en un solo espacio el deporte, la higiene, la cultura, la relación social, el arte. En las termas los romanos se aplicó mejor que en ningún otro lugar la máxima de “Mens sana in corpore sano”.  

En el centro de estos edificios monumentales se encontraba el edificio de los baños propiamente dicho. El agua, canalizada por los acueductos era almacenada en unos importantes depósitos (en las Termas de Caracalla ocupaban dos tercios del ala sur, con 64 cámaras abovedadas). Un preciso sistema de calderas y de hipocaustos garantizaba el suministro de agua caliente. 



Mosaicos ornamentales de las Termas de Caracalla:
Putti cabalgando monstruos marinos (Roma)

























La estructura de los baños era casi siempre la misma, con ligeras variaciones. 

  1. Cerca de la entrada estaba el apodyterium, una sala grande, con bancos corridos adosados a la pared, que servía de vestuario. Solía haber nichos en las paredes o un estante compartimentado, donde cada uno podía guardar la ropa y sus enseres personales, que quedaban bajo la vigilancia de un esclavo del establecimiento. 
  2. A continuación estaba el tepidarium, habitación ancha y abovedada de temperatura templada. 
  3. El caldarium era la sala de los baños calientes, con bañeras dispuestas para este fin. 
  4. A veces estaba flanqueado por unas habitaciones de baños secos (laconica) o de vapor (sudatoria) al estilo de los baños turcos actuales (que por cierto son la continuación histórica y casi excata de las termas romanas). El nombre de laconicum se le daba por ser el único baño caliente que habían practicado los austeros espartanos. Estas salas estaban orientadas de manera que aprovechasen el sol del mediodía y el de la tarde, reforzando así la temperatura de los vapores calientes. Muchos romanos eran poco partidarios del exceso de baños calientes, considerando que reblandecían demasiado la piel. Sin embargo el emperador Cómodo tomaba ocho baños calientes al día. 
  5. Era en el labrum, una pila de agua caliente sostenida por una columna, donde los bañistas realizaban una auténtica limpieza de la piel, la operación más claramente higiénica del recorrido termal. En aquella época no se conocía el jabón. Los bañistas se rociaban con agua caliente y frotaban su piel con arenilla de piedra pómez (que absorbía la suciedad) ungiéndose después con aceites perfumados. Posteriormente retiraban esta pasta, con los detritus de células muertas y suciedad raspando la piel con un instrumento curvo, el strigilos. Se efectuaba así una doble operación de limpieza y de peeling. El aceite, aparte de disolver la grasa, suavizaba la erosión cutánea.   


Natatio. Termas de Adriano. Leptis Magna (Libia)


Tras abrir los poros en el tepidarium, el caldarium y tal vez en el laconicum, un baño de agua fría los cerraba de nuevo. Era el frigidarium o sala fría, donde los bañistas se sumergían hasta los hombros. Esta sala era mayor y generalmente estaba al aire libre. Era la sala preferida por la mayoría de romanos, y al parecer a Nerón le gustaba tanto el baño frío que lo hacía enfriar más añadiéndole nieve. En los establecimientos espaciosos podía encontrarse una natatio, piscina que permitía la práctica de la natación. Otras salas complementarias para masajes (elaeothesium) o para unciones con aceites perfumados (unctorium) completaban la instalación. Estos servicios se pagaban aparte y sabemos que su precio era algo costoso. Cuentan que un día el emperador Adriano acudió a las termas. Encontró a un viejo restregando su espalda contra la pared. Al preguntar la causa de este comportamiento, el viejo le contestó que no tenía dinero para pagar a un masajista. Compadecido el emperador le pagó el servicio. Al día siguiente, al acudir a las termas, el emperador encontró a decenas de personas frotándose contra la pared. Pero en este caso Adriano se limitó a aconsejarles que se frotaran unos a otros. Dicen que desde entonces era costumbre que los bañistas terminaran masajeándose mutuamente.

Como complemento, en las termas solía haber espacio para los tonsores que cortaban y arreglaban el pelo y la barba o para los esclavos que con sus navajas (novaculae) cortaban las uñas o arreglaban los pies con piedra pómez. Las mujeres a su vez eran atendidas por las ornatrix, esclavas que les proporcionaban diversos maquillajes y afeites. 


Bibliografía: 


[9] Juvenal. Satura XI, 205 http://www.thelatinlibrary.com/juvenal/11.shtml (Consultado en septiembre 2011)

[10] Marcial. Epigrammaton XIV, 163 http://www.thelatinlibrary.com/martial/mart14.shtml (Consultado en septiembre 2011)

[11] Termas romanas. http://es.wikipedia.org/wiki/Termas_romanas (Consultado en septiembre 2011)

[12] Historia Augusta. De vita Hadriani aelii spartiani XVIII, 10  http://www.thelatinlibrary.com/sha/hadr.shtml (Consultado en septiembre 2011)


Las termas romanas: