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viernes, 21 de agosto de 2015

Las cabezas cortadas de Ullastret (I)





Cráneos enclavados
(s. III a.n.e.) 

Museu Arqueològic de Catalunya (Ullastret) 



El poblado ibérico de Ullastret, en la comarca del Empordà (Catalunya) es probablemente el yacimiento protohistórico más importante del Mediterráneo Occidental. Todavía sin excavar en más de un 80%, consta de murallas con torres, calles, casas, templos, cisternas, silos y un sinfín de objetos que nos hacen comprender mejor la vida en la Península Ibérica durante la Edad del Hierro, antes de la llegada de los romanos (s. IV a.n.e. al s. II d.n.e)


Torre de las murallas del poblado ibérico de Ullastret


Uno de los hallazgos más sorprendentes en este importante conjunto es un grupo de cráneos enclavados, es decir, atravesados por clavos. ¿Cuál era la razón de esta costumbre? ¿A qué ritual obedecía?


Cráneo perforado, posiblemente por un clavo o tal vez por trepanación.
Museu Arqueològic de Catalunya (Ullastret) 

La respuesta la encontramos en algunos textos de la antigüedad, en especial los testimonios de Posidonio de Apamea, Diodoro Sículo, Estrabón o Tito Livio. Estos autores, comentan una costumbre muy extendida entre otros pueblos de la Edad del Hierro, como celtas y galos, que consistía en cortar las cabezas de los enemigos vencidos, que eran atadas a los arreos de sus caballos para llevarlas al poblado como trofeo. Vemos pues que esta costumbre era similar a la de los indígenas norteamericanos, si bien éstos cortaban las cabelleras mientras que los íberos cercenaban la cabeza entera. Si los cabellos eran la esencia de la cabeza, aquí se conservaba la cabeza entera. O sea que hoy no hablaré de piel y pelo, como habitualmente sino de cabezas cercenadas.

Así pues, las cabezas-trofeo eran llevadas tras la batalla al poblado vencedor, en este caso a Ullastret, la capital de los íberos indiketas. Antes de continuar, aclararemos que si bien el nombre actual es Ullastret, el nombre íbero debía ser otro bien distinto, que no conocemos con seguridad, aunque por diversos indicios podría ser Índika, ciudad de cierta importancia para aquel tiempo, y que debía tener unos seis o siete mil habitantes. 



Dibujo hipotético de cómo debían colocarse los cráneos enclavados 
en las casas ibéricas de Ullastret y otros poblados ibéricos


Las cabezas cortadas eran sometidas entonces a un proceso de preparación. Se separaba la carne, piel y cabellos del cráneo y, una vez realizada esta operación la calavera ya limpia era enlucida con aceite de cedro. Acabada la preparación era clavada con un gran clavo en la fachada de la casa del vencedor, como trofeo de guerra. 



Cráneo de un hombre adulto, robusto, que murió con más de 40 años (s. III-II a.n.e). La perforación y fijación
a un soporte se hizo una vez muerto el individuo, después de separarle la cabeza del cuerpo y preparar la zona donde se le introduciría el clavo de hierro. La piel y el cuero cabelludo habían sido eliminados con una herramienta, así como un pequeño fragmento del hueso frontal. Para acabar de sujetar la cabeza a su emplazamiento, se colocó una sujeción lateral, en forma de grapa, que dejó dos pequeños orificios delante
de la oreja derecha.  


Cráneo de un hombre robusto de más de 40 años de edad (s. III-II a.n.e.). Se trata de un guerrero veterano, que ya había sobrevivido a un combate cuerpo a cuerpo con anterioridad, ya que presenta una antigua cicatriz sobre la frente como resultado de un golpe de espada. 
Tras su muerte se separó la cabeza del cuerpo, se le arrancaron cabello y cuero cabelludo con un cuchillo y se perforó el cráneo para exhibirlo como trofeo.

Finalmente, ¿quiénes eran los enemigos de los habitantes de esta ciudad? Lo más probable es que fueran en general otras tribus ibéricas de territorios vecinos y las guerras eran por motivos de supervivencia y de explotación de recursos naturales. 




Poblado ibérico de Ullastret: 



























jueves, 20 de agosto de 2015

El sol de la playa de Portici




Mariano Fortuny Marsal

Desnudo en la playa de Portici
(1874) 

Óleo sobre tabla. 13 x 19 cm
Museo del Prado, Madrid




Durante el verano de 1874, el pintor Mariano Fortuny (Reus,  1838 - Roma, 1874), se trasladó con su familia a Nápoles. En las playas vecinas de la ciudad, Fortuny pintó por primera vez al aire libre temas marinos. 

Acostumbrado como estaba a pintar el cuerpo humano desnudo, la presente obra, realizada en la playa de Portici, presenta un niño desnudo tomando el sol en  en la playa.  Fortuny efectúa una pintura directa y precisa, manifestando en la postura del cuerpo el placer que siente el niño al sentir el calor del sol en su piel. La luz se refleja en las distintas partes del cuerpo con pinceladas azules, verdes y rosadas, en contraste con el fino acabado del desnudo, dando una solución muy novedosa en el mismo año que se celebraba la primera exposición impresionista. 

La posición del niño, con la pierna derecha extendida y la izquierda flexionada sobre ella, recuerda al Hermafrodita helenístico de la colección Borghese (Museo del Louvre) de la que hay una copia en bronce en el Museo del Prado. Aunque de forma menos explícita, también en esta obra hay una cierta ambigüedad en el sexo de la figura. 

La obra, de pequeño formato pero grandiosa en su realización nos evoca el hábito de tomar el sol en la playa, tan frecuente en nuestros días pero que debe ser moderado si se quieren evitar sus perniciosos efectos. Especialmente en los niños. 


Mariano Fortuny Marsal: 



miércoles, 19 de agosto de 2015

Escotes perfumados








Frascos para perfume
(s. XVIII)

Cristal decorado de la Real Fábrica de la 
Granja de S. Ildefonso 
Museo del Castillo de Perelada, Girona



El castillo de Perelada era la residencia de la familia  Rocabertí, condes de Perelada, un noble linaje catalán. Miembros de esta familia tomaron parte en la Conquista de Mallorca y en este castillo se hospedó la reina Blanca de Anjou, días antes de su boda con Jaime II en la vecina abadía de Vilabertrán. A primeros del s. XX la familia decidió vender el castillo, que fue adquirido por un Miquel Mateu, miembro de la alta burguesía de Barcelona. El nuevo propietario era también un gran coleccionista y así, con fondos antiguos y nuevas adquisiciones se fue creando una notable biblioteca y una rica colección de objetos diversos. Hoy en día el Castillo tiene justa fama por ser el marco del más importante Festival de música veraniego de la Costa Brava. 


Castillo de Perelada, residencia histórica de los Rocabertí.
En su museo y biblioteca se albergan verdaderas joyas de colección, reunidas por D. Miquel Mateu. 

Visitando esta curiosa e importante colección encontré estos frascos, que llamaron mi atención.  Se trata de frascos procedentes de la Real Fábrica de Cristal de la Granja de San Ildefonso, que abastecía el cristal más apreciado en el país, en aquel tiempo. Tienen forma tubular y están profusamente decorados por su exterior, y se destinaban a contener perfumes. El tapón estaba diseñado de tal forma que no tapaban del todo, sino que dejaban parcialmente su contenido, que desprendía así efluvios olorosos. Por lo general solían colocarlos las damas entre sus pechos para desprender de este modo un agradable aroma en el escote y atraer así a los posibles pretendientes. 

Frascos de perfume para escotes, de la Real Fábrica
de Cristal de la Granja de San Ildefonso
(Segovia)
Colección Mateu. Museo del Castillo de Perelada (Girona)
Existe la leyenda de que algunos de estos frascos presentaban dos compartimentos. Si el galán era del agrado de la dama, ésta entreabría uno de ellos que desprendía un perfume embriagador, atrayendo  todavía más al posible pretendiente.

Si por el contrario, a la dama no le gustaba el petimetre, abría el otro compartimento, que dejaba ir un olor repelente y disuasorio. No puedo afirmar a ciencia cierta la verosimilitud de este uso, que muchos tienen como apócrifo, aunque como dicen en Italia, si non é vero é ben trovato... y la imaginación es libre, ¿verdad?







Castillo de Perelada:





martes, 18 de agosto de 2015

Las moscas de Sant Narcís (y II)

Milagro de las moscas de Sant Narcís: Las moscas salen de la tumba del santo para picar al ejército enemigo. 




Antoni de Viladomat

El milagro de las moscas 
de Sant Narcís 

Óleo sobre lienzo
Basílica de Sant Feliu, Girona




En una entrada anterior hemos comentado la leyenda del milagro de las moscas de Sant Narcís y las graves consecuencias que tuvo para el ejército de Felipe el Atrevido de Francia. Aquí aportamos el testimonio de una pintura de gran formato, obra de Antoni de Viladomat i Manalt (1678 - 1755) que se conserva en la Basílica de Sant Feliu, de Girona.

Efectivamente, las moscas pueden transmitir muchas enfermedades (aunque no la peste, cuyo vector es una pulga). Pero en la Edad Media se llamaba peste a cualquier epidemia. 






Las moscas en sí mismas también pueden causar una enfermedad llamada miasis, una enfermedad parasitaria causada por larvas de mosca que puede afectar a los tejidos de los vertebrados incluyendo a los humanos). Aunque hay moscas especializadas en este tipo de parasitación como Dermatobia hominis, en otras especies ocurre accidentalmente, por ejemplo, tras su ingestión.  

La afectación en humanos es de distribución mundial, aunque predomina en las zonas troipicales y subtropicales. 

Las larvas pueden afectar inicialmente la piel pero pueden migrar posteriormente a diferentes órganos y tejidos a nivel gastrointestinal, genitourinario, auditivo y oftálmico. Éstas se alimentan temporalmente de los tejidos vivos o necróticos del huésped, así como de sus fluidos orgánicos. 


Llegenda de Sant Narcís i les mosques (para niños): 










lunes, 17 de agosto de 2015

Las moscas de Sant Narcís (I)


Retablo de St. Narcís (fragmento). Al fondo, dentro de la iglesia, la tumba del santo, de la que salieron las moscas.  A la derecha, los gerundenses parapetados tras la muralla. En la parte delantera (mitad inferior del relieve, las tropas francesas atacadas por las moscas, huyen en desbandada. Museu de la Catedral. Girona. 


Retablo de Sant Narcís


Bajorrelieve en madera policromada 
Museu de la Catedral, Girona




Uno de los milagros más curiosos de la taumaturgia católica es, sin duda, el de las moscas de San Narcís. 

Sant Narcís es el patrón de la ciudad de Girona. Su leyenda afirma que era un obispo procedente del Norte de África y que llegó a la ciudad acompañado de su diácono Félix. El cristianismo estaba muy vivo en aquel momento en el Norte de África y allí se concentraban la mayor parte de los núcleos de cristianos. 

Narcís y Félix llegaron a la ciudad con el propósito de introducir en ella la doctrina de Jesús. Tuvieron la suerte de contactar con la aristócrata Afra, una influyente patricia, y lograron convertirla a ella y a sus sirvientas. Tras pasar un tiempo en Augsburgo, Narcís regresó a Girona como su obispo. Pero  el gobernador pagano de la ciudad envió a una escuadrilla armada que asesinó a Narcís y a su diácono en plena misa. 

Sarcófago paleocristiano. Basílica de Sant Fèlix, Girona. 


Sin embargo, la labor de Narcís no cayó en saco roto, y un floreciente grupo de cristianos arraigó en la ciudad. Probablemente gente de dinero entre ellos como atestigua la colección de ocho sarcófagos paleocristianos que se conserva en la basílica de Sant Félix. La colección de sarcófagos paleocristianos más importante de España. Algunos presentan bajorrelieves de tema cristiano (el Buen Pastor, Orantes, Episodios de la vida de San Pedro, multiplicación de los panes y los peces o la casta Susana) mientras que otros todavía conservan iconografía pagana (la caza de la leona, el rapto de Proserpina). Al parecer, algunos de estos sarcófagos, realizados en mármol, eran de importación y procedían del taller del Dogmático, en Roma (lo cual da una idea del alto poder adquisitivo de los cristianos de Gerunda). 

San Narcís fue considerado desde su asesinato como mártir y patrón de la ciudad. A él se encomendaban los gerundenses ante cualquier tribulación. 

En 1285 tuvo lugar una incursión francesa que puso sitio a la ciudad. Las tropas de Felipe el Atrevido intentaban reducir a la ciudad de Girona por el hambre. 



Primitiva tumba de Sant Narcís (Joan de Tournai, 1328)
Fresco del sitio de Girona. Colegiata de Cardona. 


Los gerundenses afligidos, resistieron dentro de sus murallas. Pero imploraron la protección de su patrón Sant Narcís, del que conservaban su cuerpo incorrupto dentro de una urna. 

Al parecer, Sant Narcís atendió a la rogativa y protegió a sus devotos ciudadanos con un curioso milagro. De la tumba del santo comenzaron a salir moscas en gran cantidad. Eran unas moscas grandes, de brillo metálico azulado y verdoso que pronto invadieron la ciudad y sus alrededores. Pero las moscas de San Narcís tenían una peculiaridad: sólo picaban a los soldados franceses y a sus caballerías, pero respetaban a los catalanes. 

Los franceses llenos de picaduras de los insectos pronto vieron como una peste se transmitía entre sus tropas, afectando también a los caballos. A los pocos días, no tuvieron más remedio que huir, abandonando el sitio de la ciudad. El mismo rey francés Felipe el Atrevido murió a consecuencia de la epidemia. En el camino de Francia, las tropas del rey Pedro III de Aragón les infligieron una grave derrota. 



Sant Narcís y las moscas. Xilografía del s. XVIII
Salvador Dalí: Sant Narcís de les mosques. 


Desde entonces las moscas son casi emblemáticas en Girona y han sido motivo de diferentes representaciones artísticas, entre ellas las de Salvador Dalí que representó repetidamente a Sant Narcís, con mitra de obispo y rodeado de moscas. 




domingo, 16 de agosto de 2015

La medusa de Kandinsky




Vassily Kandinsky

Cielo azul 
(1940)

Óleo sobre lienzo100 × 73 cm
Centre Georges Pompidou, Paris




A mi amigo Martinsky, que me devolvió
- por un momento - mis ojos de niño.


Martí es un niño que vive cerca de mi casa, en la cala de la Costa Brava donde paso mis vacaciones. Ayer me enseñaba sus cuadernos de escuela. Han trabajado sobre pinturas de Kandisky, y Martí ha hecho un álbum muy bonito, del que se siente orgulloso. Hojeándolo me muestra la obra "Cielo Azul" de 1940, sobre el que han trabajado en el colegio. 
- "Mira, teníamos que pintar la medusa" - me dice.
- "Pero esto no es exactamente una medusa, Martí. Es arte abstracto. Formas que no necesariamente representan nada" - le digo.
- "Que tontería. Es una medusa, no lo ves?. Como la que vimos en la playa ayer" 

Me quedo pensando. Los niños casi siempre tienen razón. Ellos pueden ver con sus ojos nuevos, todo lo que hay en el mundo. Su imaginación relaciona formas y objetos al margen de las falacias de la teoría artística. 


"Ceci n'est pas une pipe" de Magritte.

En realidad, en un cuadro todos vemos lo que queremos ver. O lo que nos parece ver. Porque un cuadro no es un objeto. Una pintura crea la ilusión de un objeto, que aparece en nuestro cerebro, recreado. Esta era la intención de Magritte con su famoso cuadro "Ceci n'est pas une pipe" (Esto no es una pipa). Y no lo era, claro. Era solamente un cuadro. La pintura, en él estaba dispuesta de tal manera que nos creaba la idea de una pipa en nuestro cerebro. 

Kandisky pintó el "Cielo azul" en 1940. En él situó formas abstractas que remedaban vagamente animales marinos en un azul al que llamó cielo. En definitiva, mariscos en el cielo. Una idea peregrina, dirigida a hacer volar la imaginación. Una importante obra en el surrealismo del s. XX en la línea que después desarrollaría Miró con sus Constelaciones

Medusa sobre fondo de arena
En todo caso, ahí está la medusa, en el ángulo inferior derecho del cuadro. Una representación más de ese animal dotado de células urticantes, que ocasiona no pocos sustos en el verano.

Martí me muestra ahora "su" versión del cielo azul de Kandinsky. No está mal. Al menos hace volar la imaginación, como la obra del gran Kandinsky. No puedo más que mirar al joven artista con ternura. Los niños nos enseñan las cosas más importantes de la vida, las que por causas inexplicables vamos olvidando con el paso del tiempo: 
- "Gracias, maestro Martinsky"
  
Pintor Kandinsky: La abstracción